16 DE MAYO – DOMINGO –
La Ascensión
del Señor - Ciclo B
Lectura
del libro de los Hechos de los Apóstoles (1,1-11):
En mi
primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y
enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había
escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.
Se
les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba
vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una
vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que
se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con
agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.»
Ellos
lo rodearon preguntándole:
«Señor,
¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús
contestó:
«No
os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido
con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis
fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta
los confines del mundo.»
Dicho
esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados
mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá
como le habéis visto marcharse.»
Palabra
de Dios
Salmo:
46,2-3.6-7.8-9
R/.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas
Pueblos
todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R/.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque
Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):
Que el
Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón,
para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su
poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su
derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y
dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino
en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza,
sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra
de Dios
Conclusión
del santo evangelio según san Marcos (16,15-20):
En
aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
«ld
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se
bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean,
les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas
nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les
hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después
de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba
confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Triunfo y misión
Nota
previa sobre el evangelio
En
el ciclo B se lee el evangelio de Marcos. El original terminaba de forma
bastante abrupta, diciendo que las mujeres que habían ido al sepulcro, aunque
reciben el encargo de ir a decir a los discípulos que Jesús ha resucitado y que
lo verán en Galilea, muertas de miedo no dijeron nada a nadie (16,8). No
sabemos por qué el autor quiso terminar su obra de esta forma. Como una
película que acaba cuando nadie lo espera y suscita muchos comentarios. Quizá
fuese esa su intención: provocar al lector.
Años
más tarde, un autor que conocía los evangelios de Mateo y Lucas, y el libro de
los Hechos, recogió de ellos, dándoles un enfoque muy personal, algunos relatos
de apariciones de Jesús y la noticia final sobre su ascensión al cielo. Estos
versículos 16,9-20 es lo que se conocen como el «final largo de Marcos».
De él está tomado el fragmento de hoy (Mc 16,15-20).
Subir
al cielo como imagen del triunfo (Hechos 1,1-11)
Jesús
subiendo al cielo es una imagen bastante representada por los artistas, y la
tenemos incorporada desde niños, además de formar parte de nuestra profesión de
fe. Alguno podría imaginar que esta escena se encuentra en los cuatro
evangelios. Sin embargo, el único que la cuenta es Lucas, y por dos veces: al
final de su evangelio y al comienzo del libro de los Hechos. Pero lo hace con
notables diferencias.
En
el evangelio, Jesús bendice antes de subir al cielo (en Hechos, no).
En
Hechos, una nube oculta a Jesús (en el evangelio no se menciona la nube).
En
el evangelio, los discípulos se postran (en Hch se quedan mirando al cielo).
En
el evangelio vuelven a Jerusalén; en Hch se les aparecen dos personajes
vestidos de blanco.
Si
el mismo autor, Lucas, cuenta el mismo hecho de formas tan distintas, significa
que no podemos quedarnos en lo externo, en el detalle, sino que debemos buscar
el mensaje profundo.
La
idea de la ascensión resulta chocante al lector moderno por dos motivos muy
distintos:
1)
no es un hecho que hayamos visto;
2)
se basa en una concepción espacial puramente psicológica (arriba lo bueno,
abajo lo malo), que choca con una idea más perfecta de Dios.
Precisamente
por esta línea psicológica podemos buscar la explicación. Desde las primeras
páginas de la Biblia encontramos la idea de que una persona de vida
intachable no muere, es arrebatada al cielo, donde se supone que Dios habita.
Así ocurre en el Génesis con el patriarca Henoc, y lo mismo se cuenta más tarde
a propósito del profeta Elías, que es arrebatado al cielo en un carro de fuego.
Interpretar esto en sentido histórico (como si un platillo volante hubiese
recogido al profeta) significa no conocer la capacidad simbólica de los
antiguos.
Sin
embargo, existe una diferencia radical entre estos relatos del Antiguo
Testamento y el de la ascensión de Jesús. Henoc y Elías no mueren. Jesús sí ha
muerto. Por eso, no puede equipararse sin más el relato de la ascensión con el
del rapto al cielo.
Es
preferible buscar la explicación en la línea de la cultura clásica
greco-romana. Aquí sí tenemos casos de personajes que son glorificados de forma
parecida tras su muerte. Los ejemplos que suelen citarse son los de Hércules,
Augusto, Drusila, Claudio, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. Los incluyo al
final para los interesados.
Estos
ejemplos confirman que el relato tan escueto de Lucas no debemos interpretarlo
al pie de la letra, como han hecho tantos pintores, sino como una forma de
expresar la glorificación de Jesús.
Sentarse
a la derecha de Dios como imagen del triunfo (Efesios 1,17-23)
La
segunda lectura de hoy es muy interesante para interpretar rectamente la fiesta
de hoy. No habla de la ascensión de Jesús al cielo, pero se explaya hablando de
su triunfo con una imagen distinta: está sentado a la derecha de Dios, por
encima todo y de todos.
…El
Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,… según la eficacia de
su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos
y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder,
fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este
mundo, sino en el futuro. Y «todo lo puso bajo sus pies»,
Subir y sentarse a la derecha de Dios, pero insistiendo en la misión
(Marcos 16,15-20)
El
final del evangelio de Marcos une las dos imágenes: «fue llevado al cielo y se
sentó a la derecha de Dios». Una forma muy humana de hablar, pero habitual en
la Biblia. Jesús subió triunfalmente al cielo y ahora sigue ocupando la máxima
dignidad junto a Dios Padre.
