10
de Agosto – Lunes -
19ª
Semana del Tiempo Ordinario
Mt 7, 21-26
En
aquel tiempo, mientras Jesús y los
discípulos recorrían juntos la Galilea,
les dijo Jesús: “Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de
los
hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día”. Ellos se
pusieron muy
tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto
de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿
Vuestro Maestro
no paga las dos dracmas?” Contestó: “Sí”. Cuando llegó a
casa, Jesús
se adelantó a preguntarle: “¿Qué
te parece Simón? Los reyes del mundo,
¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los
extraños?”.
Contestó: “A los extraños". Jesús le dijo: “Entonces,
los hijos están esentos.
Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el
anzuelo,
coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una
moneda de
plata. Cógela y págales por mí y por ti".
1.- Jesús
no era un adivino que sabía de antemano lo que iba a ocurrir en el
futuro. Sin embargo, Jesús sabía que lo iban a matar porque era
consciente de que el conflicto que las autoridades religiosas
mantenían con él iba en aumento. Jesús veía claro que su vida
terminaba mal y que eso se acercaba inevitablemente, tal como se
habían puesto las cosas. Jesús lo anuncia con claridad y
serenidad. Pero no da signos de dar marcha atrás o de moderar su
lenguaje y cambiar de vida. Jesús sabía lo que tenía que hacer. Y
lo hizo, hasta el final.
2.- El
impuesto por el que le preguntan a Pedro era el impuesto del templo. No era, por tanto, el impuesto civil que cobraban los romanos, sino
el impuesto religioso que cobraban los sacerdotes. Esto está bien
estudiado con seguridad. El impuesto era la didrakma, una moneda de
plata, según parece, equivalía al jornal de dos días. Pero su
equivalencia con nuestras monedas actuales es difícil de establecer.
3.- La
respuesta de Jesús a Pedro equivale a decir que “los hijos” (los
cristianos no están obligados a los deberes con el templo y, además,
están exentos de todo lo que se relaciona con el templo: culto,
sacerdocio, impuestos, etc. Hay quien piensa que “los hijos”
serían los israelitas. También en este caso, Jesús viene a decir
que todos, israelitas y cristiano están exentos de todo el sagrado y
solemne tinglado del templo y lo que eso supone. El apéndice final
de la moneda en la boca del pez no pasa de ser una pequeña leyenda
añadida por el redactor. En todo caso, lo importante es que Jesús
da un paso más en el planteamiento de su proyecto : la mediación
para el encuentro con Dios no es la buena relación con el templo,
sino la buena relación con las personas.
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