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DE ENERO - LUNES
ANTES
DE EPIFANÍA
San
Basilio Magno y San Gregorio Nazianceno
Evangelio según san Juan 1, 19-28
Este
fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén
sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: “¿Tú quién eres?"
Él contestó sin reservas:
"Yo no soy el Mesías".
Le preguntaron: "Entonces,
¿qué? ¿Eres tú
Elías?"
Él dijo: "No lo
soy"
Respondió: "No".
Y le dijeron:
"¿Quién eres? Para que podamos dar una
respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?"
Él contestó: "Yo soy
una voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor (como dice el
Profeta Isaías)".
Entre los enviados había
fariseos y le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?"
Juan les respondió:
"Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que
viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar
la correa de la sandalia".
Esto pasaba en Betania, en
la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
1. La expresión "los judíos" designa,
en el evangelio de Juan, no a los que procedían de Judea, sino a los dirigentes
religiosos (2, 18; 5, 10. 16. 18; 9, 22, especialmente en algunos casos (1, 19;
11, 47; 19, 7. 12) y especialmente a las autoridades supremas (8, 31; 11, 19;
12, 11) (J, Mateos).
Esto
indica que los dirigentes de Israel se sintieron preocupados por lo que decía y
hacía Juan Bautista. Pero lo notable es que a los dirigentes de la religión no
les preocupaba lo que decía Juan, sino qué título o cargo tenía para decir lo
que salía de su boca al predicar al pueblo. O sea, no les interesaba la
"conversión", que se les pedía a ellos también, sino el
"poder" la (autoridad), que tenía Juan para pedirles que cambiasen de
vida. La obsesión de los dirigentes religiosos era la autoridad, no es la
conversión.
2.
El contraste con los dirigentes religiosos está en Juan Bautista. Él se considera
un "nadie". No es el Mesías, ni es un profeta, ni es el que tenía que
venir. Es solamente "una voz que clama en el desierto" de este mundo.
Su vida fue un grito, su forma de vivir es una llamada al corazón de cada
oyente.
¿Por qué nos preocupan tanto los títulos, los
poderes, los nombramientos, los cargos…?
En
todo eso juega un papel importante el tema económico, el dinero que se gana en
cada trabajo, en cada carrera, en cada puesto de mando, etc. Y más que todo
eso, lo que le importa a la mayoría de la gente es la dignidad,
el honor, la
importancia... ¡Qué pobres hombres somos! Tan cortas son nuestras apetencias
como son nuestras posibilidades de hacer un mundo mejor y una vida más feliz.
3.
Lo último que dice Juan es la prueba de que era un hombre que no estaba
centrado en él, en sí mismo. Su centro estaba en Jesús. En Jesús estaba el centro
y la clave de su vida. Y a Jesús remite continuamente. Esto justamente es lo
que nos suele faltar a nosotros. Estamos en todo, menos donde tendríamos que
estar. Este día nos obliga a pensar dónde está centrada nuestra vida. Es lo que
de verdad nos importa a todos.
San
Basilio Magno y San Gregorio Nazianceno
Memoria de los santos
Basilio Magno y Gregorio Nazianceno, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio,
obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado “Magno” por su
doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo
en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que
él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su
trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno
de enero de 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla
y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo,
mereciendo por ello ser llamado “Teólogo”. La Iglesia se alegra de celebrar
conjuntamente la memoria de tan grandes doctores.
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