jueves, 2 de junio de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 3 DE JUNIO - VIERNES SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE JESÚS




3 DE JUNIO - VIERNES
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE JESÚS

       Evangelio según san Lucas 15, 3-7

       En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y letrados esta parábola:
        “Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra?
       Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros muy contento;
       “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
       Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.

       1.   La fiesta del “Corazón de Jesús”, tal como se ha celebrado durante mucho tiempo (y se sigue celebrando en algunos ambientes), evoca una espiritualidad de piedad y devoción que nos lleva a pensar en un Dios, que se nos da a conocer en Jesús, y que, en su forma de vivir, en sus costumbres, relaciones y amistades, es un Dios al que hoy no dejarían entrar en determinadas iglesias, conventos, seminarios, casas de espiritualidad...
       El Jesús del Evangelio, según los criterios dominantes hoy en no pocos ambientes eclesiásticos, no tendría vocación, no podría entrar en más de un noviciado.   Ni podría pertenecer a ciertos grupos muy estrictos y tradicionales.
       ¿Será que no sabemos leer el Evangelio?
       ¿O no será, más bien, que (sin darnos cuenta) andamos, en no pocas cosas, lejos del Jesús histórico?

       2.   Siempre se ha dicho que lo central, en la fiesta del Corazón de Jesús, es el amor de Dios tal como se nos reveló en Jesús.
       Es, por tanto, una fiesta que apunta derechamente el centro mismo del Evangelio. Y es verdad que el centro del Evangelio se encuentra en el amor de Jesús a todos los seres humanos.
       Lo que pasa es que eso se puede entender y vivir de muchas formas y en expresiones muy diferentes.
       En todo caso, una cosa es cierta: el Jesús terreno (o histórico), que nos presentan los evangelios, no es el amante devoto al que se corresponde con devoción, piedad o sentimientos similares.
       El amor de Jesús resultó desconcertante precisamente para los grupos más religiosos de su tiempo.   Y el desconcierto se produjo porque Jesús —si nos atenemos a lo que relatan los evangelios—  no se distinguió por su “devoción” hacia las personas “religiosas”, sino por su “sensibilidad” hacia las personas “marginadas” (pecadores, publicanos, extranjeros, enfermos, pobres y mendigos, mujeres de mala fama, y gentes necesitadas de toda índole).

       3.   La fiesta del Corazón de Jesús nos tiene que recordar dónde, en qué y con quienes se expresó el amor de Dios, en Jesús, al mundo, a todos los seres humanos.  Y nos obliga a preguntarnos en la Iglesia:
       ¿acertamos con lo que realmente significa y representa, para la humanidad, el amor del Corazón de Jesús?
       Por más que esta pregunta nos resulte molesta o inquietante, no podemos dejarla de lado en este día tan importante, tan serio y tan entrañable.



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