jueves, 7 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 de NOVIEMBRE – VIERNES – 31ª – SEMANA DEL T. O. – C – Beato Juan Duns Escoto




8 de NOVIEMBRE – VIERNES –
31ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,14-21):

Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco.
Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi acción sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios.
Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que, en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo.
Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.»

Palabra de Dios

Salmo: 97

R/. El Señor revela a las naciones su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo:
"¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador."
Entonces el administrador se puso a pensar:
"¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan."
Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó:
"¿Cuánto le debes a mi amo?"
El hombre respondió:
"Cien barriles de aceite."
El administrador le dijo:
"Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta."
Luego preguntó al siguiente:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
Éste respondió:
"Cien sacos de trigo."
El administrador le dijo:
"Toma tu recibo y haz otro por ochenta."
El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Palabra del Señor

1.  ¿Se puede poner como ejemplo a un   canalla que roba a su amo y luego, además, lo engaña? 
Es decir, un indeseable que roba por dos veces.   - ¿Qué felicitación puede    merecer un tipo así?  - ¿Es que no habría otro ejemplo para ponderar que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz?
¿Qué lectura hay que hacer de todo   esto para que tenga algún sentido?

2.   Como es lógico, Jesús no elogia el robo y la mentira. Ni siquiera para poner
tales vicios como ejemplos de astucia. Los entendidos en la interpretación de las parábolas han dado, en este caso, las más diversas explicaciones, sin llegar a un acuerdo común.   Se ha pensado que la explicación más plausible es la que toma    como clave de interpretación, no la tramposa conducta del administrador,
sino los criterios que rigen el pensamiento del rico. Y es así. Pero esto necesita una cuidadosa aclaración.
Estamos de acuerdo en que el administrador, tal como lo presenta el relato, era un sinvergüenza sin escrúpulos. Y eso lo entiende cualquiera.  Pero más sinvergüenza era el rico, que no solo había acumulado una fortuna, en un país donde la mayoría de la población se moría de hambre, sino que además era un tipo que valoraba sumamente el negocio (incluso sucio) y la ganancia. Y no   contento con eso, además elogiaba al canalla que le ha robado.
Para el rico, lo único que tiene valor en la vida es ganar, aunque eso se haga con trampas, falsificando documentos y mintiendo a todas horas.

3.  La riqueza -hoy diríamos el sistema capitalista puro y duro- pervierte a las personas.  Y cuando el beneficio es lo único que interesa en la vida, todo se
descompone y huele a podrido. Es lo peor   que el sistema capitalista ha hecho con todos nosotros. 
La canallada del sistema ha llegado a tal extremo, que los que más roban son los que más votos ganan cuando llegan unas elecciones.
En el fondo, todos estamos elogiando   al administrador injusto. Esta manera de pensar es la que nos ha hundido en la crisis. Porque es la manera de pensar de la burbuja inmobiliaria, de los banqueros que han facilitado la compra de viviendas, de quienes las han vendido y de quienes las han comprado, de los gobernantes    que han permitido semejante sistema     económico, que ha destrozado el ambiente, las costas, los montes y las playas.
El sistema que ha llevado a tantos millones de españoles (sobre todo a los jóvenes) al paro. Y el sistema que alimenta la voracidad de los mercados y los mercaderes, con el silencio cómplice de   quienes no se debían haber callado, conociendo el desastre en el que todos nos hemos hundido.
 Y nuestros obispos (y quienes les aconsejan) calladitos, para no poner en peligro los privilegios que la Iglesia
obtiene del sistema vigente.
¡Qué vergüenza!

Beato Juan Duns Escoto


En Colonia, de la Lotaringia, en Germania, beato Juan Duns Escoto, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, el cual, oriundo de Escocia, enseñó las disciplinas filosóficas y teológicas en Cantorbery, Oxford, París y, finalmente, en Colonia, como maestro preclaro de sutil ingenio y fervor admirable. Se le llama doctor sutil y mariano

Vida de Beato Juan Duns Escoto
Juan Pablo II aprobó su culto el 20 de marzo de 1993.
Juan Escoto nació en Duns, en Escocia, hacia 1265, entró en la Orden de los Hermanos Menores hacia 1280 y fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1291. Completó los estudios entre 1291 y 1296 en París.
Luego enseñó en Cambridge, Oxford y París, como bachiller, comentaba las “Sentencias” de Pedro Lombardo.
Tuvo que abandonar la universidad, por no haber querido firmar una apelación al Concilio contra Bonifacio VIII, promovida por Felipe el Hermoso, rey de Francia.
Regresó allí el año siguiente para obtener el doctorado, con una carta de presentación del ministro general de la Orden, Padre Gonzalo Hispánico, que había sido su maestro, en la cual lo recomendaba como plenamente docto “sea por la larga experiencia, sea por la fama que se había extendido por todas partes, de su vida laudable, de su ciencia excelente y del ingenio sutilísimo” del candidato.
A fines de 1307 Juan Duns Escoto estaba en Colonia, donde enseñó. Quizás no hay doctor medieval más sobresaliente que este franciscano escocés, que estudió en Oxford, enseñó en París, fue expulsado por Felipe el Hermoso porque no quiso firmar la apelación antipapal y murió en Colonia, a la edad en que los otros filósofos comienzan a producir, como si la llama del pensamiento le hubiese quemado la juventud.
El título de “Doctor Sutil” que le dieron, dice toda su sublimidad. Sus teorías sobre la Virgen y sobre la encarnación obtienen después de siglos la confirmación en el dogma de la Inmaculada Concepción y en el culto a la realeza de Cristo.
Elabora el misticismo pensante de San Buenaventura. Escoto es un metafísico y un teólogo.
Empleó su agudeza de ingenio en la sistematización de los grandes amores de San Francisco: Jesucristo y la Virgen Santísima. La posteridad también lo ha llamado “Doctor del Verbo Encarnado” y “Doctor Mariano”.
Tuvo numerosos discípulos y muy pronto llegó a ser y siguió siendo el jefe de la escuela franciscana, que se inició con el Beato Alejandro de Hales, se desarrolló con San Buenaventura, doctor Seráfico de la Iglesia, y llegó a su culminación en el Beato Juan Duns Escoto.
Su doctrina está en perfecta armonía con su espiritualidad.
Después de Jesús, la Virgen Santísima ocupó el primer puesto en su vida. Duns Escoto es el teólogo por excelencia de la Inmaculada Concepción.
El estudio de los privilegios de María ocupó un puesto importantísimo en su vida. En una disputa pública, permaneció silencioso hasta que unos 200 teólogos expusieron y probaron sus sentencias de que Dios no había querido libre de pecado original a la Madre de su Hijo.
Por último, después de todos, se levantó Juan Duns Escoto, tomó la palabra, y refutó uno por uno todos los argumentos aducidos contra el privilegio mariano; y demostró con la Sagrada Escritura, con los escritos de los Santos Padres y con agudísima dialéctica, que un tal privilegio era conforme con la fe y que por lo mismo se debía atribuir a la gran Madre de Dios. Fue el triunfo más clamoroso en la célebre Sorbona, sintetizado en el célebre axioma: “Potuit, decuit, ergo fecit (Podía, convenía, luego lo hizo)”.
En Colonia, donde enseñaba, murió el 8 de noviembre de 1308.

Fuente: http://es.catholic.net/santoral/



No hay comentarios:

Publicar un comentario