viernes, 6 de enero de 2017

Párate un momento: El Evangelio del día 7 DE ENERO - SÁBADO DESPUÉS DE EPIFANÍA San Raimundo de Peñafort, presbítero





7   DE   ENERO - SÁBADO
DESPUÉS DE EPIFANÍA
San Raimundo de Peñafort, presbítero

Evangelio según san Juan 2, 1-12
    En aquel tiempo, había una boda en Cana de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
"No les queda vino".
Jesús le contestó:
      "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora".
Su madre dijo a los sirvientes:
       "Haced lo que él os diga".
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo:
"Llenad las tinajas de agua".
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "
       ahora y llevádselo al mayordomo".
       Ellos lo llevaron. El mayordomo probo el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
"Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor, en cambio, tú has guardado el vino bueno hasta ahora".
 Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

1.  Jesús comunicó la fe —y el mensaje que lleva consigo esa fe—  mediante "signos" (semeia), gestos y hechos simbólicos. O sea, el comportamiento propio de Jesús, que tenían una significación y un simbolismo que trascendía el hecho en sí. De forma que era un hecho que tenía una fuerza simbólica, es decir, que transmitía experiencias fundamentales de la vida humana.
Pues bien, Jesús (según la teología del IV evangelio)  empezó por una  boda, fiesta de amor, de entrega, de unión de quienes se quieren y quieren unir sus vidas para siempre. Esto es constitutivo del gesto simbólico, del "semeion'
el que Jesús comenzó a trasmitir la fe en él (Jn 2, 11).

2.  En este caso, el "símbolo" consistió en que transformó el agua en vino. Era una casa, una familia y una boda en la que abundaba el "agua" y falta "vino".
Allí había 600 litros de agua, en grandes tinajas de piedra. Enormidad y pesadez firme y sólida. ¿De qué? De un agua que no se utilizaba para fines domésticos", sino para "fines religiosos".
 Porque era el agua de las "purificaciones rituales de los judíos" (katharismos). Tanto en la cultura griega como en la cultura judía, el puritanismo y la pureza eran conceptos y experiencias clave que estaban presentes en toda la vida (E.R.Dodds,  J.Neu H.Thyen).
De ahí que la impureza era la consecuencia del constante ataques de poderes malignos y demoníacos, que eran una amenaza para el pueblo, sus casas y su Dios (B. A. Levine).
El remedio que ofrecía la religión era el agua.

3.  Sin embargo, la solución que ofrece Jesús es, siguiendo a los profetas (Am 9, 13-14; cf. Cant 1...), el vino, que simboliza el amor, la entrega, el disfrute de la vida que une a quienes se quieren.
Si Jesús no hubiera estado allí, la boda habría sido un fracaso.
La enseñanza de fondo es que la solución a nuestras carencias no es la religión y sus rituales, sino el amor y la felicidad que nos ofrece su abundancia. ¡Si nos quisiéramos de verdad...!

San Raimundo de Peñafort, presbítero

Raimundo nace en el castillo de Peñafort, cerca de Barcelona, hacia el año 1175. Joven, ingresa en la comunidad de la catedral de Barcelona para prepararse al presbiterado. A los 20 años asume la enseñanza de las artes liberales. Es ordenado presbítero. Cerca de los 30 años se dirige a Bolonia a perfeccionarse en ciencias jurídicas. Allí obtiene el doctorado en derecho civil y eclesiástico.
En Bolonia conoce a Domingo de Guzmán así como la vida y misión de los hermanos. Entonces pide a su obispo Berenguer de Palou la creación de una comunidad dominicana en Barcelona. Raimundo retorna a la capital de Cataluña donde, como eminente jurisconsulto, se dedica a la enseñanza del derecho; es tenido como árbitro por excelencia en pleitos y litigios. Visita con frecuencia la nueva comunidad de hermanos predicadores. El obispo le nombra canónigo de Barcelona; Raimundo lo acepta consagrándose más al retiro, a la celebración de las Horas y a la docencia. Anhela potenciar su presbiterado con un estilo de vida más evangélico. Por eso, a sus 47 años, el viernes santo de 1222, renuncia a la canonjía y entra en la Orden de Predicadores. Opta así por una vida de austeridad e incesante trabajo.
Por aquella región los mahometanos encarcelan y torturan a cristianos para hacerlos abandonar su fe y someterlos. En 1223 colabora con Pedro Nolasco, de quien era confesor, y con el rey Jaime I de Aragón en la fundación de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para liberar a los cristianos cautivos y esclavizados por los islamitas. San Raimundo de Peñafort colabora en la redacción de las Constituciones de la nueva Orden. Posteriormente es invitado por Gregorio IX a Roma para trabajar el "Corpus Decretalium", es decir, el Código de Derecho Canónico Medieval.
Retorna a Barcelona y mientras permanece allí, el capítulo general de Bolonia de 1238 le elige Maestro de la Orden . Visita las comunidades, comprensivo con todos, se opone en cuanto puede a que los hermanos sean consagrados obispos; él mismo rehúsa, de Gregorio IX, los arzobispados de Tarragona en España y de Braga en Portugal.
Debido a sus enfermedades, convoca el capítulo general de Bolonia de 1240 para presentar su renuncia que es aceptada. Vuelto a su región crea dos institutos para la evangelización de mahometanos y judíos, uno en Murcia y otro en Túnez. Allí se forman los hermanos en las costumbres y lenguas árabes y judías. Pide a fray Tomás de Aquino un proyecto teológico que ayude a la formación y predicación de los hermanos en este campo; así nace la "Summa contra gentes".
San Raimundo de Peñafort murió en Barcelona, casi centenario, el 6 de enero de 1275. Su cuerpo se venera en la catedral de Barcelona. Fue el primer santo canonizado en la actual Basílica Vaticana, por Clemente VIII, el 29 de abril de 1601. Es el patrón de los juristas católicos.
Semblanza espiritual
San Raimundo de Peñafort se dio del todo al estudio de las letras y de las artes liberales. De vuelta de Roma a Barcelona, escribe un tratado sobre el sacramento de la Penitencia; otro, sobre visitas pastorales, a petición de los obispos de Aragón; y uno más sobre la compra y la venta, para regular las relaciones justas entre los comerciantes cristianos.
Recibe con amabilidad a débiles e importantes. Predica cruzadas como itinerante, sin dispensarse de ayunos, vigilias y observancias de la Orden. Gran amante de la Virgen María, colaboró en la fundación de la Orden de la Misericordia o Merced, cuyo objeto fue la redención de los cristianos cautivos de los moros, o con bienes materiales o quedando cautivos los religiosos para que no peligrase la fe de los cautivos.
Escribió una Suma de Moral y de Derecho que fue guía especialmente para los jóvenes en la resolución de los casos de conciencia. En honra de Nuestro Señor Jesucristo, de la gloriosa Virgen María y de Santa Catalina Mártir, compuso la Suma Raimundiana.
Gran penitente en vigilias y en ayunos, entregado a la predicación, con gran cuidado de los pobres y oprimidos de los que fue defensor. Consejero prudentísimo, el legado pontificio lo recomendó al Sumo Pontífice que le nombró capellán de su palacio, penitenciario mayor y confesor suyo.
San Raimundo de Peñafort tenía gran humildad y prudencia en dar consejos, recibiendo a las personas que le consultaban con benignidad y dulzura.



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