martes, 5 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 6 de NOVIEMBRE – MIÉRCOLES– 31ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Pedro Poveda Castroverde




6 de NOVIEMBRE – MIÉRCOLES
31ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Pedro Poveda Castroverde

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13,8-10):

A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios

Salmo: 111,1-2.4-5.9

R/. Dichoso el que se apiada y presta

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

En las tinieblas brilla
como una luz el que es justo,
clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos. R/.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

Palabra del Señor

1.   El significado central de lo que Jesús afirma, en este evangelio, toca las
fibras más profundas del corazón   humano.  Se trata de poner en segundo
plano, en la organización de nuestra vida, las relaciones humanas a las que, en principio al menos, se les concede la mayor importancia.  Y se trata, sobre
todo, de escoger (como lo hizo el propio Jesús) la función más detestable que
una sociedad puede adjudicar a un ciudadano: la de un delincuente subversivo y al que hay que liquidar (Gerd Theissen).
Esto, ni más ni menos, es lo que
viene a decir Jesús en este discurso.

2.   El problema está en saber lo que el Evangelio quiere enseñar con este lenguaje y esta mentalidad.
Por supuesto, no se trata de que Jesús propuso, como ideal de vida, el programa de un delincuente o un terrorista. Los delincuentes y terroristas son gente peligrosa, gente pervertida y perversa, canallas que causan demasiado sufrimiento, casi siempre a personas   inocentes. Jesús no pudo proponer eso, ni querer nada que se parezca a eso.
Entonces, ¿qué es lo que Jesús propone aquí como ideal de vida?

3.   No es un lenguaje ascético. Y, menos aún, un masoquismo propio de gente trastornada.  El proyecto de Jesús se entiende si ponemos los pies en el suelo, en esta tierra de tanta corrupción y de tantas y tales injusticias, que, traducidas a expresión fonética, serían el clamor de un griterío desesperado, desgarrado y de amenaza creciente.
Pues bien, desde el suelo de esta tierra, lo que se palpa es que quien dice "¡Basta ya!" y actúa en consecuencia, ese tiene que estar dispuesto a ser visto como un individuo peligroso, dispuesto a romper los lazos familiares más sagrados, dispuesto a poner en peligro su propia seguridad y su misma respetabilidad. Porque, en este mundo, el que quiere tener buen nombre, tiene que aparecer siempre como equidistante de todo y de todos, en el más "respetado equilibrio".
Pues bien, el que organice así su vida, ese que se despida del seguimiento de Jesús. Esto es lo que el Evangelio propone:  la coherencia ética hasta el límite. Por eso tendríamos que preguntarnos muy en serio:
- ¿es este el programa pastoral de nuestros obispos?  ¿O tenemos como
pastores de la Iglesia a hombres que lo que desean es estar bien con todos y
ser apreciados por todos?
De ser así, no vamos a ninguna parte.

San Pedro Poveda Castroverde


San Pedro Poveda nació en Linares (Jaén) el 3 de diciembre de 1874. Ordenado sacerdote, creó las Escuelas del Sagrado Corazón para evangelizar a los pobres del barrio de las cuevas de Guadix y confió a mujeres su proyecto educativo, fundando la Institución Teresiana.
Murió mártir el 28 de julio de 1936.
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía

Nacido en Linares (Jaén) en 1874 en el seno de una familia muy cristiana, Pedro José Luis Francisco Javier Poveda Castroverde era el mayor de seis hermanos. De temprana vocación sacerdotal, ingresa joven en el Seminario de Jaén, aunque por motivos económicos se traslada con una beca al Seminario de Guadix (Granada). Compagina los estudios eclesiásticos con los civiles. Fue ordenado sacerdote en 1897 y, al tiempo que continúa sus estudios, da clases, atiende catequesis, predica misiones populares, dirige a seminaristas… Su preocupación por los niños que vivían en las Cuevas de Guadix le lleva a fundar las Escuelas del Sagrado Corazón, donde ofrece enseñanza gratuita, alimento y vestido a los más necesitados de esta zona suburbial de la ciudad.

En 1906 es nombrado canónigo de la Basílica de Covadonga (Asturias), donde permanece hasta 1913. Allí, estudia la situación educativa de la España de principios de siglo, pensando qué respuesta puede dar desde el humanismo cristiano para la educación de los niños y la formación de los educadores en el momento histórico que le toca vivir. Así, en 1911 funda en Oviedo la primera Academia de la Institución Teresiana. En 1913 regresa a Jaén, donde conocerá a Josefa Segovia, quien será su fiel colaboradora y cofundadora de la Institución. En 1921 las Academias, Centros de formación de educadores, cuyo campo principal de actuación será la escuela pública, estaban en doce poblaciones de importancia. En 1917 la Institución Teresiana obtiene la aprobación eclesiástica y civil en Jaén, y en 1924 la aprobación pontificia como Pía Unión.

El Padre Poveda se traslada a Madrid en 1921, al ser nombrado Capellán de la Casa Real. Sigue trabajando en la consolidación y expansión de la Institución Teresiana, participa en la fundación de la FAE (Federación de Amigos de la Enseñanza), y colabora con proyectos e instituciones a favor del profesorado católico. El 27 de julio de 1936 es detenido en su casa de Madrid. Muere mártir, como sacerdote de Jesucristo, el 28 de julio de 1936.

¿Cuáles son los rasgos personales del Padre Poveda?

Convencido de que la fuerza del Evangelio puede transformar la realidad, se preocupa por la formación de la persona humana y promueve la educación como medio de transformación social. Su contacto con realidades de pobreza, hambre, enfermedad, paro, e injusticia, en su infancia, le lleva a luchar contra ello y a trabajar por la dignidad humana mediante la formación de las clases populares; confía en la capacidad de la juventud para transformar el mundo; reclama y promueve la presencia de la mujer en el campo de la educación, de la ciencia, de la investigación. Le preocupa la actualización pedagógica del profesorado, la asociación profesional de los maestros y su promoción social, así como su compromiso con la realidad desde su ser creyente. Humanista y pedagogo, educador de educadores, impulsor del laicado, maestro de oración, hombre de paz, audaz y solidario con los más desfavorecidos, creyó que la renovación de la educación, de la cultura y de las relaciones entre los hombres eran posibles desde la fe.

Sacrificado y paciente, manso y humilde, sencillo, afable y respetuoso, de fino sentido del humor y gran fortaleza interior. Con una entrega entusiasta a Dios, gran devoción a la Virgen, y filial amor a la Iglesia. Austero para sí y tolerante con todo excepto con el pecado. El trabajo, la oración, el estudio, el amor entregado a los demás, el hacer la voluntad de Dios, fueron constantes en su vida. Poveda es ante todo sacerdote y apóstol de Jesucristo. Y la Eucaristía, el centro de su existir. Testigo fiel, acaba dando la vida en testimonio de su fe. Su grandeza se basa en la coherencia de su vida con el Evangelio, en la intuición de los signos de su tiempo y en la radicalidad de su entrega a Dios, a los hombres y al mundo que le tocó vivir.
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 10 de octubre de 1993 y canonizado el 4 de mayo de 2003.


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