miércoles, 18 de enero de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 DE ENERO - JUEVES 2ª - SEMANA DEL T.O.-A San Arsenio, obispo



19 DE ENERO   -  JUEVES
2ª - SEMANA    DEL T.O.-A
San Arsenio, obispo

Evangelio según san Marcos 3, 7-12
       En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de ldumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él gritando:
"Tú eres el Hijo de Dios".
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

1.  En este relato, lo que queda más patente es la enorme atracción que ejerció Jesús sobre el pueblo y la gente en general.
A Jesús acudía gente de la capital central y de la importante Judea, que viajaban hasta la lejana
(tenían que atravesar toda Samaria) Galilea, una región pobre y despreciada por quienes tenían el privilegio de vivir en el centro. Además, venían gentes incluso del extranjero, como era el caso de los que acudían desde Idumea, la Transjordania, etc.
Sin duda, la seducción de Jesús traspasó fronteras, grupos sociales, diferencias religiosas y culturales.
Jesús los atraía a todos. ¿Por qué?

2.  Porque las gentes más diversas se enteraban "de las cosas que hacía".
En principio, no se habla de que se sintieran atraídos por una "doctrina". Eran los "hechos" los que impresionaba a todo el mundo y seducían a la gente. Pero aquí es importante caer en la cuenta de que Marcos organizó sus relatos de
forma que, hasta esta mención del entusiasmo popular, lo que ha contado es toda una serie de "hechos" a favor de la salud de los enfermos, de la acogida para con los pecadores y excluidos, de la liberación de cargas, de preceptos y normas. 
Todo lo cual le causó a Jesús un conflicto tras otro. Hasta ser visto como un sujeto sospechoso al que había que vigilar e incluso denunciar (Mc 3, 2). De forma que las cosas llegaron a ponerse de tal modo que ya hasta se hablaba de "acabar con él" (Mc 3, 6).
Pues bien, todo esto es lo que sedujo a las masas de gentes que acudían a Jesús de todas partes.

3.  Y todavía, una cosa importante: la "gente" o "gentío", que acudía a Jesús, era lo que en griego se   denomina "óchlos" (Mc 3, 10), y que, en aquel tiempo, designaba a los estratos más humildes, los que eran calificados como los "ignorantes" y "malditos" (Jn 7, 49) ante la sociedad y ante Dios.
Era el pueblo oprimido por los impuestos, sobrecargado de trabajo y necesidades,
abrumado por una religión que les agobiaba. Por todo esto se entiende enseguida que Jesús fue visto como la luz y la esperanza que se necesitaba.
Entonces y ahora. Quizá ahora más que entonces.

San Arsenio, obispo

En la isla de Corfú, en Grecia, san Arsenio, obispo, que fue un pastor completamente dedicado a su grey y asiduo en la oración nocturna.
Arsenio nació en Betania, en Palestina, mientras reinaba Basilio I, el Macedonio (867-86), y después de haber abrazado la vida monástica a la edad de doce años, completó sus estudios en Seleucia. Ordenado sacerdote, después de una visita a los lugares santos, se fue a Constantinopla con Trifón, que fue Patriarca en el 928, quien le dio algunas tareas en la diócesis. En el 933 Teofilacto, sucesor de Trifón, lo nombró obispo de Corfú. Se puede sospechar que Teofilacto quería en realidad alejar de Constantinopla al discípulo querido de Trifón, pero no hay en la «Vita» indicios que avalen este extremo.
No tenemos ninguna noticia precisa sobre su actividad episcopal; sabemos tan solo que era muy asiduo a la oración, y que antiguamente en Corfú se mostraba la gruta donde, según la tradición, Arsenio acostumbraba retirarse y pasar las noches orando.
Fue a Constantinopla para defender ante Constantino VII Porfirogénito (912-59) las razones de unos notables de la isla, y en el viaje de regreso cayó gravemente enfermo, y murió en Corinto. Su cuerpo fue trasladado a Corfú y enterrado en la iglesia de los Santos Pedro y Pablo. Lo más probable es que sus reliquias fueran robadas después por los marineros venecianos. La Iglesia latina y la griega celebran la fiesta de Arsenio el 19 de enero. Además de las mencionadas homilías se atribuye a Arsenio también un poema anacreóntico sobre el domingo de Pascua.




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