domingo, 24 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 de NOVIEMBRE – LUNES – 34ª – SEMANA DEL T. O. – C – Santa Catalina de Alejandría,


25 de NOVIEMBRE – LUNES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – C –


Comienzo de la profecía de Daniel (1,1-6.8-20):

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió.
El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios.
El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas.
Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey.
Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación.
El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo:
«Tengo miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.»
Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías:
«Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.»
Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres.
Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños.
Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino.

Palabra de Dios

Salmo: Dn 3,52.53.54.55.56

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,1-4):

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo:
«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor

1.  Se sabe que Jerusalén era, en tiempo de Jesús, una ciudad en la que abundaban los mendigos y, en general, gentes de ínfima condición económica,
muchos de los cuales vivían de la limosna.
En la ciudad había tanta gente en esta situación que abundan los testimonios en los que se afirma que en Jerusalén había personas que se enorgullecían de la cantidad de pobres que eran atendidos en la ciudad (J. Jeremias).
Por otra parte, esto ocurría en una
ciudad que era profundamente religiosa. Por eso no es de extrañar que se dieran casos frecuentes como el de esta viuda, en la que se unían pobreza y generosidad   hasta extremos límite.

2.  Por otra parte, es frecuente que, en los lugares de culto, se vean personas de buena posición social que dan limosnas. No hay que poner en duda la generosidad   de tales personas. Pero tan cierto como eso es que suele haber casos de gentes que, mediante una limosna, tranquilizan sus conciencias atormentadas por decisiones o asuntos que ni se pueden decir en público.  
Como es lógico, Jesús elogia la enorme generosidad de la pobre viuda, al tiempo que implícitamente critica la falsa generosidad de algunos ricos.

3.  Lo más importante es que, en este relato, se pone de manifiesto otra cuestión de gran actualidad.
La religión -y sobre todo el centro de la religión, el Templo- era la fuente de ingresos más importante que tenía Jerusalén. Al tiempo que el Templo vivía de los impuestos y donativos que daban los fieles.
Por tanto, el factor económico era una de las consecuencias más importantes
que entrañaba la presencia del Templo en la capital. Pero allí ocurría lo que siempre suele ocurrir donde se mueve mucho dinero. La mayor cantidad de aquellos ingresos iban a parar al bolsillo del alto clero, los sumos sacerdotes que pertenecían a las grandes familias de la nobleza religiosa. Mientras que los pobres, la enorme mayoría de la población, vivía en la miseria.
La religión de aquel tiempo favorecía, más que ahora, la distancia asombrosa entre ricos y pobres.  
Actualmente, la incidencia de la religión en la situación económica de la población es indeciblemente menor. Pero aún estamos demasiado lejos de tener una religión que tenga una incidencia en las conciencias capaz de influir, de forma determinante, para igualar más las clases sociales.
En todo caso sigue siendo verdad que los ricos dan más dinero para la religión, pero los pobres suelen ser, proporcionalmente, más generosos y desprendidos que el común de la gente adinerada.

Catalina de Alejandría, Santa
virgen y mártir


Santa Catalina de Alejandría - (siglo IV)

 Natural de Alejandría, fue una mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo inspirada por el sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del emperador Magencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso. Después de una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los cincuenta eruditos a convertirse. Magencio ordenó que la ataran a un potro, que la despedazó enseguida. Después fue decapitada. Es patrona de la elocuencia, los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los estudiantes.


Santa Catalina de Alejandría
Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, que no quería pasar sólo a la historia como guerrero, sino también como mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en el mundo de las letras por su famosa universidad, por su célebre escuela y por su biblioteca de unos 700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo estaba también aquí, el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como Plotino, Filón, Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.

Alejandría era una algarabía de pueblos y razas, de sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y judíos, dice la condesa de Pardo Bazán, andaban a la greña continuamente. Con el advenimiento de los cristianos se complicó el asunto. La confusión de sectas y teologías se hizo formidable».
La colonia judía era muy importante. Sus Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue aquí en Alejandría donde Tolomeo II mandó que setenta intérpretes tradujeran del hebreo al griego el Antiguo Testamento.
La religión cristiana también empezó a tener mucha influencia. Según una antigua tradición, la Iglesia de Alejandría fue fundada por el evangelista San Marcos. Tuvo luego la mejor escuela catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde enseñaron grandes maestros: Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente Alejandrino y San Dionisio de Alejandría.
Aquí nació nuestra Santa, faro más luminoso que el faro de Alejandría y que todos los sabios. La leyenda áurea la presenta con grandes elogios. El nombre de Catalina -la pura, la blanca- respondería a una linda princesa, hija del rey siciliano Costo, nacida en Alejandría a fines del siglo III.
Posee Catalina una personalidad radiante y popular por cuádruple motivo: como hermosa, como sabia, como virgen y como mártir. «Catalina, escribe la Pardo Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es una historia de amor. Grandes artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el Veronés, plasmaron en sus lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con Jesucristo».
Catalina tenía pasión por la verdad. A los dieciocho años descuella por sus conocimientos filosóficos. Es docta y elocuente, bella y con muchos pretendientes, apasionada y enamorada de la belleza.
Había recorrido todas las escuelas. Su favorito era Platón. Discute, analiza, rechaza. La cautiva sobre todo la enseñanza del obispo Pedro el Patriarca. Aquella moral tan pura, aquel Maestro tan sublime, el Sermón de la montaña, aquella Virgen Madre, de tan divina grandeza. Así, por la belleza tangible llegó Catalina a la Belleza increada: Dios.
Un providencial encuentro con el ermitaño Trifón allanó las dificultades. Catalina creyó y se bautizó. Y se dice que Cristo aquella misma noche celebró con ella los místicos Desposorios. Ya es filósofa cristiana.
La intrépida virgen Catalina se presenta audazmente ante el sanguinario Maximino Daia para recriminarle su conducta con los cristianos. Maximino se siente deslumbrado por su elocuencia. Concierta una disputa pública. Se enfrenta Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con versos de Homero, con citas de Platón, con textos de los profetas, unidos a su gracia y elocuencia, no sólo deshace los argumentos de sus adversarios, sino que les convierte a casi todos, y sellan su fe con el martirio.
A Catalina le aplican la rueda con cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla. Finalmente le llega la muerte por la espada. La desposada se iba al cielo a celebrar las bodas con su celestial Esposo. El martirologio romano dice que los ángeles trasladaron los virginales restos al Sinaí.

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