martes, 10 de enero de 2017

Párate un momento: El Evangelio del día 11 DE ENERO - MIÉRCOLES – 1ª Semana T.O.-A San Higinio, papa


11 DE ENERO   -  MIÉRCOLES –
1ª Semana T.O.-A
San Higinio, papa

Evangelio según san Marcos 1, 29-39
       En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
"Todo el mundo te busca".
Él les respondió:
      "Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido".
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

1.- La primera preocupación de todos los seres humanos es el problema y el cuidado de la salud. Por eso tenemos tanto miedo a las enfermedades. Porque la enfermedad es siempre limitación de la salud, del bienestar, de la felicidad y la alegría de vivir. Y es, sobretodo, amenaza para la vida, peligro de perderla y, en no pocos casos, el anuncio de su final más o menos cercano.
 Además, esto es un asunto en el que coincidimos todos los seres  humanos. La condición carnal nos une a todos. Porque es el constitutivo más elemental y básico de nuestra condición humana.

2.  Por eso la primera preocupación de Jesús fue la curación de enfermos. Lo que es tanto como decir que la primera preocupación de Jesús fue aliviar el sufrimiento físico, la limitación corporal de enfermos que iba encontrando.
Se puede afirmar que Jesús no soportaba ver el dolor ajeno, las limitaciones de quienes sufrían porque veían su cuerpo enfermo y sus fuerzas limitadas. Esto es lo que explica por qué los evangelios hablan con tanta frecuencia de las curaciones de enfermos que Jesús realizaba.
Los teólogos, los clérigos, los creyentes, se han preguntado mil veces si Jesús hacía o no hacía "milagros". Pero no nos preguntamos lo que el Evangelio nos quiere decir a nosotros mediante su constante insistencia en el empeño de Jesús por remediar el sufrimiento humano.
Nadie puede hacer milagros. Todos podemos acompañar a un enfermo, mejorar sus condiciones de vida, buscar las condiciones de una política sanitaria más eficaz...
3.-  Jesús entendió la religiosidad de forma que estaba ligada, ante todo, a la carnalidad humana.  Al menos, es evidente que los evangelios  hablan de este asunto  mucho más  que de la oración, la piedad, la devoción, la caridad, las virtudes en general y, por supuesto, más que del culto religioso, de ritos y ceremonias, de poderes sagrados, de doctrinas ortodoxas o de censuras para los extraviados y alejados de la "religión oficial".
Por esto, se puede asegurar que, de la misma manera que todos los humanos coincidimos en el cuidado de la salud corporal, igualmente todos, por eso mismo, coincidimos con Jesús, por más que ni tengamos idea de este asunto. Porque la religiosidad de Jesús coincide con lo más básico de nuestra propia humanidad.

San Higinio, papa

San Higinio: Grecia; 136-140.
Ateniense. Mártir. Elegido en 136, murió en el 140. Determinó varias atribuciones del clero y definió los grados de la jerarquía eclesiástica. Instituyó el padrino y la madrina en el bautismo de los recién nacidos para guiarlos en la vida cristiana y decretó que las iglesias viniesen consagradas.
     Martirologio Romano: En Roma, san Higinio, papa, que fue el octavo en ocupar la sede de san Pedro (142). Etimología: "el saludable", en griego.  De origen griego (Atenas).
     Fue papa por unos cuatro años, aprox.: 138 hasta su muerte en 142.
     Determinó varias atribuciones del clero y definió los grados de la jerarquía eclesiástica.
     Instituyó el padrino y la madrina en el bautismo de los recién nacidos para guiarlos en la vida cristiana y decretó que las iglesias fuesen consagradas.
     Luchó contra los herejes Velentino y Cerdón y sus doctrinas, pues ésos pretendían explicar la fe cristiana con especulaciones filosóficas apoyadas en esquemas gnósticos.
Fue enterrado en el Vaticano cerca de la tumba de San Pedro.


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