14 DE JUNIO - MARTES
11ª - Semana del T.O.-C
San Eliseo, profeta
Evangelio
según san Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos:
“Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a
tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen
y rezad por los que os persiguen y calumnian.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman,
¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos?
Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto”.
1. El
problema más fuerte, que tenemos que resolver los humanos, es el del
resentimiento y el odio a quienes pensamos y sentimos que son nuestros
enemigos. Y es este el problema más
fuerte porque del odio se alimenta la violencia, hasta hacer imposible la
convivencia. Por eso, si es que Jesús
vio que lo más importante y urgente es humanizar este mundo, tenía que afrontar
de forma directa y fuerte el problema del odio. Y en esto, ya vemos que Jesús no se anduvo con
medias tintas.
Jesús fue radical.
Por la fuerza de nuestras convicciones
evangélicas, tenemos que modificar lo que haya de odio en amor y bondad.
Esto es central en el proyecto de Jesús.
Hasta el extremo de que sin esto no podemos ser cristianos.
2. Las
fórmulas de Jesús son terminantes: “amar”-”enemigos”, “hacer el bien”-”los que odian”,
“bendecir”-”los que maldicen’”, “orar”-”los que persiguen”.
Son proposiciones radicalmente
contrapuestas. Además, Jesús advierte
que esta forma de conducta es la que nos hace “hijos de Dios”: “para que seáis
hijos de vuestro Padre del cielo” (Mt 5, 45).
Este principio es tan necesario y tan
básico, que ya estaba en la filosofía griega, especialmente en el pensamiento
platónico y estoico.
En
esto se centraba la “philanthropía” como concepto ético indispensable para ser
“imago Dei” (el amor al ser humano como imagen de Dios) (U. Luck, A. Nissen, U.
Luz).
Nunca nos deberíamos cansar de repetir y
repetirnos a nosotros mismos que no es la religión y sus rituales lo que nos
acerca a Dios, sino la conducta ética del amor y la bondad.
3. Como
motivación para superar la natural resistencia a esta forma de conducta
(poco
frecuente), Jesús apela al ejemplo del Padre.
Dios no hace distinciones.
Ni trata mejor a los buenos que a los
malos. Si —según las creencias— Dios se
porta así, la conducta del creyente tiene que ser un calco del comportamiento
de Dios con todos los seres humanos. Y
conste que este precepto no es uno entre otros, sino que es el centro y la cima
de todos los mandamientos que Dios nos puede imponer y por el que nos parecemos
al Padre.
Además, un amor así desarma todas las
violencias imaginables.
San Eliseo, profeta
Eliseo ("Dios es mi salvación") es una
figura dominante del siglo IX antes de Cristo. Conocemos el nombre de su padre,
Safat, originario de Abel Meholah, al sur de Bewt-Shan, y sabemos que su
familia era acomodada (1 Re 19, 16-19).
El Carmelo desde siempre consideró a este discípulo
de San Elías, de quien heredó su doble espíritu, como su segundo padre
espiritual.
Dios le elige directa y especialmente (1 Re 19,16)
para que vaya en seguimiento de Elías (1 Re 19,l9ss), al cual sucederá después
de la misteriosa desaparición de éste, heredando su espíritu en la medida
establecida por la Ley para los primogénitos: el doble que los otros herederos
[2 Re 2,1-15]. Su condición de "hombre de Dios" se revela
principalmente en los prodigios de todo género con que está entretejida su
vida. Los obra por si mismo, para personas particulares y para comunidades
enteras.
Vivió hacia 850-800, sucesor de san Elias, al que
supera ciertamente por el número y lo llamativo de sus milagros, pero no por su
personalidad y su influencia religiosa. Así, Elías es mencionado en el Nuevo
Testamento, significativamente, 30 veces; Eliseo sólo una vez (Lc 4,27).
Su historia, casi legendaria y a veces plagiada de
la de Elías, fue recogida en 1 y 2 Re (1 Re 19, 19-21,2 Re, 13-8, 15,9,1-15,13,
14,-21). Con la unción de Yehú provocó la caída de la dinastía de Ajab. Gozaba
de gran estimación entre los reyes Yosafat (2 Re 3,12) y Yoás (2 Re 13,14-19).
Parece que incluso sus propios huesos obraban milagros (2 Re 13,20s).
Eliseo aparece en la Biblia cuando Elías es
arrebatado y su carisma pasa a Eliseo (2 Re 1), y concluye con el milagro que
tuvo lugar con el cadáver del profeta ya enterrado (2Re 13,21).
La mayoría de las narraciones, que semejan hermosas
"florecillas", muestran a Eliseo rodeado de unos grupos que reciben
el nombre de "discípulos (o hijos) de los profetas".
¿Los carmelitas sucesores de "los hijos de los
Profetas"?
Esta es una cuestión ya superada, pero quizá sea
bueno recordar aquí quiénes eran estos "hijos de los Profetas" a los
que muchos autores de dentro y fuera de la Orden señalaron durante siglos como
predecesores de los actuales carmelitas, que tienen su verdadero origen a
finales del siglo XII.
San Eliseo era el Maestro y Padre de todos estos
grupos, a quien acudían y obedecían: 2 Re 4,38;6, 1-2,12-21...
Quizá no nos equivoquemos si consideráramos a esas
confraternidades de profetas como los últimos portadores de una fe en Yahvé,
pura y sin mezcla; ni tampoco nos equivoquemos, si estimamos en alto grado su
importancia en orden a la pervivencia de la fe en Yahvé, y en especial para el
sello característico que tendrá en adelante. En último término, éste es el
punto del que partió aquella inaudita radicación de la fe yahvista y del
derecho divino que nos encontramos en los profetas más tardíos.
Los sorprendentes descubrimientos en las grutas
situadas al noroeste del mar Muerto, no solamente nos proporcionan noticia de
un establecimiento de esenios de estricta observancia, un siglo antes y un
siglo después del nacimiento de Cristo, sino que nos proporcionan también una
visión exacta de las ordenanzas rigurosas de su vida comunitaria dirigida
autoritativamente (todo ello gracias al documento llamado "Reglas de la
secta"), muestran bajo nueva luz los relatos referentes a las
fraternidades de profetas de la época de Eliseo.
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