domingo, 3 de noviembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 4 de NOVIEMBRE – LUNES – 31ª – SEMANA DEL T. O. – C – SAN CARLOS BORROMEO




4 de NOVIEMBRE – LUNES –
31ª – SEMANA DEL T. O. – C –
SAN  CARLOS  BORROMEO

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,29-36):

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Palabra de Dios

Salmo: 68,30-31.33-34.36-37

R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Palabra del Señor

1.  Es cierto que la primera gran    preocupación de Jesús fue el tema de la
salud, que es el problema que más nos preocupa a todos los seres humanos.
Pero, junto a la salud, a Jesús le interesó   especialmente el tema de la comida
compartida. 
Salud y alimentación, dos pilares básicos de la vida de los mortales. Por eso, se comprende que el capítulo 14 de Lucas gira alrededor de temas
relacionados con la mesa, con la comida compartida, el "simposio" o banquete, uno de los grandes temas de la literatura, las costumbres y la religión en la cultura judía, griega y romana.  
Esto explica que en el capítulo 14 se trata: el tema de la disposición de la   mesa (14, 7-11), los invitados al banquete (14, 12-14) y la gran cena (14, 15-24) (D. E. Smith).
Nada tiene de extraño que este capítulo tiene una notable semejanza con el Banquete de Platón: el conflicto entre Jesús y los fariseos es paralelo del conflicto entre Sócrates y los sofistas
(X. de Meeús).

2.  Si el simposio, en las culturas griega y romana, marcaba el orden social
que debía dominar en la sociedad, en este evangelio queda patente que el orden en la comunidad de Jesús tiene que estar   marcado por la invitación preferente a los marginados.   
Jesús viene a decir: los que yo quiero ver en primer lugar, en el sitio preferente, no son los que la sociedad pone los primeros, sino al revés, los que yo quiero ver en el mejor sitio, en los puestos de preferencia, son aquellos a los que nadie quiere.  En esto, que se dice tan pronto, pero que es tan fuerte, consistía el modelo de estratificación social que Jesús plantea.

3.  Si el Evangelio plantea las diferentes capas sociales de la convivencia de una forma tan nueva y revolucionaria, es porque Jesús vio que en eso se expresaba algo muy determinante para la vida en su conjunto.
Mediante este nuevo modelo de estratificación, Jesús viene a decir esto: vuestras relaciones interpersonales no
han de estar determinadas por el "interés", sino por la "acogida", sin poner condiciones ni buscar otras   conveniencias o ganancias. 
Jesús vio, sin duda alguna, que este criterio era el principio base para arreglar este mundo, suprimir de raíz el atropello de los débiles por parte de los fuertes, y hacer posible una convivencia en paz, respeto y armonía.
Así entendía Jesús la religiosidad, la espiritualidad, la mística. Todo lo que no sea eso, es puro engaño.  
Por eso da pena que, con frecuencia, las costumbres eclesiásticas se parecen más a las que impone este mundo que a las que nos enseña el Evangelio.

SAN  CARLOS  BORROMEO


Nació en Arona (Lombardía) en el año 1538; después de haberse graduado en ambos derechos, fue agregado al colegio cardenalicio por su tío Pío IV y nombrado obispo de Milán. Fue un verdadero pastor de su grey; visitó varias veces toda su diócesis, convocó sínodos, decretó muchas disposiciones orientadas a la salvación de las almas y fomentó en gran manera las costumbres cristianas.
Murió el día 3 de noviembre del año 1584.
San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús; "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará".
Era de familia muy rica. Su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas. Renunció a sus riquezas y fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de Milán. Aunque no faltan las acusaciones de que su elección fue por nepotismo (era sobrino del Papa), sus enormes frutos de santidad demuestran que fue una elección del Espíritu Santo.
Como obispo, su diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria. Los atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra: "Humilitas", humildad.  El, siendo noble y riquísimo, vivía cerca del pueblo, privándose de lujos. Fue llamado con razón "padre de los pobres"
       San Carlos Borromeo Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.
Para con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo y severo.
Fue el primer secretario de Estado del Vaticano (en el sentido moderno).
Fue blanco de un vil atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso, perdonando generosamente al agresor.
Fundó seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios.
Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.
Murió joven y pobre, habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba agonizando.




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