7 DE JUNIO - MARTES
10ª - SEMANA DEL T.O.-C
San Antonio María Gianelli, obispo
Evangelio
según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve
sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la
gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte. Tampoco
se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el
candelero y que alumbre a todos los de la casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el Cielo”.
1. Esta
exhortación final, que sigue a las bienaventuranzas, insiste en la idea según la
cual lo que debe aparecer como distintivo de los cristianos, o sea, aquello por
lo que se conozca a los seguidores de Jesús, ha de ser su conducta.
A eso se refiere Jesús, sin duda alguna,
cuando afirma que la actividad de los cristianos, “la totalidad de sus
acciones” (R. Heiligenthal), han de ser
sus “buenas obras” (“kalá érga”) (Mt 5,16).
Dicho en pocas palabras, el distintivo de
los cristianos es la rectitud de su conducta ética. La luz del mundo es el
comportamiento de los cristianos (U. Luz).
2. Sin
embargo, la cultura de Occidente se ha configurado de forma que un pueblo, una
ciudad, se reconoce como cristiana, no por la ejemplaridad de la conducta de
sus habitantes, sino por la catedral o la iglesia a la que acuden los fieles,
para cumplir con sus observancias, sus ritos y sus ceremonias. Y también se tienen en cuenta —para distinguir
a las ciudades cristianas— los curas y las monjas, las imágenes de los santos,
los rezos, las cofradías y procesiones, sobre todo las devociones a las
vírgenes, las fotografías del papa y, en definitiva, las manifestaciones
visibles de culto sagrado, mucho antes y muy por encima de las costumbres que
se perciben en la población y sus habitantes.
3. ¿Qué
hemos hecho del Evangelio?
¿Qué hemos puesto, entre todos, en el centro
mismo de la vida de la Iglesia?
Hemos puesto “dogmas”, “normas”,
“templos”, “imágenes”, “sacerdotes”...
Y mientras tanto, hemos dejado que la
conducta cívica y nuestras relaciones humanas se las organice cada cual según
le resulte más fácil y más conveniente, de acuerdo con sus propios intereses.
Así, hemos construido una cultura muy
“cristiana” y muy “pagana” al mismo tiempo.
O quizá mejor: como dijo acertadamente
Wittgenstein, “la cultura es el reglamento de una Orden. O bien presupone el reglamento de una Orden”
(Peter Sloterdijk). Efectivamente, la
cultura nos somete a una determinada reglamentación. Pero, ¿es eso el Evangelio
de Jesús?
Hay que preguntarse esto a fondo. Y sacar
las consecuencias.
San Antonio María Gianelli, obispo
Fundador de la Congregación de las
Hijas de María Santísima del Huerto
Antonio Gianelli nace en tierra Ligur, en Cereta, pequeña fracción de Carro, en una familia pobrísima que cultiva tierras arrendadas. En la escuela para niños fundada por el Párroco de Castello, realiza sus primeros estudios.
Antonio Gianelli nace en tierra Ligur, en Cereta, pequeña fracción de Carro, en una familia pobrísima que cultiva tierras arrendadas. En la escuela para niños fundada por el Párroco de Castello, realiza sus primeros estudios.
Hasta los 18 años distribuye su
tiempo entre el estudio, la oración, el catecismo, el servicio de a las
familias labriegas y las obras de caridad.
Una acaudalada genovesa propietaria
de los terrenos que sus padres cultivaban, le facilita la entrada al Seminario
de Génova, Continúa con éxito sus estudios, pero sobre todo cultiva la piedad y
la mortificación.
En 1813, después de haber recibido
la ordenación sacerdotal, es destinado como ayudante del Abad de la Iglesia de
S. Mateo en Génova, donde permanece por dos años.
En Cáracari, Diócesis de Acqui se
desempeña como profesor modelo, en el Colegio de los Escolapios durante el curso
escolar 1815-1816.
Conocido y apreciado por el Cardenal
Spina es llamado al año siguiente al Seminario de Génova y se le confía la
Cátedra de Retórica, que Gianelli ejerce por 10 años. Años plenos de intenso
trabajo y responsabilidad al servicio de futuros sacerdotes de los que quiere:
"Sean doctos, sí, pero por sobre todo santos".
Al quedar vacante, en 1826, la
colegiala de S. Juan Bautista en Chiavari, el nuevo Arzobispo de Génova, Mons.
Luis Lambruschini escribe a los Chiavareses: "Os envío la más bella flor
de mi jardín". Y vuelto a Gianelli: "haga de cuenta que emprende una
misión, no de pocos días, sino de 10 o 12 años..."
