3
DE ENERO - MARTES –
FERIAS
DE NAVIDAD
El
Santo nombre de Jesús
Evangelio según san Juan 1, 29-34
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que viene hacia él,
exclama:
"Este es el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Tras
de mí viene un hombre que está por delante de mí”, porque existía antes que
yo".
Yo no lo conocía; pero ha salido
a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel".
Y Juan dio testimonio
diciendo: "He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma
y se posó sobre él.”
No lo conocía; pero el que me
envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel a quien veas bajar el Espíritu y
posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo". Y yo
le he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios".
1. Designar a Jesús como "cordero de
Dios" tiene el peligro de interpretar la vida y la muerte de Jesús como el
"sacrificio religioso" del cordero, que estaba ya presente en la
tradición de Israel.
Los
judíos ofrecían corderos, que eran
sacrificados en el templo,
como víctimas para expiar los pecados (Lev 9, 3; Num 5, 5).
Así
lo siguen haciendo los israelitas en la fiesta de la pascua judía, según el
precepto de Ex 12, 15.
Se
comprende que el cristianismo, que nació del judaísmo, tuviera la fuerte
tendencia para explicar la muerte de Jesús como el sacrificio de la víctima que
expía los pecados del mundo. Es la teología central de la redención, que
explica el apóstol Pablo (Rom 3, 24-26) como "expiación" (cf. Ex 25, 17;
Lev 16, 11-17) por nuestros pecados (J. Gnilka).
2. En el fondo, esto nos viene a decir que fue
Dios quien decretó la muerte violenta de Jesús. Pero sabemos que Jesús murió de
forma violenta, no porque Dios necesite la muerte de una víctima inocente para
perdonar a quienes pecan. Un Dios que necesita sacrificio, sangre y muerte,
para perdonar, no puede ser el Padre bueno, siempre bueno, del que nos habla Jesús en los evangelios.
El
"dios" que se complace en el dolor y la muerte de las víctimas es un ser
sádico y perverso, inventado por mentes enfermas. Semejante Dios no puede ser
un "padre", sino que será siempre un "vampiro". Habría que
acabar con semejante explicación de Dios.
Habría
incluso que prohibir eso. Porque ese discurso aleja a la gente de Dios. A Dios
no se le encuentra en el sadismo, en la auto-flagelación, en la extravagancia.
La gente que busca a Dios quiere encontrar en Él bondad, acogida, respeto,
comprensión y felicidad.
3. El "cordero de Dios", del que habla
Juan, se ha de explicar a partir del "cordero" paciente y bueno del
que habla Is 53, 6 ss (J. Jeremias).
Jesús
es el cordero de Dios, no porque Dios necesite el sufrimiento, sino porque
Jesús luchó contra el sufrimiento, hasta el extremo de jugarse la vida por los
que sufren.
Esa
bondad es la mejor definición de lo que es Jesús. Los humanos no estamos en el mundo
para sufrir, sino para luchar contra el sufrimiento. Y hacer este mundo que sea
más humano y más habitable.
El
Santo nombre de Jesús
Cada 3 de enero la Iglesia
celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús. “Éste es aquel santísimo nombre
anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos,
invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de
la gracia”, decía San Bernardino de Siena.
La palabra Jesús es la
forma latina del griego “Iesous”, que a su vez es la transliteración del hebreo
“Jeshua” o “Joshua” o también “Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.
El Santísimo Nombre de
Jesús comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San
Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús. En
1530 el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la
celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
San Bernardino solía llevar
una tablilla que mostraba la Eucaristía con rayos saliendo de ella y, en el
medio, se veía el monograma “IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego
(ιησουσ).
Más adelante la tradición
devocional le añade un significado a las siglas: "I", Iesus (Jesús),
"H", Hominum (de los hombres), "S", Salvator"
(Salvador). Juntos quieren decir “Jesús, Salvador de los hombres”.
San Ignacio de Loyola y los
jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario