18 DE
ENERO - MIÉRCOLES
2ª
– Semana del T.O.-A
Santa
Margarita de Hungría, virgen
Evangelio según san Macos 3, 1-6
En aquel
tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis
en un brazo. Estaban al acecho, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía
la parálisis:
"Levántate
y ponte ahí en medio".
Y
a ellos les preguntó:
"¿Qué
está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un
hombre o dejarlo morir?"
Se
quedaron callados.
Echando
en torno una mirada airada y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:
"Extiende
el brazo".
Lo
extendió y quedó restablecido.
En
cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos
el modo de acabar con él.
1.- En la
Iglesia no se ha reflexionado lo suficiente en un hecho fundamental: el
Evangelio es la historia de un conflicto mortal: el conflicto de Jesús con la religión.
Esto queda patente ya en este relato, que termina dando cuenta de la decisión
firme de los fariseos (religión) y los herodianos (política), el poder religioso
aliado al poder político, ambos unidos para matar a Jesús.
¿Por qué? Porque había sanado a un enfermo en sábado.
La vida (curación del manco) enfrentada a la religión (observancia del sábado).
Jesús se puso de parte de la vida. La religión estaba
de parte de la muerte.
2.- Hay gente
piadosa que no comprende esto. Y que hasta se siente molesta (incluso ofendida)
cuando se habla de esto. Y es que, en el fondo, todos los hombres hemos nacido,
nos hemos criado y hemos sido integrados en una cultura religiosa, tenemos (sin
darnos cuenta de ello) una dificultad casi insuperable la de comprender el
conflicto de Jesús con la religión. ¿Cómo es posible que, en nombre de la
religión, seamos capaces de comprender a un hombre que fue asesinado por la religión? Esto es
lo que ocurre con Jesús.
Estamos más incapacitados de lo que sospechamos para
comprender al Crucificado.
¿Por qué nos ocurre esto?
La Iglesia naciente puso su fe en el Dios
de Jesús, Padre de Misericordia del que nos hablan los evangelios. Pero,
treinta años antes que los evangelios, Pablo empezó a organizar las primeras
"iglesias", y ponía su fe en el Dios de Abrahán, el "Dios de los
Padres" (Gal 3, 16-21; Rom 2-20), que quedó vinculado con la Religión de
la Ley, del Templo y de los sacerdotes. Así, la fe de la Iglesia está vinculada
al Dios Padre de la bondad y al Dios que le pidió a Abrahán la sangre y la
muerte de su hijo. Y así nos hemos metido en el gran lío teológico, del que no
salimos.
¿Estamos con el Dios de Jesús?
¿Estamos con el Dios de Abrahán?
3.- El hecho es
que, cuestionar la Ley, el templo o los Sacerdotes, es lo mismo que cuestionar
a Cristo. Y eso no es verdad. No nos cabe en la cabeza que la religión se puede
entender y se puede vivir de otra manera.
Jesús fue profundamente religioso. Pero su religión no
se acomodó al modelo establecido. La religiosidad de Jesús tuvo tres elementos muy
claros:
1) La fe en el Padre (Jesús fue el "jefe de fila
de los creyentes": Heb 1, 2).
2) La oración frecuente, prolongada, oculta,
solitaria.
3) La ética del respeto, de la libertad, de la
tolerancia, de la igualdad y, sobre todo, del amor a todos.
Con frecuencia nos ponemos de parte de la religión que
mató a Jesús y así, ponemos en peligro nuestra fe, nuestra oración y nuestra
ética.
Santa
Margarita de Hungría, virgen
Princesa, religiosa, virgen, 1242-1270
Fiesta: 18 de enero
Su espiritualidad se caracteriza por su devoción al Espíritu
Santo, a Jesús crucificado, a la Eucaristía y a María.
Mediadora “de tranquilidad y de paz fundadas en la justicia y
la caridad en Cristo, no solo para su patria, sino para todo el mundo”. -Papa
Pio XII en la canonización de Sta. Margarita.
Nacida de una estirpe de santos. Hija de Bela IV, rey de
Hungría y de María Láscaris, hija del emperador de Constantinopla, antes de
nacer, en 1242, fue ofrecida a Dios para la liberación de Hungría de las hordas
de los tártaros.
A los tres años fue confiada a las monjas dominicas de
Veszprém. A los doce años se traslada al nuevo monasterio edificado por su padre
el rey en una isla del Denubio junto a la ciudad llamada Buda, y allí hizo la
profesión en manos de fray Humberto de Romans.
Tomando conciencia de su extraordinaria misión la joven
princesa se dedicó con fervor heroico a recorrer el camino de la perfección. La
ascesis conventual del silencio, soledad, oración y penitencia se armonizaron
con un celo ardoroso por la paz, un gran valor para denunciar las injusticias y
una gran cordialidad con sus compañeras, a las que servía con gozo en los más
humildes servicios. Su vida de piedad se cualifica por la devoción al Espíritu
Santo, a Jesús crucificado, a la Eucaristía y a María.
Murió con solo 28 años, en este monasterio, el 18 de enero de
1270 y allí permaneció sepultado su cuerpo hasta 1526. Después de diversas
vicisitudes sus reliquias fueron colocadas en la iglesia de las clarisas de
Bratislava (1618), pero desaparecieron con la supresión del monasterio en 1782.
Pío XII la invocaba en su canonización el 19 de noviembre de
1943 como mediadora “de tranquilidad y de paz fundadas en la justicia y la
caridad en Cristo, no solo para su patria, sino para todo el mundo”.
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