20 DE JUNIO – LUNES –
12ª - Semana del T.-O.-C
Stª – Florentina de Cartagena, virgen
Evangelio
según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dejo Jesús a sus discípulos:
“No juzguéis y no seréis juzgados. Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que
uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y
no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Déjame que te saque la mota
del ojo, teniendo una viga en el tuyo?
Hipócrita, sácate primero la viga del ojo, entonces verás
claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano”
1. Una
vez más, hay que insistir en que las tres grandes preocupaciones de Jesús fueron
la salud de los humanos, la comida compartida entre las personas y las buenas
relaciones humanas.
Pues bien, para la tercera de estas tres
grandes preocupaciones, en torno a las cuales giró toda la vida y el ministerio,
que Jesús nos dejó en el Evangelio, el tema del juicio es enteramente capital.
De sobra sabemos que una de las cosas que
más nos duelen en la vida es que nos juzguen mal, que piensen mal de nosotros,
que nos rechacen o nos condenen desde prejuicios negativos o despectivos.
Eso es de lo que más nos divide, nos
separa, nos enfrenta o nos aleja de los demás, incluso de nuestros familiares
más cercanos.
2. Por
eso, Jesús corta de raíz en todo cuanto se refiere a este peligroso asunto, que
destroza nuestras relaciones de unos con otros.
“No juzguéis y no seréis juzgados...
Con la medida con que midáis se os
medirá”. El texto griego de los evangelios utiliza el verbo “krinó”, que
significa juzgar, distinguir, decidir, proceder judicialmente,
castigar (M.
Rissi).
¿Se trata aquí del juicio entre personas
individuales? ¿O estamos hablando del
juicio en el que puede dictar sentencia un juez oficial? (U. Luz).
Por más extraño que pueda resultar, el
texto del Evangelio es tan fuerte que, con frecuencia, se refiere a la decisión
de un juez. Ya desde Homero, pasando
por Tucídides, “krinó” además de “juzgar” significa también “Condenar” (W.
Schneider).
Es, pues, un verbo duro, lo que queda
patente en repetidos textos del N. T. (Mt 7, 1 5; Lc 7, 43; Hech 4, 19; 15,
19;Rom4 3 Ss; 1 Cor4,5; 10,15. 19;2 Cor5, 14; Col 2, 16).
3. ¿Qué
nos viene a decir todo esto?
Nos dice, ante todo, que lo que más daña nuestras
relaciones con los demás es el juicio tajante y negativo que tantas veces hacemos
de los otros.
¿Hay solución para esto?
Lo único que nos puede salvar del juicio
de perdición es el perdón.
En la medida en que tengamos grandeza de
ánimo para perdonar, en esa misma medida encontraremos el perdón que nos
devuelve la paz, la unidad y, sobre todo, la humanidad que supera y vence la
brutalidad del odio y el rechazo.
Stª – Florentina de Cartagena, virgen
Florentina = floreciente.
Viene de la lengua latina.
Florentina.
Nació en el seno de una familia visigoda en Cartagena, España, fue la tercera
de cinco hermanos, cuatro de los cuales (entre ellos Florentina) fueron
considerados santos por la Iglesia Católica. Los otros hermanos canonizados son
San Isidoro, San Leandro y San Fulgencio. Todos ellos son conocidos como los
Cuatro Santos de Cartagena.
A
mediados de siglo se trasladan a Sevilla, donde San Leandro y San Isidoro llegan
a ser arzobispos y donde San Fulgencio es Obispo de Écija y de Cartagena
Leandro
fue el maestro de Florentina tanto en los estudios clásicos como en los
sagrados. Y ella fue, a su vez, la maestra de su hermano menor, el gran sabio
san Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia universal.
Al
ser mujer, la vida religiosa de Santa Florentina no puede ser similar a la de
sus hermanos, y así se recluiría en un monasterio de San Benito, que unos
ubican cerca de la localidad sevillana de Écija y otros en Talavera de la
Reina. Considerada una mujer de gran cultura, fundaría más de cuarenta
monasterios, siguiendo la Regla escrita para ella por su hermano San Leandro.
Algunas interpretaciones ven en este texto no una regla monástica propiamente,
sino un simple elogio de la virginidad
Gracias
a sus dotes de gobierno, a su santidad y ejemplaridad para todas las hermanas,
la eligieron abadesa.
Fue
entonces cuando su hermano Leandro le escribió un precioso y profundo libro
sobre “La institución de las vírgenes”.
Es
una gozada la lectura de este libro porque ensalza la virtud de la virginidad
como algo que Cristo exige libremente a quienes quieren seguirle más de cerca.
Murió en el año 633.
Murió en el año 633.
La
mayor parte de sus restos mortales descansan en una urna de plata, expuesta en
el altar mayor de la Catedral de Murcia, aunque también se conservan reliquias
de la santa en la parroquia de Berzocana de la Diócesis de Plasencia.
Recibe
especial veneración en una localidad del Campo de Cartagena, La Palma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario