26
DE ENERO
- JUEVES
3ª
- SEMANA DEL T.O.-A
San
Timoteo y Tito, obispos
Evangelio según san Marcos 4,21-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre:
"¿Se trae el candil
para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el
candelero?
Si se esconde algo es para
que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para
oír que oiga".
Les dijo también:
"Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con
vosotros y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le
quitará hasta lo que tiene".
1. En estas palabras de Jesús, se rechazan la
clandestinidad, el ocultamiento, la doble vida. Jesús quiere que vivamos de tal
forma, que no tengamos nada que ocultar. La ley del Evangelio es la ley de la
transparencia.
Se
suele decir que "los trapos sucios se lavan en casa". El criterio de
Jesús es que eso no vale. Como es lógico, hay ámbitos de la vida privada que no
se van pregonando. Esto es cosa que todo el mundo entiende. Porque pertenece al sentido
común.
2. Pero lo que Jesús propone aquí se refiere a
otra cosa. Se trata del enorme problema de nuestra "imagen pública".
Para
muchas personas, la imagen que dan a los demás es más importante que la
realidad de lo que viven, de lo que dicen y hacen, de lo que quieren y de lo
que no quieren que se sepa. Esta tendencia a proteger y hasta magnificar la "propia
imagen" es tanto más fuerte cuanto la persona se sitúa más arriba en la
escala social o religiosa. Por eso, en la alta sociedad y en los ambientes
religiosos hay tanta hipocresía, tanta falsedad, tanta mentira. Porque hay
mucho que ocultar.
Se
oculta la vida sexual. Se oculta la economía. Se ocultan las apetencias reales
que mueven a las personas.
Se
fingen humildades, generosidades, pureza... una sarta de mentiras, que dan mucha
pena. Y vergüenza.
3.
En el relato de la pasión, cuando llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote y
este le preguntó por su doctrina, Jesús respondió: siempre he enseñado en público
"y no he dicho nada a ocultas".
Jesús
utiliza el término "parresía", que
significa libertad,
audacia, atrevimiento (Jn 18, 19-20). Aquello le costó a Jesús la primera
bofetada de la pasión (Jn 18,22). Vivir en plena transparencia, cuesta llevarse
muchas bofetadas en la vida.
Y
es triste decirlo, pero es así: la sociedad está organizada de manera, que hay
personas que no tienen más remedio que vivir ocultando quizá su grandeza, por ejemplo,
su capacidad de amar. Y,
además, no olvidemos que
las instituciones religiosas funcionan de manera que, a veces, el sujeto se ve
en la dura situación de tener que vivir ocultando o disimulando cosas o experiencias
que no hay más remedio que ocultar.
Una
institución que funciona así, tiene que organizarse y ser gestionada de otra manera. Y hay que luchar por ello.
San
Timoteo y Tito, obispos
San Timoteo y San Tito
San Timoteo, obispo y mártir.
Año 97.
San Timoteo Timoteo significa: tengo un gran
respeto a Dios.
San Timoteo fue un discípulo muy amado de san
Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un
discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego.
Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios.
Pablo quiso que se fuera con él.
San Pablo le impuso las manos y le confió el
misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo
suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama
"Timoteo: mi hijo amado" (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama
en las dos cartas que le escribió a él.
Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y
tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo
buena que fue su familia: "Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que
había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se
conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar
las Sagradas Escrituras" (1 Tim. 1,5;4,14)
La familia de Timoteo progresó mucho en
santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra.
Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.
La gente al ver cómo Pablo curó
instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se
imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de hombres.
Que Bernabé, por alto y elegante, era
Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de
los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del
Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en
sacrificio a los dos dioses. San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban,
y rasgándose la camisa les gritó: "Hombres, nosotros no somos dioses,
somos pobres criaturas como todos ustedes." Y entonces la situación cambió
por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los
apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí
les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la
ciudad. Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el
modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer
sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo
movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.
Después de viajar con él en sus correrías de
predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que
tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran
apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.
Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a
Timoteo. En ellas le recomienda: "Que nadie te desprecie por tu juventud.
Muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la
caridad, la pureza y la fe"(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles
prácticos: "Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco
de vino, por tus continuos males de estómago" (1 Tim. 5,23).
El historiador Eusebio dice que San Pablo
nombró a Timoteo como obispo de Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue
nombrado presidente de los obispos de esa región. Se cuenta también que en
tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timotio fue martirizado,
apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en
aquella ciudad.
San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que
junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy
grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al
recordarlo con cariño).
Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es
haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que
bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan
gran apóstol).
San Tito, obispo (Siglo I).
San Pablo Tito fue discípulo y secretario de
San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes. En las dos cartas a los
Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a
él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus
cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito
le ha traído.
San Pablo lo nombró obispo de la isla de
Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener
los sacerdotes.
Parece que murió
muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor
contra los errores que atacan a nuestra religión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario