viernes, 3 de junio de 2016

Párate un momento: El evangelio del día 4 DE JUNIO - SÁBADO 9ª – Semana del Tiempo Ordinario – C Inmaculado Corazón de María






4 DE JUNIO - SÁBADO
9ª – Semana del Tiempo Ordinario – C
Inmaculado Corazón de María

       Evangelio según san Marcos 12, 38-44

       En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía:
        “¡Cuidado con los letrados!  Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.
       Esos recibirán una sentencia más rigurosa.
        Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
       Llamando a sus discípulos, les dijo:
       “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.

       1.   En este relato, el evangelio de Marcos recoge y resume lo que Jesús pensaba
sobre dos asuntos de importancia para el correcto funcionamiento de la religión, tal como Jesús entendía el hecho religioso y cómo se tiene que vivir.
        Estos dos asuntos son:  1) El templo.  
       2) Los letrados (o teólogos) que son los responsables de la normativa que se debe imponer en el templo y, desde el templo, para los fieles en general.
       Jesús no fue un pensador, que, desde sus teorías, programaba lo que se tenía que hacer en la práctica diaria de la vida.
       Jesús tomaba como punto de partida lo que veía que sucedía en lo concreto de la vida.  Y, desde lo concreto, pensaba y programaba lo que se tenía que modificar.

       2.   Jesús pensaba que ni el templo, ni sus teólogos, debían gestionarse y funcionar como se organizan la gestión y el funcionamiento de una empresa de producción o de comercio.
       En el templo, lo que importa no es la cantidad de dinero que entra, sino el buen corazón de las personas que se acercan al templo.
       Por eso Jesús valora más y mejor la bondad de una pobre viuda, que solo da unos céntimos, que la mayor fortuna que pueda aportar un rico adinerado.
       Y en el caso de los letrados, lo que Jesús hace es advertir a la gente que tenga cuidado, no con la exactitud de las doctrinas que enseñan, sino con el lujo, la pomposidad y las distancias con que se presentan.

       3.   0 sea, para Jesús, el templo (con sus sacerdotes, ornamentación, rituales, ceremonias..., todo eso) interesa en tanto en cuanto es el “punto de encuentro” de las gentes que solo puede llevar al lugar santo un corazón desprendido del dinero y una generosidad ejemplar.
       Si lo que se lleva al templo es dinero, mejor es que no te presentes allí.
        Eso no le interesa a Jesús.  
       Y de la misma manera, para Jesús lo que   importa no es que la religión tenga maestros y teólogos de mucha fama, gente de brillo, que puede ostentar lo que llama la atención o lo que impresiona al público.
       Sobre todo, si son hombres ambiciosos y le sacan el dinero a las personas de buena voluntad con el pretexto de que así vamos derechos al cielo.
       Todo eso es exactamente lo que condena el Evangelio.
       ¿Cuándo se acabarán las “tarifas parroquiales” de misas, bodas, entierros...?
       ¡Ya está bien de tanto engaño y de tanta ambición disfrazada de “piedad”!

Inmaculado Corazón de María




María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.
Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.
Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.
Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.
El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de Dios.
Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.




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