28
de Agosto -Viernes -
XXIª
- Semana del Tiempo Ordinario
San Agustín
Mt
25, 1-13
En aquel tiempo dijo Jesús
a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los
Cielos
se parecerá a diez doncellas que tomaron las lámparas y salieron a
esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran
sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el
aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las
lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo,
salid a recibirlo!”. Entonces se despertaron todas aquellas
doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias
dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se
nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: “Por
si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que
vayáis a la tienda y os lo compréis". Mientras iban a
comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con
él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron
también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió: “Os lo aseguro, no os conozco". Por
tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".
1. Esta
parábola produce una impresión de extrañeza, de sorpresa y de
estupor. Hay en este relato un “corte” con la realidad de la
vida cotidiana. Ni el retraso inexplicable del novio, ni la
negativa de las muchachas que no quisieron dar el aceite, ni eso de
mandar a la tienda a alguien a las
tantas
de la noche, ni lo de dar con la puerta en las narices a unas chicas
que piden entrar a la fiesta, ni siquiera el cerrar la puerta en una
boda que, en aquellos pueblos, era una fiesta para toda la gente,
todo eso, sencillamente no tiene ni pies ni cabeza. Ni Jesús pudo
poner eso como ejemplo para nadie.
2. El
“corte” y la “extravagancia del relato” (Paul Ricoeur) son la
mejor garantía de una parábola evangélica auténtica. El
“novio”, en los evangelios, es Jesús (Mc 2, 19; Mt 9, 15; Lc 5,
34; in 3, 29). Y viene a celebrar un banquete de boda, la gran
metáfora del Reino (Mt 22, 2
par).
Ahora bien, de acuerdo con lo que dicen estos textos evangélicos,
estar con el novio es cortar con los ayunos y privaciones que imponía
la religión de los fariseos. Y es también cortar con los
intereses y conveniencias de los que no entraron al banquete de boda
del Reino, al
banquete
en el que entraron los pobres y vagabundos de los caminos.
3. La
parábola no es una amenaza para estar preparados para el juicio de
Dios (no se celebra un juicio, sino un banquete). Ni es una
exhortación ética para ser generoso con quien pide un poco de
aceite. La parábola viene a recordar que al banquete de boda, que es
la presencia de Jesús en esta vida, entran los que viven preparados
para eso: los que no centran su vida en cumplir observancias y
privaciones religiosas, los pobres, sencillos, humildes y gentes que
no son los que se ven como los importantes y los selectos de este
mundo. Las jóvenes invitadas, que finalmente no entraron en la boda,
tuvieron una equivocación fatal: ellas se vieron como las preferidas
y escogidas. Y por eso se sintieron seguras. No les importó la
falta de aceite. El hecho de sentirse las “elegidas selectas”
fue su perdición. ¡Qué peligroso es sentirse superior a los
demás¡.
viernes
28 agosto 2015
San
Agustín de Hipona, obispo y doctor de la Iglesia.
Vida del Santo
Memoria
de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, que,
convertido a la fe católica después de una adolescencia inquieta
por los principios doctrinales y las costumbres, fue bautizado en
Milán por san Ambrosio y, vuelto a su patria, llevó con algunos
amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas
Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en la actual Argelia,
durante treinta y cuatro años fue maestro de su grey, a la que
instruyó con sermones y numerosos escritos, con los cuales también
combatió valientemente los errores de su tiempo y expuso con
sabiduría la recta fe.
San
Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia
católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil
encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor
influencia entre los católicos que este enorme santo.
Su
inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha
sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo
escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus
enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos. Cuando
Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones,
que lo ha hecho famoso en todo el mundo.
Su
lectura ha sido la delicia de millones de lectores en muchos países
por muchos siglos. El comentaba que a la gente le agrada leer este
escrito por gozan leyendo de los defectos ajenos, pero no se esmeran
en corregir los propios. La lectura de "Las Confesiones de San
Agustín" ha convertido a muchos pecadores. Por ejemplo Santa
Teresa cambio radicalmente de comportamiento al leer esas páginas.
Cuando joven tuvo una grave enfermedad y ante el temor de la muerte
se hizo instruir en la religión católica y se propuso hacerse
bautizar.
Pero
apenas recobro la salud se le olvidaron sus buenos propósitos y
siguió siendo pagano. Más tarde criticara fuertemente a los que
dejan para bautizarse cuando ya son bastante mayores, para poder
seguir pecando. Luego leyó una obra que le hizo un gran bien y fue
el "Hortensio" de Cicerón. Este precioso libro lo
convenció de que cada cual vale más por lo que es y por lo que
piensa que por lo que tiene. Pero luego sucedió que tuvo un
retroceso en su espiritualidad. Ingreso a la secta de los Maniqueos,
que decía que este mundo lo había hecho el diablo y enseñaban un
montón de errores absurdos.
Luego
se fue a vivir en unión libre con una muchacha y de ella tuvo un
hijo al cual llamo Adeodato ( que significa : Dios me lo ha dado)
Luego leyó las obras del sabio filosofo Platón y se dio cuenta de
que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por
su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su
espíritu y su mente. Estas lecturas del sabio Platón le fueron
inmensamente provechosas y lo van a guiar después durante toda su
existencia.
