viernes, 21 de agosto de 2015

Párate un momento: Evangelio del Día 21 de Agosto del 2015 -Viernes - Xxª Semana del Tiempo Ordinario









Día 21 de Agosto del 2015 -Viernes -
Xxª Semana del Tiempo Ordinario

Mt 22,34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”. Él le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”

1. La pregunta del fariseo a Jesús tenía su razón de ser. Los rabinos distinguían hasta 248 preceptos y 365 prohibiciones. Y como es lógico entre ellos había una notable diversidad de opiniones sobre cuál de todos aquellos preceptos y prohibiciones era el más importante. La pregunta iba intencionadamente dirigida a ver por quién se inclinaba Jesús. Lo que suponía enfrentarlo a los que tenían opiniones contrarias.

2. Jesús responde citando el shemá de Dt 6, 4-5, el precepto del amor a Dios, que, según los letrados, todos los israelitas tenían que repetir diariamente y se cumplía en los actos de obediencia, piedad y fidelidad a la Torá (U. Luz). Jesús, sin embargo, no se limitó a recordar el mandamiento principal. El mandamiento que recuerdan los tres sinópticos (Mt 22, 37;Mc 12, 30; Lc 10, 27). Pero Jesús, a ese mandamiento añadió el segundo, el amor al prójimo (Lev 19, 18). Es importante saber que el texto litúrgico traduce mal. El texto griego no dice: “El segundo es semejante a él’", sino que dice: “Pero el segundo es igual de importante". O sea, en el texto litúrgico no se ha traducido la preposición dé = “pero" con lo que se indica que Jesús, no solo añade algo al texto, sino que corrige al fariseo. Y sobre todo, traduce "homoios" por “semejante", cuando en este caso tiene el sentido claro de “igual” (G. Haufe). Con lo que Jesús quiere decir que el amor al prójimo es “igual de importante” que el amor a Dios (U. Luz). El amor a Dios es inseparable del amor a los demás.

3. Es peligroso separar el amor a Dios del amor al prójimo, y más peligroso anteponer el amor a Dios a cualquier otro amor, porque a “Dios nadie lo ha visto” (Jn 1, 18). De ahí el peligro de que cada cual se imagine a Dios de acuerdo con sus ideas y sus conveniencias. Lo cual puede traducirse (y se traduce) en que, por amor a Dios, ofendemos, faltamos al respeto, perseguimos y hasta se ha matado al prójimo. Y además se puede hacer eso con la conciencia del deber cumplido. Cuando se hace eso, la religión se convierte en “violencia tranquilizante”: se mata por obediencia a Dios. Es la perversión total de Dios en nuestras conciencias.



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