lunes, 16 de enero de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 DE ENERO – MARTES – 2ª - SEMANA DEL T.O.-A San Antonio (San Antón), abad





17 DE ENERO – MARTES –
2ª - SEMANA DEL T.O.-A
San Antonio (San Antón), abad

Evangelio según san Marcos 2, 23-28
      Un sábado atravesaba el Señor un sembrado, mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:
"Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?"
Él les respondió:
"¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?
       Entró en la casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros".
 Y añadió:
"El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado".

1. La observancia del  sábado, como día dedicado    por completo a   obedecer los preceptos religiosos y en el que (por eso) no se puede hacer nada, se fundamenta  en la Biblia (Gen 2, 2-3; Ex 20, 8-11; 31, 16-17 Deut 5, 12-15...). Pero fue desarrollado por los maestros de la Ley hasta límites casi ridículos y agobiantes. Así, decían los rabinos, quedaba patente la sumisión total a Dios. Este criterio sigue tan vivo hasta hoy, que los judíos "ortodoxos fundamentalistas", si ven, en el actual Estado de Israel, a alguien haciendo lo que ellos desaprueban, no dudan en agredirlo incluso físicamente. Se sabe que actualmente, algunos barrios de Jerusalén, si una familia de fundamentalistas ortodoxos compra   una vivienda, las demás viviendas de la calle (en la que eso suceda bajan de precio.

2.  La idea de fondo que sustenta estos comportamientos   se basa en que lo religioso está antes que lo humano. Es más, "lo humano" se tiene que someter a "lo religioso" hasta el extremo de que, para asegurar la primacía de la religión, si es necesario, se humilla, se ofende, se sacrifica y hasta (en casos límites) se mata todo lo que no es religión, y hasta se mata la vida misma.
Esta argumentación   ha justificado -y sigue justificando- las atrocidades de todas las violencias de las religiones. Y sigue adelante, en este momento, en los ataques que los religiosos más ortodoxos hacen contra los divorciados, las madres solteras, los homosexuales, las mujeres que abortan, los que usan preservativos...
Lo más dramático, en toda esta problemática, es que quienes tienen esta mentalidad le conceden más importancia a estas observancias religiosas que, por ejemplo, el respeto a las personas, la libertad y la tolerancia, la humildad y el amor al prójimo.

3.  Jesús no pudo tolerar esta mentalidad religiosa, que antepone la religión a las necesidades   humanas. "El sábado se hizo para el hombre": es decir, la religión se hizo para potenciar la vida y la felicidad del ser humano, para que todo hombre y toda   mujer se sienta más estimado/a, más valorado/a, y más amado/a.
   Una religión que no sirve para eso debe ser denunciada, como un peligro público contra los derechos fundamentales de las personas. Si es
amamos   sinceramente   a nuestros semejantes.

San Antonio (San Antón), abad


San Antonio Abad es conocido por todos como el patrón de los animales. Cada año, el 17 de enero, el calendario indica que es su día y el santo de todos los que se llaman Antonio. Pero conozcamos algo de su vida que, según los que hablaron de él en sus escritos, alcanzó los 105 años de edad
 “Es costumbre en la Comunidad Valenciana que en algunas localidades la bendición de los animales se vea acompañada de un porrate”.
 Los escritos de San Atanasio son la principal fuente de los hechos que marcaron la vida de este santo. Antonio Abad nació en el pueblo de Comas, una localidad próxima a Heraclea situado en el Alto Egipto. Su ejemplar vida comenzó, según relata en sus escritos San Atanasio, cuando cumplió los veinte años de edad.
        Antonio vendió todas sus posesiones y repartió el dinero entre los necesitados. Nuestro protagonista se propuso llevar una vida consagrada a la austeridad en una comunidad local y se dice que dormía en el interior de un sepulcro.
       Antonio también pasó muchos años ayudando a los ermitaños a orientar su vida espiritual en el desierto al que posteriormente se retiró para vivir en completa soledad.
    Los relatos dicen que Antonio recibió en múltiples ocasiones las tentaciones del diablo, hecho que ha sido representado en numerosas obras pictóricas en honor a Antonio Abad.
 A Antonio Abad se le considera fundador de la tradición monacal cristiana. Nunca le atrajo la vida en comunidad y volvió a Monte Colzim como ermitaño, aunque en el año 311 dC se trasladó a Alejandría para predicar contra el arrianismo.
 A la muerte de Pablo El Simple, un anacoreta (persona que ha decidido vivir alejada de la comunidad) egipcio, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales, de ahí, que sea reconocido como patrón de los sepultureros y los animales. También se cuenta que en una ocasión se le acercó una hembra de jabalí con sus jabatos aquejados de ceguera. Antonio Abad los curó y su madre, en agradecimiento, nunca se separó del santo al tiempo que le defendió de todo peligro. San Antonio Abad trataba a los cerdos con el mismo amor que los hindúes tratan a las vacas. Él desarrolló un medicamento para tratar el ergotismo (enfermedad producida por la ingesta de alimentos infectados por una micotóxina) a base de la grasa del cerdo y que daba muy buen resultado.
 Es costumbre representar a San Antonio con un cerdo a sus pies.
 Este animal es símbolo de impureza y su posición en las imágenes indica que el santo es dominador de las impurezas. En la Edad Media para alimentar a los enfermos de los hospitales la gente soltaba cerdos por las eras que cuidaban y alimentaban entre todos. Para que los amigos de lo ajeno no se los apropiara les pusieron campanitas además de ponerlo bajo el patrocinio del famoso San Antonio. En la teología, colocar los animales junto a la figura de un cristiano era decir que esa persona había entrado en la vida bienaventurada, esto es, en el Cielo, puesto que dominaba la creación.
 Es costumbre en la Comunidad Valenciana que en algunas localidades la bendición de los animales se vea acompañada de un porrate, como el que podemos encontrar en el barrio de San Antón de Alicante, que no es otra cosa que un mercadillo de puestos en los que se vende frutos secos.



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