jueves, 21 de noviembre de 2019

22 de NOVIEMBRE – VIERNES – 33ª – SEMANA DEL T. O. – C – Santa Cecilia de Roma






22 de NOVIEMBRE – VIERNES –
33ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura del primer libro de los Macabeos (4,36-37.52-59):

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron:
«Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.»
Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido.
En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza.
Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Palabra de Dios

Salmo: 1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed

R/. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor

1.  Este episodio no fue uno más en la larga lista de enfrentamientos y conflictos que Jesús tuvo con los dirigentes religiosos del judaísmo. Fue un
acontecimiento de tal importancia, que en él se resume, en gran medida, una parte determinante de todo lo que Jesús quiso enseñar. Esto supuesto, debe quedar claro que este episodio sucedió. Así lo reconocen los más autorizados estudiosos de los evangelios (D. Flusser, G. Vermes. P. Sanders...).
Ahora bien, - ¿qué significado tiene este episodio?
Al preguntar esto, lo que realmente se
trata de poner en claro es lo siguiente: - ¿qué es lo que pretendió Jesús mediante este gesto tan violento? - ¿Pretendió la "purificación" del Templo?  - ¿O lo que
quiso fue la "destrucción" del Templo?
No falta quien defiende que el ataque de Jesús se dirigía sobre todo contra los que pervertían la función del santuario en su provecho y no contra el Templo en sí (F. Bovon).
Y si es que fue esto lo que quiso, - ¿por qué pretendió semejante cosa?

2.  Hay datos que hacen pensar que, desde muy pronto, quienes sabían bien lo que allí sucedió, enseguida se dieron cuenta de que lo que estaba en peligro era la existencia misma del Templo.
En el juicio religioso, a Jesús lo acusaron de que podía "echar abajo el santuario" (Mt 26, 61) o que había dicho:
"yo derribaré este santuario" (Mc 14, 58). Acusaciones que le echan en cara al
mismo Jesús en la cruz (Mt 27, 40; Mc 15, 29).
Y después de la resurrección, Esteban aseguraba que Jesús había dicho: "yo destruiré este lugar" (Hech 6 14).
En todos estos casos, no se habla de purificación, sino de destrucción.  Y ese es el peligro o amenaza que el Sanedrín en pleno temió que se le venía encima, si no liquidaban ellos a Jesús (Jn 11, 48).
Por tanto, los dirigentes judíos vieron en Jesús una amenaza directa a la existencia misma del Templo.
Que, en el fondo, es lo que Jesús había anunciado a la mujer samaritana: se acababa la adoración a Dios en un lugar determinado ("ni en este monte ni en
Jerusalén") (Jn 4, 21).

3. ¿Qué había detrás de todo esto, en la intención de Jesús? Sin duda alguna,
Jesús se dio cuenta de una cosa que es enteramente fundamental en el hecho
religioso.
El "templo" es el espacio sagrado que se contrapone, se separa, se diferencia y es distinto del "espacio profano".  Por tanto, el templo, expresión de lo sagrado en cuanto separado de lo profano, rompe la uniformidad y la homogeneidad de la realidad existente a nuestro alcance (M. Eliade).
Esto supone que hay espacios (edificios, locales, sitios...) que tienen una dignidad y merecen unos "privilegios" que no tienen el resto de las realidades humanas.

Ahora bien, desde el momento en que se introduce este elemento extraño a la
realidad de la vida en su conjunto, desde ese momento se rompe la armonía de la convivencia humana. Y se introduce en el   mundo un principio de confrontación   que, de una forma u otra, genera violencia, divisiones, enfrentamientos. Esto es lo que vio Jesús. Y con esto es con lo que Jesús quiso acabar de una vez para siempre.
Pero, por desgracia, la Iglesia evolucionó, en los siglos siguientes, de forma que paulatinamente se fue alejando del Evangelio y se fue identificando con el Imperio y sus prácticas religiosas.
Jesús puso "lo sagrado" en las personas. El clero lo ha metido, de nuevo, en los templos. Con todo lo que eso lleva consigo.

Santa Cecilia de Roma


Santa Cecilia (siglo III)

  Santa Cecilia (o Celia) de Roma fue una noble romana, convertida al cristianismo, que fue martirizada por su fe entre el año 180 y 230. Es patrona de la música, de los poetas y de los ciegos (como [santa Lucía de Siracusa]).
El culto de santa Cecilia, bajo cuyo nombre fue construida en Roma una basílica en el siglo V, se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, en el que es ensalzada como ejemplo perfectísimo de la mujer cristiana, que abrazó la virginidad y sufrió el martirio por amor a Cristo.

