viernes, 13 de enero de 2017

PÁRATE UN MOMENTO: EL EVANGELIO DEL DIA 14 DE ENERO - SÁBADO 1ª - SEMANA DEL T.O.-A San Juan de Rivera, obispo




14 DE ENERO - SÁBADO
1ª - SEMANA DEL T.O.-A
San Juan de Rivera, obispo

Evangelio según san Marcos 2, 13-17
       En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago, la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo:
"Sígueme".
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala fama, le dijeron a los discípulos:
"¡De modo que come con recaudadores y pecadores!"
    Jesús lo oyó y les dijo:
"No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores”.

1.  Jesús fue un hombre conflictivo. Sus conflictos fueron constantes con los "hombres de la religión". Unas veces, porque sanaba a los enfermos en sábado, cuando eso estaba prohibido por las leyes religiosas que dictaban los rabinos. Otras veces, porque comía con pecadores y gentes de mala vida. Y es que, para las religiones, lo primero son sus normas y su buena imagen. Por eso los profesionales de la religión (y sus fieles más incondicionales), suelen anteponer sus observancias a lo que hace felices a los demás y, por supuesto, a todo lo que sea juntarse con "malas compañías".

2.  En las iglesias, conventos y comunidades de fieles se suelen fustigar las "amistades peligrosas". Y es verdad que, a personas sin la debida formación y madurez, les puede perjudicar la convivencia con gentes que se desenvuelven en ambientes donde cunde el mal ejemplo.  Pero esto no justifica, en modo alguno, que haya individuos que se ven a sí mismos como los "buenos" y que, precisamente por eso, tienen que alejarse de los que ellos consideran como los "malos".
Este maniqueísmo religioso es diametralmente opuesto al Evangelio. Esas "purezas" y esas "espiritualidades", en el fondo, son el talante de los "selectos", los que se ven superiores a los demás, los que no quieren manchar su apellido o su imagen, su buen nombre y su conducta "intachable".

       3.  Jesús no pensaba así. Todo lo contrario: Jesús estaba persuadido de que, mediante el contagio de la convivencia, es como se da vida y felicidad.
Así es como se sana a los "enfermos", a los que todo el mundo desprecia y de los que todos nos alejamos.
Las parroquias, los conventos, las comunidades, tendrían que ser "la casa de todos", sobre todo la casa en la que los más despreciados de este mundo encontraran, ni más ni menos, lo que los pecadores y gentes de mala fama encontraron en Jesús.
 ¿Es que nosotros vamos a ser más puros y
puritanos que el mismísimo Hijo de Dios?
¿Es que nuestra "imagen pública" va a pretender ser mejor que la suya?
No nos damos cuenta de lo desorientados
que andamos   quienes nos decimos cristianos.

San Juan de Rivera, obispo

San Juan nació en Sevilla. Sus padres se llamaban Pedro y Teresa, familia que se distinguía entre la nobleza por su generosidad. Enviaron a Juan a estudiar a Salamanca, donde se convirtió en discípulo de Vitoria y de otros teólogos que brillaban a la vez en Trento. No tenía aún 30 años cuando fue nombrado por el Papa Pio IV Obispo de Badajoz, dedicándose de lleno a la santificación de sus ovejas, enviando misioneros por toda la diócesis.
A la edad de 36 años fue trasladado a la sede de Valencia, donde pronto advirtió las necesidades de esta gran arquidiócesis. Al santo, entre otras cosas, le tocó aplicar las reformas de Trento en su jurisdicción, así como también la catequización de los moriscos, pero con pocos frutos, siendo éstos expulsados en 1609 por el rey Felipe III. Frente a esto, San Juan fue nombrado virrey de Valencia; el santo aceptó este cargo a ruegos del rey, y Valencia disfrutó largos años de paz y de mejor administración de la justicia.
San Juan recorrió varias veces la diócesis y entre 1570 y 1610 llevó a cabo 2.715 visitas pastorales, y celebró siete sínodos. Fundó el Colegio de Corpus Christi para la formación del clero y honrar solemne al Santísimo Sacramento.
San Juan de Ribera falleció en enero de 1611.



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