Se
dedico a leer la Santa Biblia y se desilusiono, ya que le pareció
demasiado sencilla y sin estilo literario, como los libros mundanos.
Y dejo por un tiempo de leerla. Después dirá, suspirando de
tristeza : "Porque la leía con orgullo y por aparecer sabio,
por eso no me agradaba. Porque yo en esas páginas no buscaba
santidad, sino vanidad por eso me desagradaba su lectura. ¡ Oh
sabiduría siempre antigua y siempre nueva. Cuan tarde te he
conocido!".
Al
volver al África fue ordenado sacerdote y el obispo Valerio de
Hipona, que tenía mucha dificultad para hablar, lo nombró su
predicador. Y pronto empezó a deslumbrar con sus maravillosos
sermones. Predicaba tan hermoso, que nadie por ahí, había escuchado
hablar a alguien así, a gente escuchaba hasta por tres horas
seguidas sin cansarse. Los temas de sus sermones, eran todos sacados
de la santa Biblia, pero con un modo tan agradable y sabio que la
gente se entusiasmaba.
Y
sucedió que al morir Valerio, el obispo, el pueblo lo aclamo como
nuevo obispo y tuvo que aceptar. en adelante será un obispo modelo,
un padre bondadoso para todos. Vivirá con sus sacerdotes en una
amable comunidad sacerdotal donde todos se sentirán hermanos. El
pueblo siempre sabia que la casa del obispo Agustín siempre estará
abierta para los que necesitan ayuda espiritual o material.
Será
gran predicador invitado por los obispos y sacerdotes de comunidades
vecinas y escritor de libros bellísimos que han sido y serán la
delicia de los católicos que quieran progresar en la santidad. El
tenía la rara cualidad de hacerse amar por todos. Había en el norte
de África unos herejes llamados Donatistas, que enseñaba que la
Iglesia no debe perdonar a los pecadores y que como católicos
solamente deben ser admitidos los totalmente puros ( pero ellos no
tenían ningún reparo en asesinar a quienes se oponían en sus
doctrinas ) Agustín se les opuso con sus elocuentes sermones y
brillantísimos escritos, y ellos no eran capaces de responderles a
sus razones y argumentos.
Al
fin el Santo logró llevar a cabo una reunión en Cartago con todos
los obispos católicos de la región y todos los jefes de los
Donatistas y allí los católicos dirigidos por nuestro santo
derrotaron totalmente en todas las discusiones a los herejes, restos
fueron abandonados por la mayor parte de sus seguidores, y la secta
se fue acabando poco a poco.
Vino
enseguida otro hereje muy peligroso. Un tal Pelagio, que enseñaba
que para ser santo no hacía falta recibir gracias o ayudas de Dios,
sino que uno mismo por su propia cuenta y propios esfuerzos logra
llegar a la santidad. Agustín que sabía por triste experiencia que
por 32 años había tratado de ser bueno por sus propios esfuerzos y
que lo único que había logrado era ser malo, se le opuso con sus
predicaciones y sus libros y escribió un formidable tratado de "La
Gracia", el cual prueba que nadie puede ser bueno, ni santo, si
Dios no le envía gracias ni ayudas especiales para serlo, en este
tratado tan lleno de sabiduría, se han basado después de los
siglos, los teólogos de la Iglesia católica para enseñar acerca de
la gracia.
Cuando
Roma fue saqueada y casi destruida por los bárbaros de Genserico,
los antiguos paganos habían dicho que todos estos males habían
llegado por haber dejado de rezar a los antiguos dioses paganos y por
haber llegado la religión católica. Agustín escribió entonces un
nuevo libro, el más famoso después de las Confesiones, "La
Ciudad de Dios" ( empleó 13 años redactándolo ).
Allí
defiende poderosamente a la religión católica y demuestra que las
cosas que suceden, aunque a primera vista son para nuestro mal, están
todas en un plan que Dios hizo en favor nuestro que al final veremos
que era para nuestro bien. ( Como dice San Pablo: "Todo sucede
para bien de los que aman a Dios") . En el año 430 el santo
empezó a sentir continuas fiebres y se dio cuenta de que la muerte
lo iba alcanzar, tenía 72 años y cumplía 40 años de ser fervoroso
católico, su fama de sabio, de santo y de amable pastor era inmensa.
Los bárbaros atacaban su ciudad de Hipona para destruirla, y el
murió antes de que la ciudad cayera en manos de semejantes
criminales. A quién le preguntaba que si no sentía temor de morir,
el les contestaba : "Quien ama a Cristo, no debe temer miedo de
encontrarse con El". Pidió que escribieran sus salmos
preferidos en grandes carteles dentro de su habitación para irlos
leyendo continuamente ( él en sus sermones, había explicado los
salmos ) durante su enfermedad curó un enfermo, con solo colocarle
las manos en la cabeza y varías personas que estaban poseídas por
malos espíritus quedaron libres ( San Posidio, el obispo que lo
acompaño hasta sus últimos días, escribió después su biografía
).
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