domingo, 10 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 de NOVIEMBRE – LUNES – 32ª – SEMANA DEL T. O. – C – SAN MARTÍN DE TOUR






11 de NOVIEMBRE – LUNES –
32ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Comienzo del libro de la Sabiduría (1,1-7):

Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían.
Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios.
La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehuye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia.
La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.

Palabra de Dios

Salmo: 138,1-3a.3b-6.7-8.9-10

R/. Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso. R/.

Todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco. R/.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
sí me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

Si vuelo hasta el margen de la aurora,
sí emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,1-6):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.
Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor:
«Auméntanos la fe.»
El Señor contestó:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»

Palabra del Señor

1.   Este relato recoge tres temas de gran actualidad.
El primero, el tema del escándalo.  Jesús censura con severidad a los que escandalizan. El verbo griego
skandalizein, cuya raíz significa (en Aristóteles) "el resorte de una ratonera",
pasó a tener el sentido de "causa de ruina para alguien" (G. Stáhlin). Pero Jesús
concreta más. Y ve la máxima gravedad en quienes escandalizan a los "pequeños".
En el Reino de Dios y en la Iglesia, los privilegiados son los más
pequeños, los ínfimos, a los que Dios prefiere mucho más que a los "grandes",
los importantes, los poderosos (Nt 11, 11 par; Lc 7, 28; 9, 48).
Con frecuencia, precisamente los "grandes" son los responsables de la pérdida de la fe para los "pequeños", los insignificantes.
Como es lógico, Jesús no tolera tal cosa. Eso es lo que escandaliza, "hace tropezar".

2.   El segundo tema es el perdón. Concretamente el perdón mutuo.
Jesús les pide a sus discípulos que siempre, absolutamente siempre y pase lo que pase, tienen que estar dispuestos a perdonar. 
Perdonar no es hacerse insensible ante las ofensas de los demás. Perdonar es no   desear mal alguno a nadie. Y no hacer daño a nadie. 
Ahora es frecuente oír, a quienes han sufrido alguna agresión, que hay que exigir justicia, porque el ofendido no olvida ni perdona la ofensa recibida. 
Escuchar palabras de generoso    perdón es, más bien, cosa poco frecuente. Y es que los criterios del Evangelio ya no impregnan el tejido social. Ni el Evangelio suele ser el distintivo de quienes, por otra parte, decimos que   somos creyentes en Jesucristo.
Por más extraño que esto suene. Se puede creer en "Nuestro Señor Jesucristo", pero no creer en Jesús, hasta el extremo de que hay personas muy religiosas que no soportan, ni quieren oír el nombre del inquietante Jesús del Evangelio.

3.  El tercer tema es la fe. Para Jesús, la fe no consiste en aceptar las ideas de
un "credo". La fe de los evangelios es la "seguridad-confianza" en la fuerza que
tiene el Evangelio. - ¿Para qué?
Los textos paralelos de Marcos y Mateo hablan de la fe para trasladar a "esa colina" (Mc 11, 22-23; Mt 21, 21).
Jesús se refería a una colina concreta ("esa"). - ¿De qué colina hablaba Jesús? Si, como parece lo más seguro, Jesús dijo estas palabras al pie de la colina donde estaba el Templo de Jerusalén, la afirmación de Jesús es terrible. Porque viene a decir: "si tuvierais fe de verdad, la fe acabaría con todo este solemne tinglado del Templo, sus ceremonias, rituales y funcionarios".
O sea, la fe que enseña Jesús, cuando   es auténtica, derriba el gran tinglado que utiliza la religión, no para lograr que la gente sea más buena y honrada, sino más sumisa a los oscuros intereses de este tipo de religión.

SAN MARTÍN  DE  TOUR



San Martín nació en Panonia, Hungría, el 316. Sus padres eran paganos. Estudia en Pavía, donde conoce el Cristianismo. Su padre, que era tribuno militar, para desviarle del cristianismo, le obliga a ingresar en el ejército. Martín concilia sus deberes militares con sus aspiraciones cristianas. Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa y caritativa.
Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa: "Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido".
Pronto recibe el bautismo. Deja la milicia para seguir a Cristo. San Hilario de Poitiers quiere ordenarle de diácono. Él se queda de exorcista. Vuelve a su patria, convierte a su madre. De nuevo en Poitiers, funda Ligugé, auténtico monasterio misional. Allí pasa once años, feliz en su ambiente. Preguntado más adelante por qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma". Por eso hay quien resume la vida de Martín así: "soldado por fuera, obispo a la fuerza, monje por gusto".
Sulpicio Severo escribió Cartas y Diálogos y sobre todo la Vida de San Martin. Pocos libros habrán sido más leídos que éste, que ha servido de fuente para llevar por todas partes a través de cantares y poemas, representaciones teatrales, la pintura y la escultura la imagen de este Santo "el más popular y conocido de toda Europa".
Un historiador ha contado en Francia 3.667 parroquias dedicadas a él y 487 pueblos que llevan su nombre. Un buen número hay también en Alemania, Italia y España. Es simpático el párrafo en que Don Quijote enseña a Sancho la imagen de San Martín y le explica el caso de la capa.
Martín vivía feliz en Ligugé. Pero Tours se había quedado sin obispo. Un día del año 371, fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. Establece cerca, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro misionero de donde saldrán San Patricio y San Paulino de Nola. Desde allí parte para sus agotadoras correrías apostólicas, durante 35 años, por toda la Galia. Nada le retiene. Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la resurrección de varios muertos. Su fama es indescriptible. Es llamado "el apóstol de las Galias" nadie hizo tanto como él por Francia católica y San Gregorio de Tours le invoca como "Patrón especial del mundo entero".
Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente, agotaron sus fuerzas físicas. Se veía morir. Sus discípulos le piden que no les deje huérfanos. Martín contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehúso el trabajo. Sólo quiero tu voluntad". La liturgia comenta: "¡Oh feliz varón, que ni temió morir, ni recusó la vida”!
Los discípulos querían colocarle más cómodo. "Dejadme así, les dijo, mirando al cielo, para dirigir mi alma en dirección hacia Dios". El demonio no dejaba de importunarle. "¿Qué haces ahí, gritó Martín, bestia sanguinaria? No hay nada en mí que te pertenezca, maldito. El seno de Abrahán me espera". Y entregó su alma a Dios. Era el 8 de noviembre del año 397.
Martín fue un asceta, un apóstol, un hombre de oración, muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Su faceta principal, la caridad. El gesto de Amiens, dar media capa, fue superado, cuando siendo obispo, entregó su túnica entera a un mendigo gesto menos conocido. Sus mismos milagros, como los de Cristo, fueron milagros de caridad. Pasó haciendo el bien.


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