26
de Agosto -Miércoles -
XXI
– Semana del Tiempo Ordinario
Mt
23, 27-32
En
aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay
de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los
sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por
dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por
fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de
hipocresía y crímenes.
¡Ay
de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis
sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos,
diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no
habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!”.
Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que
asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de
vuestro padre!".
1. La
comparación de los fariseos con los sepulcros aparece dos veces en
los evangelios. En Lc 11,44 y en Mt 23,27.
Pero
la comparación, en un caso y en otro, se utiliza en sentido
completamente inverso (U. Luz). En Lucas, se trata de sepulcros que
ni se ven, ni se notan. Mientras que en Mateo, son sepulcros
adornados y “con buena apariencia”. En cualquier caso, los
sepulcros
contienen un contraste tremendo: son bellos por fuera y están llenos
de muerte y podredumbre por dentro. En esto consiste la hipocresía
de los hombres de la religión: una cosa es lo que se ve en ellos; y
otra cosa la realidad que viven dentro. En gente así, es
imposible la transparencia. ¿Quién se fía de tales personas?
¿Qué credibilidad pueden tener?
2. La
segunda denuncia que se hace en este texto, se refiere al asesinato
de los profetas. En tiempo de Jesús existía la convicción de
que Israel persiguió y hasta asesinó a los profetas (Mc 12, 1-9; Lc
13,31-33). Y existían listas de los profetas que habían sido
víctimas de la persecución: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Miqueas,
Amós, Zacarías (Vit. Proph. II; J. Jeremias). Así
fue
el destino de hombres que fueron libres, que no se callaron ante las
injusticias que se cometían contra el pueblo y las infidelidades a
lo que Dios quería. Por otra parte, es evidente que honrar la
memoria de quienes dieron su vida por pacificar y humanizar este
mundo, eso es lo mismo que condenar a quienes fueron los asesinos de
los inocentes y honrados. Un
pueblo
honrado borra de su memoria a quienes fueron agentes de violencia y
opresión. Esto también es parte esencial del Evangelio.
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