viernes, 22 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 23 de NOVIEMBRE – SÁBADO – 33ª – SEMANA DEL T. O. – C – SAN COLUMBANO




23 de NOVIEMBRE – SÁBADO –
33ª – SEMANA DEL T. O. – C –
SAN COLUMBANO

Lectura del primer libro de los Macabeos (6,1-13):

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia.
Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle.
Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido.
Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo:
«El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!"
Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera.»

Palabra de Dios

Salmo: 9,2-3.4.6.16.19

R/. Gozaré, Señor, de tu salvación

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido. R/.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
Él no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-40):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les contestó:
«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.»
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

1.   Este relato insiste sobre el problema de la "otra vida".
El error de base de los saduceos (y de no pocos cristianos actuales) está en no tener en cuenta que la "otra vida"    pertenece a "lo trascendente". Y lo trascendente es lo que nosotros no   podemos ni saber, ni comprender. 
Si esto se hubiera tenido presente, no   andaríamos dando vueltas a lo que   jamás podremos saber. Lo que interesa es entender la enseñanza que da Jesús, en su respuesta a los saduceos.  Y, sobre todo, lo que esa respuesta puede representar para nosotros.

2.  Frente a la incredulidad de los saduceos, por lo que se refiere a la vida después de la muerte, Jesús afirma de forma clara y terminante que la fe en Dios es inseparable de la fe en la resurrección. Con lo cual Jesús quiere enseñar que la vida no se acaba con la muerte, sino que la muerte es el paso a otra forma de vida. En esto consiste lo central de la enseñanza que nos presenta aquí el Evangelio.

3.  En todo este asunto, los problemas se nos presentan cuando pretendemos saber cómo será la vida futura, sobre todo   si, como les ocurría a los saduceos,
intentamos explicar la vida posterior a la muerte a partir de lo que sabemos sobre la vida de este mundo. 
 Aceptemos, de una vez, que por ese camino no llegaremos nunca a saber en   qué consiste la "vida eterna".  
Aceptemos, por tanto, que no es posible conocer cómo o en qué consiste la otra vida.
El punto central, en todo este complicado tema, está en saber si tiene (o puede tener) sentido una vida que, como bien sabemos, está condenada inevitablemente al fracaso y a la muerte. 
Esto supuesto, el mensaje genial de Jesús consiste en decirnos que ese fracaso y esa muerte inevitables no son sino el paso a otra forma de vida, que supera en plenitud y totalidad de sentido las limitaciones de esta vida. Al menos, la esperanza cristiana nos lleva a eso y es eso lo que nos deja como fuente de una felicidad que vence todas las desgracias y sufrimientos que encontramos en esta vida.

SAN COLUMBANO


Abad – 545 – 615

Nació en Irlanda en la primera mitad del siglo VI, y se instruyó en las ciencias sagradas y profanas. Habiendo abrazado la vida monástica, se trasladó a Francia y fundó varios monasterios, que gobernó con una rígida disciplina.
Obligado a exiliarse, marchó a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio. Murió en el año 615, después de haber llevado una vida ejemplar como cristiano y como religioso.

Breve Biografía

Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.
Al salir de Irlanda en compañía del monje y San Galo, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.
Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia. Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.
El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.
En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.
Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.
Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615. La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.
Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.
También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis, pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.
Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.
Fuente: Catholic.net


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