14 de NOVIEMBRE – JUEVES –
32ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
del libro de la Sabiduría (7,22–8,1):
La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple,
sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo,
incoercible, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso,
todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros,
sutilísimos.
La
sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo
atraviesa y lo penetra todo; porque es efluvio del poder divino, emanación
purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega.
Es
reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su
bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el
universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo
amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
Es
más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del
día, sale ganando, pues a éste le releva la noche, mientras que a la sabiduría
no le puede el mal. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el
universo con acierto.
Palabra
de Dios
Salmo:
118
R/. Tu
palabra, Señor, es eterna
Tu Palabra, Señor, es eterna,
más estable que el
cielo. R/.
Tu fidelidad de generación en generación,
igual que fundaste la
tierra y permanece. R/.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu
servicio. R/.
La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los
ignorantes. R/.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes. R/.
Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me
auxilien. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a
llegar el reino de Dios, Jesús les contestó:
«El
reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está
allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo
a sus discípulos:
«Llegará
un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis.
Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás.
Como
el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del
hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta
generación.»
Palabra
del Señor
1.
La respuesta de Jesús a los fariseos, que preguntan cuándo llega el
Reino de Dios, entraña sus dificultades para poder comprenderla exactamente. La
razón principal de tales dificultades radica en que el verbo (que utiliza Lucas
apokrínomai ) no tiene un significado preciso. Algunos lo
traducen en el sentido
de que el Reino "no está sujeto a
cálculo" (J. A. Fitzmyer, J. Mateos), mientras que otros prefieren la
traducción que pone el misal de la liturgia católica: el Reino "no vendrá
espectacularmente". En cualquier
caso, lo que el texto de Lucas quiere indicar es que la venida del Reino de
Dios no será nunca como los mortales la imaginamos. ¿Por qué?
2.
Jesús afirma que el Reino de Dios está "entre vosotros" o,
quizá mejor, está
"junto a vosotros". Así parece
indicarla la preposición "éntos", con genitivo. No
se trata, pues, de que el Reino de Dios está
"dentro de vosotros", en vuestro
corazón de fariseos (M. Zerwick).
Se trata, más bien, de que el Reino de
Dios está "junto a ellos", allí presente. Por eso se puede decir, con
toda razón, que el
Reino de Dios no está en "lo espectacular",
en "lo grandioso", sino en "lo cotidiano", en el ambiente
en que todos nos movemos a diario, en la normalidad
de la vida normal.
El esplendor de lo llamativo será al
final, en la consumación definitiva. En la situación presente, en lo que ahora vivimos,
lo que toca es soportar y vivir con normalidad, honradez y hasta alegría, lo
mismo que vivió Jesús: el proyecto de una vida en defensa del bien, de la
igualdad y de la justicia.
Por más que todo eso lleve consigo el
rechazo, la persecución, las dificultades y hasta la exclusión.
3.
En definitiva, se trata de comprender que hacer presente el Reino de
Dios es, ni más ni menos, "hacer presente a Dios en lo cotidiano de la
vida".
Donde Dios está presente, está presente
la bondad, el respeto, la ayuda mutua, la delicadeza en el trato, la honradez
por encima de todo, y, mediante todo
esto, la cercanía al que sufre, al que se ve maltratado, al que lo pasa mal, al
que se siente mal.
Hacer presente el Reino de Dios es
hacer presente la felicidad que está a nuestro alcance lograr para todos.
San José Pignatelli
El mérito
especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía de
Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y
tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de
una terrible persecución.
De familia
italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a
trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo
a los niños y a los presos.
Querido de
todos por su caridad, humildad, cortesía y otras virtudes, murió en Roma el 15
de noviembre de 1811.
Fue
canonizado por Pío XII en 1954.
Nació
en Zaragoza, el 27 de Diciembre del año 1737. Su padre D. Antonio, de la
familia de los duques de Monteleón, y su madre Doña María Francisca Moncayo
Fernández de Heredia y Blanes. Fue el séptimo de nueve hermanos. Pasa la niñez
en Nápoles y su hermana María Francisca es, a la vez que hermana, madre, puesto
que perdió la suya cuando tenía José cuatro años.
Se
forma entre Zaragoza, Tarragona, Calatayud y Manresa, primero en el colegio de
los jesuitas y luego haciendo el noviciado, estudiando filosofía y cursando
humanidades. Reside en Zaragoza, ejerciendo el ministerio sacerdotal entre
enseñanza y visitas a pobres y encarcelados, todo el tiempo hasta que los
jesuitas son expulsados por decreto de Carlos III, en 1767.
Civitacecchia,
Córcega, Génova, los veinticuatro años transcurridos en Bolonia (1773-1797) dan
testimonio del hombre que les pisó, sabiendo adoptar actitudes de altura humana
con los hombres, y de confianza sobrenatural con Dios.
La
Orden de San Ignacio ha sido abolida en 1773, sus miembros condenados al
destierro y sus bienes confiscados. El último General, Lorenzo Ricci, consume
su vida en la prisión del castillo de Sant’Angelo. Sólo quedan jesuitas con
reconocimiento en Prusia y Rusia. Allí tanto Federico como Catalina han
soportado las maniobras exteriores y no han publicado los edictos papales,
aunque la resistencia de Federico no se prolongará más allá del año 1776. Queda
como último reducto la Compañía de Rusia con un reconocimiento verbal primero
por parte del Papa Pío VI y oficial después con documento del Papa Pío VII.
José de Pignatelli comprende que la restauración legal de la Compañía de Jesús
ha de pasar por la adhesión a la Compañía de Rusia. Renueva su profesión
religiosa en su capilla privada de Bolonia.
No
verá el día en que el Papa Pío VII restaure nuevamente la Compañía de Jesús en
toda la Iglesia, el día 7 de Agosto de 1814, pero preparará bien el terreno
para que esto sea posible en Roma, en Nápoles, en Sicilia. Formará a nuevos
candidatos, reorganizará a antiguos jesuitas españoles e italianos dispersos y
buscará nuevas vocaciones que forzosamente han de adherirse, como él mismo, a
la Compañía de Rusia. Esta labor la realizará mientras es consejero del duque
de Parma, don Fernando de Borbón nieto de Felipe V, y como provincial de Italia
por nombramiento del vicario general de Rusia Blanca.
En
este esfuerzo colosal, muere en Roma el 15 de Noviembre de 1811, en el alfoz
del Coliseo.
Estuvo
convencido el santo aragonés de que, si el restablecimiento de su Orden era
cosa de Dios, tenía que pasar por el camino de la tribulación, del fracaso, de
la humillación, de la cruz, de la vida interior que no se presupone sin
humildad, sin confianza.
Fuente:
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/santoral/santora
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