lunes, 13 de junio de 2016

párate un momento: El Evangelio de dia 14 DE JUNIO - MARTES 11ª - Semana del T.O.-C San Eliseo, profeta




14 DE JUNIO - MARTES
11ª -  Semana del T.O.-C
San Eliseo, profeta

       Evangelio según san Mateo 5,43-48

       En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
       “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
       Yo, en cambio, os digo:
       Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.
       Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
       Porque, si amáis a los que os aman,
¿qué premio tendréis?  ¿No hacen lo mismo también los publicanos?  Y si saludáis solo a vuestro hermano,  ¿qué hacéis de extraordinario?  ¿No hacen lo mismo también los paganos?
       Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

       1.   El problema más fuerte, que tenemos que resolver los humanos, es el del resentimiento y el odio a quienes pensamos y sentimos que son nuestros enemigos.  Y es este el problema más fuerte porque del odio se alimenta la violencia, hasta hacer imposible la convivencia.   Por eso, si es que Jesús vio que lo más importante y urgente es humanizar este mundo, tenía que afrontar de forma directa y fuerte el problema del odio.  Y en esto, ya vemos que Jesús no se anduvo con medias tintas.
       Jesús fue radical.
       Por la fuerza de nuestras convicciones evangélicas, tenemos que modificar lo que haya de odio en amor y bondad.
       Esto es central en el proyecto de Jesús. Hasta el extremo de que sin esto no podemos ser cristianos.

       2.   Las fórmulas de Jesús son terminantes: “amar”-”enemigos”, “hacer el bien”-”los que odian”, “bendecir”-”los que maldicen’”, “orar”-”los que persiguen”.
       Son proposiciones radicalmente contrapuestas.  Además, Jesús advierte que esta forma de conducta es la que nos hace “hijos de Dios”: “para que seáis hijos de vuestro Padre del cielo” (Mt 5, 45).
       Este principio es tan necesario y tan básico, que ya estaba en la filosofía griega, especialmente en el pensamiento platónico y estoico.
        En esto se centraba la “philanthropía” como concepto ético indispensable para ser “imago Dei” (el amor al ser humano como imagen de Dios) (U. Luck, A. Nissen, U. Luz).
       Nunca nos deberíamos cansar de repetir y repetirnos a nosotros mismos que no es la religión y sus rituales lo que nos acerca a Dios, sino la conducta ética del amor y la bondad.

       3.   Como motivación para superar la natural resistencia a esta forma de conducta
(poco frecuente), Jesús apela al ejemplo del Padre.
       Dios no hace distinciones.
       Ni trata mejor a los buenos que a los malos.   Si —según las creencias— Dios se porta así, la conducta del creyente tiene que ser un calco del comportamiento de Dios con todos los seres humanos.  Y conste que este precepto no es uno entre otros, sino que es el centro y la cima de todos los mandamientos que Dios nos puede imponer y por el que nos parecemos al Padre.
        Además, un amor así desarma todas las violencias imaginables.

San Eliseo, profeta



Eliseo ("Dios es mi salvación") es una figura dominante del siglo IX antes de Cristo. Conocemos el nombre de su padre, Safat, originario de Abel Meholah, al sur de Bewt-Shan, y sabemos que su familia era acomodada (1 Re 19, 16-19). 
El Carmelo desde siempre consideró a este discípulo de San Elías, de quien heredó su doble espíritu, como su segundo padre espiritual. 
Dios le elige directa y especialmente (1 Re 19,16) para que vaya en seguimiento de Elías (1 Re 19,l9ss), al cual sucederá después de la misteriosa desaparición de éste, heredando su espíritu en la medida establecida por la Ley para los primogénitos: el doble que los otros herederos [2 Re 2,1-15]. Su condición de "hombre de Dios" se revela principalmente en los prodigios de todo género con que está entretejida su vida. Los obra por si mismo, para personas particulares y para comunidades enteras. 
Vivió hacia 850-800, sucesor de san Elias, al que supera ciertamente por el número y lo llamativo de sus milagros, pero no por su personalidad y su influencia religiosa. Así, Elías es mencionado en el Nuevo Testamento, significativamente, 30 veces; Eliseo sólo una vez (Lc 4,27). 
Su historia, casi legendaria y a veces plagiada de la de Elías, fue recogida en 1 y 2 Re (1 Re 19, 19-21,2 Re, 13-8, 15,9,1-15,13, 14,-21). Con la unción de Yehú provocó la caída de la dinastía de Ajab. Gozaba de gran estimación entre los reyes Yosafat (2 Re 3,12) y Yoás (2 Re 13,14-19). Parece que incluso sus propios huesos obraban milagros (2 Re 13,20s). 
Eliseo aparece en la Biblia cuando Elías es arrebatado y su carisma pasa a Eliseo (2 Re 1), y concluye con el milagro que tuvo lugar con el cadáver del profeta ya enterrado (2Re 13,21). 
La mayoría de las narraciones, que semejan hermosas "florecillas", muestran a Eliseo rodeado de unos grupos que reciben el nombre de "discípulos (o hijos) de los profetas". 
¿Los carmelitas sucesores de "los hijos de los Profetas"? 
Esta es una cuestión ya superada, pero quizá sea bueno recordar aquí quiénes eran estos "hijos de los Profetas" a los que muchos autores de dentro y fuera de la Orden señalaron durante siglos como predecesores de los actuales carmelitas, que tienen su verdadero origen a finales del siglo XII. 
San Eliseo era el Maestro y Padre de todos estos grupos, a quien acudían y obedecían: 2 Re 4,38;6, 1-2,12-21... 
Quizá no nos equivoquemos si consideráramos a esas confraternidades de profetas como los últimos portadores de una fe en Yahvé, pura y sin mezcla; ni tampoco nos equivoquemos, si estimamos en alto grado su importancia en orden a la pervivencia de la fe en Yahvé, y en especial para el sello característico que tendrá en adelante. En último término, éste es el punto del que partió aquella inaudita radicación de la fe yahvista y del derecho divino que nos encontramos en los profetas más tardíos. 
Los sorprendentes descubrimientos en las grutas situadas al noroeste del mar Muerto, no solamente nos proporcionan noticia de un establecimiento de esenios de estricta observancia, un siglo antes y un siglo después del nacimiento de Cristo, sino que nos proporcionan también una visión exacta de las ordenanzas rigurosas de su vida comunitaria dirigida autoritativamente (todo ello gracias al documento llamado "Reglas de la secta"), muestran bajo nueva luz los relatos referentes a las fraternidades de profetas de la época de Eliseo.


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