Vida de Santa Cecilia de Roma
La antigüedad de su martirio y la amplitud de su recuerdo hicieron que su nombre esté presente en el canon de la Misa. También por este motivo, son numerosas las dedicaciones de templos a su nombre y puestos bajo su protección.
Lo extraño es que a pesar de tanta y tan notoria devoción se sepa tan poco de su vida; y digo saber, porque lo que nos ha llegado contado sobre su martirio en la "pasión", escrita muy tardíamente (s. VI), no es fiable desde el punto de vista histórico.
Suelen presentarla como perteneciente a una familia ilustre, de la nobleza romana, del linaje de los Cecilios, anteriores a Cristo y emparentados con Metelos y Pomponios. A Cecilia le señalan como antepasadas a Caya Cecilia y a Cecilia Metea, sin que en realidad sean estos datos demostrables; colocarla dentro de la flor y nata de los patricios romanos podría deberse al vivo deseo de ensalzar la figura de la santa o a la necesidad de cubrir la ausencia de datos con una mera posibilidad.
Dicen que se quedó huérfana desde pequeña, que la instruyó en la fe el obispo Urbano y que se bautizó a los trece años. La presentan los escritos dedicada a la oración, con obras de penitencia y asistiendo a los oficios de culto sin remilgos ni disimulos, aunque los tiempos no estaban para muchos aspavientos. ¡Qué otra cosa podía hacer los dados a la hagiografía si tienen que hablar de la vida de una santa y no disponen de materiales que le sirvan para su intento! Es lógico que apliquen a su figura todas las virtudes que son concebibles en su vida cristiana y quizá también deseen hablar de las que deberían tener los lectores de su vida para sentirse animados a su imitación. Se muestran extremadamente explícitos en mencionar la generosidad que Cecilia demostraba con las colas de pobres que se acercaban a la puerta de su casa en la Vía Apia donde siempre había un plato de sopa caliente y unas limosnas. Y aún son más las alabanzas a la santa cuando se explayan en poner de relieve la radicalidad de su fe hasta el punto de formular en su temprana edad un voto de castidad que puso bajo la custodia de su Ángel.
Lo sorprendente para el hombre de nuestro tiempo tan refinado y culto es que contrajo matrimonio con Valeriano y fue en la misma noche de bodas, después de las capitulaciones matrimoniales, cuando manifestó a su esposo el voto de virginidad que había hecho y lo importante que era respetarlo porque era nada menos que su ángel quien la defendería ante cualquier atropello. Pero lo más insólito del caso es que Valeriano -mucho debía amarla- no se sintiera defraudado por tal planteamiento y aceptara la condición de buen grado.
Valeriano y su hermano Tiburcio son dos mártires bien documentados en la iglesia de Roma. Se convirtieron del paganismo a la fe y dieron su vida por ella. Igual que Cecilia que fue condenada a muerte por decapitación, probablemente en tiempos de Marco Aurelio, sin que los primeros golpes de hacha sobre su cuello le llegaran a hacer daño.
Tampoco se sabe muy bien de dónde le viene a la santa su patronazgo sobre la música ni su protección a los amantes de las corcheas. ¿Sería por aquello de que "cantaba a Dios en su corazón"? Eso es lo que sucede cada vez que se reza a Dios con toda el alma. Quizá alguien, al leerlo en su passio, llegó a pensar en Cecilia, soprano acompañada de instrumentos musicales, y luego se decidió a divulgar la figura pintándola con su órgano.
Aunque no siempre fue así; Stefano Maderna, artista no muy conocido, esculpió la figura de santa Cecilia en mármol de Carrara, haciendo una estatua yacente, con las manos entrelazadas, mostrando una el dedo índice y la otra tres, simbolizando la fe inquebrantable en la unidad divina y en la trinidad de personas. En el altar mayor de la iglesia de su nombre, en el Trastévere romano, puede contemplarse la efigie junto a las reliquias milagrosas de la santa.
Como Cecilia ya trasciende el tiempo y está por encima de los defectos humanos que ella sabe comprender y disculpar, atenderá la súplica de los aún viandantes para formar parte un día del maravilloso coro del cielo, sin importarle mucho que seamos sordomudos, tengamos mal oído o no seamos capaces de disfrutar del pentagrama.

(Fuente: archimadrid.es)

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