¿Fue una profecía? Estos 12 años de
intensa actividad apostólica sacerdotal son, al mismo tiempo, escuela de
ascética y pastoral, que preparan a Gianelli para una más difícil y sublime
misión.
Antonio Gianelli atento al hombre
era profundamente sensible a la promoción humana. Atento a la realidad
histórica del momento desde su llegada a Chiávari, favorece las obras sociales
que en aquel momento son útiles y necesarias.
Se inscribe en la Sociedad Económica
fundada en Chiávari en 1791 por el Patricio Esteban Rivarola para el desarrollo
de las artes, de la industria, de la agricultura y del comercio y toma a pecho
la vida y las iniciativas de esta Sociedad. el promotor quiere unir una
Institución, particularmente benéfica para Chiávari: el Hospicio de Caridad y
Trabajo cuyo objeto era ya, acoger a las huérfanas de la ciudad de Gianelli,
durante su permanencia en Chiávari, formaba parte del Gobierno del Hospicio que
era regido por un Consejo constituido por miembros de la misma sociedad.
Naturalmente como Párroco, sacerdote
y padre de la gran familia chiavarense debía ocuparse y preocuparse más que los
otros de las internas del Instituto.
Tenía un lugar especial para la
dirección del Hospicio, la cual era ejercida por turno, por señoras,
generalmente viudas. Él, en verdad se daba cuenta que era necesario resolver
radicalmente ese problema ya que se deseaba una sólida formación cristiana y
Cívica para las niñas del Hospicio. Pensó confiar la dirección del Instituto a
miembros de una Congregación religiosa, pero las precarias condiciones
económicas, impidieron la actuación del proyecto.
El Instituto de las Hijas de María
Santísima del Huerto nació por un impulso interior, un acto de amor intenso,
brotó del corazón de Gianelli del amor apasionado que intuía las necesidades de
los hijos de su Parroquia sin que se las manifestaran.
La caridad de Gianelli, a imitación
de Cristo es vigilante, atenta, pronta a captar y comprender, a descubrir
nuevas necesidades, a encontrar las soluciones del caso. Caridad evangélica,
abierta a todos, siempre alerta superando el cansancio y la ingratitud. El
Instituto nació para ser orfanatorio de Chiávari bajo el impulso del Espíritu
Santo se extendió en toda la liguria, asumiendo otros servicios de caridad. Una
síntesis de la amplitud de nuevas formas de servicio y de la rápida expansión
del Instituto la da el mismo Gianellien la alocución que dirige al pueblo de
Chiávari el 3 de abril de 1837 con ocasión de la bendición de la Piedra
Fundamental del Conservatorio (Casa Madre del Instituto).
Después de 8 años de sufrida, pero
entusiasmante experiencia, Gianelli presenta su Institución como una respuesta
a las urgencias religiosas y humanas de la ciudad de Chiávari, de la Liguria,
de toda Italia, del mundo, porque con su Instituto abraza en su amor de Pastor,
casi todas las necesidades del hombre en la Iglesia Universal.
El párroco, escribe Gianelli, es el
padre de una gran familia es, sobre todo, el padre de los pobres que debe
pensar aún en sus necesidades materiales. Todo en vista al gran fin: la
santificación. "Vosotros que me véis aquí, entregado a una obra lisonjera,
costosa, difícil, ¿qué concepto tendréis de vuestro Pastor? ¿Qué pensarán los
pobres de este su Padre? También con esta empresa miro a una gran finalidad de
mi ministerio. Nada hay en ella que no esté totalmente realizado para vosotros.
todo a favor del Evangelio; todo amadísimos, para vuestra santificación".
Gianelli relata a los Chiavareses la historia de los primeros 8 años de la vida
de la Congregación. Es una evaluación que have con su pueblo de la obra y
espíritu de sus Hijas de María Santísima del Huerto.
En la Catedral de San Lorenzo, en
Génova, Antonio María es consagrado Obispo el 6 de mayo de 1838 por S. Excia.
el Cardenal Tadini. Aquella tarde un amigo suyo, rector del Seminario de
Génova, confiaba a sus seminaristas: "Hoy he asistido a la consagración
episcopal de un santo".
El 8 de julio, Monseñor Gianelli
inicia su ministerio de Padre de la Fe en la Diócesis de Bobbio.
Consumido por las fatigas
apostólicas vive pocos años y el 7 de junio de 1846 muere en Placencia.
La Iglesia lo cuenta entre sus
Santos desde el 21 de octubre de 1951 en el pontificado de S.S. Pío XII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario