25 de NOVIEMBRE – LUNES –
34ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Comienzo
de la profecía de Daniel (1,1-6.8-20):
El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a
Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió.
El
Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el
templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del
templo de su dios.
El
rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre
real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados
en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó
que les enseñasen la lengua y literatura caldeas.
Cada
día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su
educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey.
Entre
ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo
propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y
pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación.
El
jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo:
«Tengo
miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os
ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.»
Daniel
dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a
Ananías, a Misael y a Azarías:
«Haz
una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y
agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que
comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.»
Aceptó
la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor
aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así
que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres.
Dios
les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del
saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños.
Al
cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a
Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como
Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las
cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que
todos los magos y adivinos de todo el reino.
Palabra
de Dios
Salmo: Dn
3,52.53.54.55.56
R/. A
ti gloria y alabanza por los siglos
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre
santo y glorioso. R/.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los
abismos. R/.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (21,1-4):
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que
echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que
echaba dos reales, y dijo:
«Sabed
que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado
de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía
para vivir.»
Palabra
del Señor
1.
Se sabe que Jerusalén era, en tiempo de Jesús, una ciudad en la que
abundaban los mendigos y, en general, gentes de ínfima condición económica,
muchos de los cuales vivían de la limosna.
En la ciudad había tanta gente en esta
situación que abundan los testimonios en los que se afirma que en Jerusalén
había personas que se enorgullecían de la cantidad de pobres que eran atendidos
en la ciudad (J. Jeremias).
Por otra parte, esto ocurría en una
ciudad que era profundamente religiosa. Por
eso no es de extrañar que se dieran casos frecuentes como el de esta viuda, en
la que se unían pobreza y generosidad
hasta extremos límite.
2.
Por otra parte, es frecuente que, en los lugares de culto, se vean
personas de buena posición social que dan limosnas. No hay que poner en duda la
generosidad de tales personas. Pero tan
cierto como eso es que suele haber casos de gentes que, mediante una limosna,
tranquilizan sus conciencias atormentadas por decisiones o asuntos que ni se
pueden decir en público.
Como es lógico, Jesús elogia la enorme
generosidad de la pobre viuda, al tiempo que implícitamente critica la falsa
generosidad de algunos ricos.
3.
Lo más importante es que, en este relato, se pone de manifiesto otra
cuestión de gran actualidad.
La religión -y sobre todo el centro de
la religión, el Templo- era la fuente de ingresos más importante que tenía Jerusalén.
Al tiempo que el Templo vivía de los impuestos y donativos que daban los
fieles.
Por tanto, el factor económico era una
de las consecuencias más importantes
que entrañaba la presencia del Templo en la
capital. Pero allí ocurría lo que siempre suele ocurrir donde se mueve mucho
dinero. La mayor cantidad de aquellos ingresos iban a parar al bolsillo del
alto clero, los sumos sacerdotes que pertenecían a las grandes familias de la
nobleza religiosa. Mientras que los pobres, la enorme mayoría de la población,
vivía en la miseria.
La religión de aquel tiempo favorecía,
más que ahora, la distancia asombrosa entre ricos y pobres.
Actualmente, la incidencia de la
religión en la situación económica de la población es indeciblemente menor.
Pero aún estamos demasiado lejos de tener una religión que tenga una incidencia
en las conciencias capaz de influir, de forma determinante, para igualar más
las clases sociales.
En todo caso sigue siendo verdad que
los ricos dan más dinero para la religión, pero los pobres suelen ser, proporcionalmente,
más generosos y desprendidos que el común de la gente adinerada.
Catalina de Alejandría, Santa
virgen y mártir
Santa Catalina de Alejandría -
(siglo IV)
Natural de Alejandría, fue una
mujer de noble cuna que estudió filosofía. Se convirtió al cristianismo
inspirada por el sueño de un ermitaño. Después, convirtió a la esposa del
emperador Magencio, a un oficial y a doscientos soldados. En venganza, el emperador
reunió a cincuenta eruditos paganos y la retó a un debate religioso. Después de
una larga y acalorada discusión, las palabras de Catalina indujeron a los
cincuenta eruditos a convertirse. Magencio ordenó que la ataran a un potro, que
la despedazó enseguida. Después fue decapitada. Es patrona de la elocuencia,
los filósofos, los predicadores, las solteras, las hilanderas y los
estudiantes.
Santa
Catalina de Alejandría
Alejandría
fue fundada por Alejandro Magno, que no quería pasar sólo a la historia como
guerrero, sino también como mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en
el mundo de las letras por su famosa universidad, por su célebre escuela y por
su biblioteca de unos 700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo
estaba también aquí, el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como
Plotino, Filón, Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.
Alejandría era una
algarabía de pueblos y razas, de sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y
judíos, dice la condesa de Pardo Bazán, andaban a la greña continuamente. Con
el advenimiento de los cristianos se complicó el asunto. La confusión de sectas
y teologías se hizo formidable».
La
colonia judía era muy importante. Sus Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue
aquí en Alejandría donde Tolomeo II mandó que setenta intérpretes tradujeran
del hebreo al griego el Antiguo Testamento.
La
religión cristiana también empezó a tener mucha influencia. Según una antigua
tradición, la Iglesia de Alejandría fue fundada por el evangelista San Marcos.
Tuvo luego la mejor escuela catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde
enseñaron grandes maestros: Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente
Alejandrino y San Dionisio de Alejandría.
Aquí
nació nuestra Santa, faro más luminoso que el faro de Alejandría y que todos
los sabios. La leyenda áurea la presenta con grandes elogios. El nombre de
Catalina -la pura, la blanca- respondería a una linda princesa, hija del rey
siciliano Costo, nacida en Alejandría a fines del siglo III.
Posee
Catalina una personalidad radiante y popular por cuádruple motivo: como
hermosa, como sabia, como virgen y como mártir. «Catalina, escribe la Pardo
Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es una historia de amor. Grandes
artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el Veronés, plasmaron en sus
lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con Jesucristo».
Catalina
tenía pasión por la verdad. A los dieciocho años descuella por sus
conocimientos filosóficos. Es docta y elocuente, bella y con muchos
pretendientes, apasionada y enamorada de la belleza.
Había
recorrido todas las escuelas. Su favorito era Platón. Discute, analiza,
rechaza. La cautiva sobre todo la enseñanza del obispo Pedro el Patriarca.
Aquella moral tan pura, aquel Maestro tan sublime, el Sermón de la montaña,
aquella Virgen Madre, de tan divina grandeza. Así, por la belleza tangible
llegó Catalina a la Belleza increada: Dios.
Un
providencial encuentro con el ermitaño Trifón allanó las dificultades. Catalina
creyó y se bautizó. Y se dice que Cristo aquella misma noche celebró con ella
los místicos Desposorios. Ya es filósofa cristiana.
La
intrépida virgen Catalina se presenta audazmente ante el sanguinario Maximino
Daia para recriminarle su conducta con los cristianos. Maximino se siente
deslumbrado por su elocuencia. Concierta una disputa pública. Se enfrenta
Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con versos de Homero, con citas de
Platón, con textos de los profetas, unidos a su gracia y elocuencia, no sólo
deshace los argumentos de sus adversarios, sino que les convierte a casi todos,
y sellan su fe con el martirio.
A Catalina
le aplican la rueda con cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla.
Finalmente le llega la muerte por la espada. La desposada se iba al cielo a
celebrar las bodas con su celestial Esposo. El martirologio romano dice que los
ángeles trasladaron los virginales restos al Sinaí.
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