6 DE JUNIO - LUNES
10 – Semana del T.O.-C
San Norberto, obispo
Evangelio
según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña,
se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándoles:
“Dichosos los pobres en
el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque
ellos quedarán saciados. Dichosos
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán
“los hijos de Dios”. Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y persigan y os calumnien de
cualquier modo por mi causa. Estad
alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo, que de
la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.
1. Las
bienaventuranzas no son afirmaciones sorprendentes que se entienden mediante el
estudio, el análisis y las explicaciones de los sabios y eruditos.
Las bienaventuranzas se entienden
solamente cuando se viven y en la medida en que se viven o se hacen vida en
nuestras vidas. En este sentido, se puede afirmar que las bienaventuranzas son
formulaciones del sufrimiento vivido, no con resignación y menos aún con
amargura o resentimiento, sino desde la libertad que se vive al servicio de la
misericordia.
Por ejemplo, los pobres, que viven en su
pobreza con el extraño gozo y la paz extraña de quienes así sienten que su vida
tiene sentido, esos son los que comprenden lo que significa “dichosos los
pobres”.
Y lo mismo hay que decir de los que
sufren, los que viven sometidos, los que tienen hambre y sed de justicia, etc.
Solo desde la experiencia vivida de esas
situaciones, se pueden comprender las bienaventuranzas.
2. Si
las bienaventuranzas son un texto central en el Evangelio, llama la atención que
en ellas no se menciona la religión, ni se alude a actos religiosos.
Las bienaventuranzas se refieren a
situaciones humanas. Pero son situaciones propuestas de forma que lo que se ve
como normal en la vida, se vuelve del revés.
Los pobres, los que sufren, los
hambrientos, son los que encajan mejor en el Evangelio.
Y desde ellos se hace presente el Reinado
de Dios en el mundo.
3. ¿Qué
significa todo esto? Que Jesús vio claramente que no es el triunfo y el éxito en
la tierra lo que nos lleva a Dios, sino la humanidad que nos hace sensibles a
cuanto es sufrimiento humano, para que esta vida se humanice.
No mediante rituales, normas y observancias,
sino mediante la bondad al servicio de la misericordia.
Este proyecto es la puerta que nos abre
el acceso al Evangelio. Solo desde esta
“opción fundamental” en la vida, será posible entender a Jesús. Y así, acceder al Dios que se nos reveló en
Jesús.
San Norberto, obispo
Nació en Xanten y desde joven
abrazó la vida religiosa, recibiendo las órdenes menores, incluyendo el
subdiaconato. Fue convertido cuando caminando por un sendero un rayo asustó a
su caballo e hizo que lo derribara al suelo, dejándolo sin conocimiento por más
de una hora. Lo primero que dijo al volver en sí, fueron las palabras de San
Pablo: "¿Señor, que quieres que yo haga?" y por respuesta oyó las
palabras del salmo 37: "Apártate del mal y haz el bien". La
conversión fue tan repentina y tan completa como la del apóstol Pablo; se
retiró a una casa de oración a meditar y a hacer penitencia y se puso bajo la
dirección de un santo director espiritual. Después de hacer los debidos
estudios fue ordenado sacerdote en el año 1115.
Uno de
sus propósitos fue cumplir y seguir fielmente el Evangelio, y difundirlo por
todo el mundo. El Pontífice Gelasio II le concedió licencia para predicar por
todos los paises, fundando una comunidad en una zona desértica llamada
"Premonstré".
Los
monjes, con el santo a la cabeza, se dedicaron a vivir el Evangelio lo mejor
posible, y pronto San Norberto tuvo nueve conventos en diversas partes del
país. El Papa Honorio II aprobó la nueva comunidad, la cual se extendió por
varios países.
Fue
nombrado Arzobispo de Magdeburgo, y San Norberto se dedicó con todas sus
energías a poner orden en su arquidiócesis, ya que muchos laicos se estaban
apoderando de los bienes de la Iglesia y algunos sacerdotes no tenían el debido
comportamiento. Sus reformas tuvieron una fuerte oposición. Le inventaron toda
clase de calumnias y trataron de levantar al pueblo en su contra. Dos o tres
veces el santo obispo estuvo a punto de ser asesinado. La rebelión llegó a tal
extremo que San Norberto tuvo que salirse de Magdeburgo, pero entonces
empezaron a suceder tan terribles males en la ciudad, que los ciudadanos fueron
a pedirle que regresara y le prometieron ser más obedientes a sus mandatos e
instrucciones. A los pocos años, en el clero se notaba ya un cambio muy
consolador y un gran progreso en el fervor y en las buenas costumbres.
En
Roma, los enemigos del Papa Inocencio II eligieron un antipapa, llamado
Anacleto, expulsando a Inocencio II de la ciudad eterna. San Norberto convenció
al emperador Lotario para que con un gran ejército, fuera a Italia a defender
al Pontífice, el cual sin ayuda militar del exterior no podía entrar a Roma. El
emperador Lotario, por influencia de nuestro santo, se dirigió con su ejército
hacia Italia y en mayo del año 1133 entró a Roma, acompañado de San Norberto y
de San Bernardo, y posesionó de nuevo al Pontífice.
Terminada
esta su última gran acción, el santo se sintió ya sin fuerzas; en 20 años de
episcopado había hecho un trabajo como de sesenta años. Murió en Magdeburgo, el
6 de junio de 1134, a los 53 años.
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