21 de NOVIEMBRE – JUEVES –
33ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Presentación de santa María Virgen
Lectura
del segundo libro de los Macabeos 2, 15.29
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer
apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese
sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus
hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un
hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes.
Adelántate
el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y
los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos
recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y
muchos regalos.»
Pero
Matatias respondió en voz alta:
«Aunque
todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la
religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y
mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre
de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey,
desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
Nada
más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar
sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó,
tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre
sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a
sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a
Zinirí, hijo de Salu.
Luego
empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad:
«El
que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!»
Después
se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por
entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban
vivir según derecho y justicia.
Sal 49,1-2.5-6.14-15 R/.
Al que
sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de
oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa,
Dios resplandece. R/.
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto
con un sacrificio.»
Proclame el cielo su
justicia;
Dios en persona va a
juzgar. R/.
«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al
Altísimo
e invócame el día del
peligro:
yo te libraré, y tú me
darás gloria.» R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al
acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:
«¡Si
al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está
escondido a tus ojos.
Llegará
un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el
cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra.
Porque no reconociste el momento de mi venida.»
Palabra de Dios
1.
Hay autores que piensan que este relato no corresponde a algo que realmente
ocurrió al llegar Jesús a Jerusalén. Y la razón que dan, los que piensan así, es que aquí se refiere un hecho
(la toma de Jerusalén por los romanos) que ya se había producido cuando se redactó
el texto que se recoge en este evangelio.
¿Tienen razón quienes ponen en duda la
historicidad de este relato?
Lo más seguro es que no la
tienen. Porque la guerra de los romanos
contra los judíos es bien conocida, sobre todo
por la detallada descripción que de ella
hace Flavio Josefo en el De Bello Judaico.
Pero resulta que los datos más importantes de aquella guerra no quedan ni insinuados en lo que dice el evangelio
de Lucas.
No parece, pues, que esto fuera un
vaticinium ex evento, contar como profecía lo que ya había sucedido.
2.
Es seguro que Jesús, al ver la ciudad, el magnífico símbolo de Jerusalén
como centro de la religiosidad de Israel, se
emocionó hasta el punto de echarse a llorar. Y llorar con la más profunda
tristeza.
Por otra parte, Jesús sabía que allí
le esperaba el fin de sus días. Y de la forma
más trágica posible. Jesús veía como inevitable, no solo su dramático final,
sino además la dispersión de su pueblo y las mil persecuciones de que ese
pueblo ha sido víctima y a costa de tantas víctimas humanas.
Jesús lloraba como ser humano amenazado de la más brutal de las torturas
mortales. Y como israelita, lloraba por el final desastroso de su patria y de
una historia que, a partir de entonces, quedó quebrada para siglos y siglos.
3.
Es dramático, pero desgraciadamente real: la ciudad más religiosa del mundo
es también la ciudad que concentra y que simboliza tanta violencia y acumula tantos
dramas humanos y religiosos.
¿Por qué se produce la contradictoria
relación -la casi constante relación- entre religión y violencia?
Si hacemos de la religión la forma de
presencia, en el mundo, del Dios Único, del Absoluto sobre todos los demás dioses imaginables, es evidente que eso conduce sin
remedio a la violencia.
Dos, tres, "dioses únicos y
absolutos" no pueden coexistir. Son excluyentes. Y lucharán hasta destruirse. No. Por ese camino
no vamos a ninguna parte. O mejor dicho: vamos a la autodestrucción total.
Decididamente, tenemos que entender la
religión de otra manera. La religión es siempre la representación inmanente que
los mortales nos hacemos del trascendente.
Por tanto, es y será siempre una representación incompleta
(nadie puede abarcar totalmente a Dios). Y,
entonces, la tarea de las religiones no es la defensa de la Verdad, sino la búsqueda
del Trascendente, al que progresivamente nos vamos acercando, si es que lo
buscamos sinceramente.
Ana
y Joaquín, en un acto de fe quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de
esta niña.
Esta
fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una
basílica a “La Virgen María la Nueva”.
Se
levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo.
Las
Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este
día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no
obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la
atención.
La
liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del
amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor".
En
Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen
Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente.
Este
episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que
aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “Protoevangelio de
Santiago”.
Pero,
como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la
espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la
disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del
Señor Dios.
Por
eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito
resonante entre todos los cristianos.
María
estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio
apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto
de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta
niña".
No
pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años,
la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que
recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo
que el Señor había hecho con ella.
Esta
fiesta data del siglo VI.
¡Felicidades
a quienes lleven este nombre y las Hermanas de la Presentación!
Fuente: Catholic.net
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