lunes, 24 de agosto de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 24 de Agosto – Lunes - XXI – Semana del Tiempo Ordinario




24 de Agosto – Lunes -
XXI – Semana del Tiempo Ordinario

Mt 23, 13-22

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: “¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones! Vuestra sentencia será por eso más severa. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros guías ciegos, que decís: jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también:jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo, jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él".

1. La serie de denuncias que este capítulo de Mt pone en boca de Jesús, y que todas empiezan con un “¡Ay!". Esta especie de grito no se ha de interpretar como el lamento por una situación triste. Se trata, más bien, del anuncio de un castigo, incluso una maldición (E. Haenchen). Maldición
que anuncia y avisa que lo determinante en la vida no son las palabras, sino únicamente las obras (Mt 7, 21-23; 12, 49-50; 25, 31-46). En este caso concreto, el enorme engaño que representa usar la religión (rezos, misas, funciones solemnes de culto...) para sacarle el dinero a las personas más desamparadas, las viudas de aquel tiempo o las gentes de buena voluntad, que dan a la Iglesia o pagan una boda, un entierro, quitándoselo de la boca.

2. El hecho común y repetido, en estas obras o formas de conducta, era siempre lo mismo. Se trataba de verdaderas aberraciones que se producían en torno al culto religioso y a las prácticas sagradas: templo, altar, juramentos, ofrendas... Pero lo más importante es que tales aberraciones se llevaban a cabo de manera que todo aquello era la justificación de formas de conducta en las que se anteponían las “observancias religiosas” al “bien de las personas”. Lo importante era cumplir con la religión y tener buena imagen ante la gente. El sufrimiento de quienes lo pasan mal era un asunto para el que —con demasiada frecuencia— los hombres de la religión no tenían especial sensibilidad.

3. Jesús insiste en el tema de la ceguera en que viven estos hombres de la piedad, la observancia y la sumisión religiosa: “¡Ay de vosotros ciegos!” (Mt 23, 16). Jesús convirtió con frecuencia a los ciegos en videntes, (Mt 9, 27-31; 11, 5; 12, 22-24; 15, 31; 20, 29-34; 21, 14). Cuando Jesús le abría los ojos a la gente, para que viera la realidad de lo que estaba sucediendo en Israel y de lo que hacían los expertos en las cosas de la religión, los observantes del templo (fariseos) decían que aquello era cosa del diablo (Mt 9, 34; 12, 24; Jn 9). La religión no soporta que le pongan sus engaños al descubierto. Con demasiada frecuencia, la religión vive de las medias verdades y del ocultamiento de sus numerosos engaños.



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