jueves, 28 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 de NOVIEMBRE – VIERNES – 34ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Saturnino de Tolosa



29 de NOVIEMBRE – VIERNES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Saturnino de Tolosa

Lectura de la profecía de Daniel (7,2-14):

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
los cuatro vientos del cielo agitaban el océano.
Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas.
La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana.
La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes.
Le dijeron:
«¡Arriba! Come carne en abundancia.»
Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder.
Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas.
Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes.
Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias.
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas.
Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego.
A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada.
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo: Dn 3,75.76.77.78.79.80.81

R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Montes y cumbres,
bendecid al Señor. R/.

Cuanto germina en la tierra,
bendiga al Señor. R/.

Manantiales,
bendecid al Señor. R/.

Mares y ríos,
bendecid al Señor. R/.

Cetáceos y peces,
bendecid al Señor. R/.

Aves del cielo,
bendecid al Señor. R/.

Fieras y ganados,
bendecid al Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,29-33):

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos:
«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca.
Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»

Palabra del Señor

1.  Por los evangelios sinópticos, sabemos que las comunidades primitivas
pusieron en boca de Jesús afirmaciones   contundentes en el sentido de que "algo importante" iba a suceder y por eso los cristianos vivían en una apremiante expectación (Mc 9, 1; Mt 10, 23; Lc 21, 32-33).
¿A qué se referían en concreto tales expectativas?  No es posible saberlo con   seguridad (cf. J. A. Fitzmyer).

2.  Por lo menos, es seguro que el gran acontecimiento que aquella generación vivió fue el mismo acontecimiento de Jesús, el Crucificado y el Resucitado, que fue el origen y el punto de partida, no solo ni principalmente, de una nueva era, sino por encima de todo lo demás, el arranque de un proceso lento, largo e imparable de la humanización.  
En Jesús, Dios se humanizó.
Y la humanización de Dios, en aquel judío enteramente singular, es inicio de la
creciente superación de la deshumanización que a todos nos sigue    causando tantos sufrimientos y tanta degradación.

3.  Pero nuestra esperanza no se derrumba.  Se mantiene firme, no obstante, toda la deshumanización que a estas alturas de la historia nos sigue acosando.
Jesús lo dijo: "el cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".
Así es: la palabra y la promesa de Jesús sigue adelante en la historia. Es la palabra y la promesa de una creciente   humanización que, al hacernos más   humanos, por eso mismo nos hace más divinos.
Es decir, nos hace alcanzar la anhelada meta de un mundo más humano.  Y de una esperanza firme en que la vida tiene sentido. Porque tiene futuro.
El futuro definitivo del Trascendente que nos espera para siempre.

San Saturnino de Tolosa


En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino de Tolosa (Sanserenín), obispo y mártir que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad y arrastrando por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo hacia el año 250.

BIOGRAFIA

Saturnino, obispo de Tolosa, es uno de los santos más populares en Francia y en España. La Passio Saturnini es ante todo un documento muy importante para el conocimiento de la antigua Iglesia de la Galia. Según el autor de la Pasión, escrita entre el 430 y el 450, Saturnino fijó su residencia en Tolosa en el 250, bajo el consulado de Decio y Grato. En ese tiempo, refiere el autor, en Galia había pocas comunidades cristianas, con escaso número de fieles, mientras los templos paganos se llenaban de fieles que sacrificaban a los ídolos.
Saturnino, que había llegado desde hacía poco a Tolosa, probablemente de África (el nombre es efectivamente africano) o de Oriente, como se lee en el Missale Gothicum, había ya reunido los primeros frutos de su predicación, atrayendo a la fe en Cristo a un buen número de ciudadanos. El santo obispo, para llegar a un pequeño oratorio de su propiedad, pasaba todas las mañanas frente al Capitolio, es decir, el principal templo pagano, dedicado a Júpiter Capitolino, en donde los sacerdotes paganos ofrecían en sacrificio al dios pagano un toro para obtener las gracias que pedían los fieles.
Parece que la presencia de Saturnino volvía mudos a los dioses y de esto los sacerdotes paganos acusaron al obispo cristiano, cuya irreverencia habría irritado la susceptibilidad de las divinidades paganas. Un día la multitud rodeó amenazadora a Saturnino y le impuso que sacrificara un toro sobre el altar de Júpiter. Ante el rechazo del obispo de sacrificar el animal, que poco después se convertiría en el instrumento inconsciente de su martirio, y sobre todo por lo que consideraban los paganos un ultraje a la divinidad, pues Saturnino dijo que no les tenía miedo a los rayos de Júpiter, ya que era impotente porque no existía, lo agarraron enfurecidos y lo ataron al cuello del toro, al que picaron para que corriera escaleras abajo del Capitolio arrastrando al obispo.
Saturnino, con el cuerpo despedazado, murió poco después y su cuerpo quedó abandonado en la calle, de donde lo recogieron dos piadosas mujeres y le dieron sepultura «en una fosa muy profunda». Sobre esta tumba, un siglo después, San Hilario construyó una capilla de madera que pronto fue destruida y se perdió por algún tiempo su recuerdo, hasta cuando en el siglo VI el duque Leunebaldo, volviendo a encontrar las reliquias del mártir, hizo edificar en ese lugar la iglesia dedicada a San Saturnino, en francés Saint-Sernin-du-Taur, que en el Trescientos tomó el actual nombre de Notre-Dame du Taur.

Fuente: Spider Martirologio + Aciprensa

No hay comentarios:

Publicar un comentario