Pero
el evangelio concede más importancia aún al tema de la misión de los apóstoles,
como se advierte comparándolo con la 1ª lectura.
En
Hechos, los
discípulos muestran una vez más su preocupación política por la restauración
del reino de Israel, y Jesús desvía la atención hacia la próxima venida del
Espíritu Santo, que les dará fuerzas para ser sus testigos en todo el mundo.
En
Marcos, el
tema de la misión se trata en cinco puntos:
1) Orden
de ir al mundo entero a proclamar la buena nueva.
2) Esa
noticia puede ser aceptada o rechazada, pero con consecuencias muy distintas en
cada caso.
3) Se
mencionan las señales que acompañarán a los misioneros: expulsión de demonios,
don de lenguas, inmunidad ante ataques de serpientes, curaciones. Estas señales
recuerdan lo que se cuenta en el libro de los Hechos de los Apóstoles a
propósito de Pablo.
4) En
Hechos, la reacción de los discípulos es quedarse embobados mirando al cielo.
En Marcos, se ponen en marcha de inmediato a pregonar el evangelio por todas
partes.
5) En
Hechos se habla de la fuerza del Espíritu Santo que acompañará a los apóstoles.
En Marcos, «el Señor cooperaba y confirmaba el mensaje con las señales que lo
acompañaban».
Por
eso, la Ascensión o triunfo de Jesús no es motivo para quedarse mirando al
cielo. Hay que mirar a la tierra, al mundo entero, en el que los discípulos de
Jesús debemos continuar su misma obra, contando con la fuerza del Espíritu y la
compañía continua del Señor.
Los
cuarenta días
El
evangelio no dice nada de este período de 40 días entre la resurrección y la
ascensión.
-
¿Qué significa, y por qué lo introduce Lucas?
El
número 40 se usa en la Biblia para indicar plenitud, sobre todo cuando se
refiere a un período de tiempo. - El diluvio dura 40 días y 40
noches; la marcha de los israelitas por el desierto, 40 años; el ayuno de
Jesús, 40 días… Se podrían citar otros muchos ejemplos. En este caso, lo
que pretende decir Lucas es que los discípulos necesitaron más de un día para
convencerse de la resurrección de Jesús, y que Jesús se les hizo especialmente
presente durante el tiempo que consideró necesario.
Textos clásicos sobre la subida al
cielo de un gran personaje
A propósito de Hércules escribe Apolodoro en su Biblioteca
Mitológica: “Hércules... se fue al monte Eta, que pertenece a los
traquinios, y allí, luego de hacer una pira, subió y ordenó que la encendiesen
(...) Mientras se consumía la pira cuenta que una nube se puso
debajo, y tronando lo llevó al cielo. Desde entonces alcanzó la
inmortalidad...” (II, 159-160).
Suetonio cuenta sobre Augusto: “No faltó tampoco en esta
ocasión un antiguo pretor que declaró bajo juramento que había visto que la
sombra de Augusto, después de la incineración, subía a los cielos” (Vida de
los Doce Césares, Augusto, 100).
Drusila, hermana de Calígula, pero tomada por
éste como esposa, murió hacia el año 40. Entonces Calígula consagró a su
memoria una estatua de oro en el Foro; mandó que la adorasen con el nombre de
Pantea y le tributasen los mismos honores que a Venus. El senador Livio
Geminio, que afirmó haber presenciado la subida de Drusila al cielo, recibió en
premio un millón de sestercios.
De Alejandro Magno escribe el Pseudo Calístenes:
“Mientras decía estas y otras muchas cosas Alejandro, se extendió por el aire
la tiniebla y apareció una gran estrella descendente del cielo hasta el mar,
acompañada por un águila, y la estatua de Babilonia, que llaman de Zeus, se
movió. La estrella ascendió de nuevo al cielo y la acompañó el águila. Y al
ocultarse la estrella en el cielo, en ese momento se durmió Alejandro en un
sueño eterno" (Libro III, 33).
Con respecto a Apolonio de Tiana, cuenta Filóstrato que, según una
tradición, fue encadenado en un templo por los guardianes. “Pero él, a
medianoche se desató y, tras llamar a quienes lo habían atado, para que no
quedara sin testigos su acción, echó a correr hacia las puertas del templo y
éstas se abrieron y, al entrar él, las puertas volvieron a su sitio, como si
las hubiesen cerrado, y que se oyó un griterío de muchachas que cantaban, y su
canto era: Marcha de la tierra, marcha al cielo, marcha” (Vida
de Apolonio de Tiana VIII, 30).
Sobre la nube véase también Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma I,77,2: “Y después de decirle
esto, [el dios] se envolvió en una nube y, elevándose de la tierra, fue
transportado hacia arriba por el aire”.
Cuando
llega el primer carmelita a Inglaterra ingresa a la Orden. Lleva allí una vida
ejemplar y piadosa.
En
un capítulo general reunido en Aylesford fue nombrado general de la Orden del
Carmelo. Desempeñará este servicio hasta su muerte.
Era
muy devoto de la Virgen María, por lo que se le ha llamado "el amado de
María". A Ella le componía himnos, que luego recitaba.
Rezaba
así San Simón Stock cada día pidiendo por su Orden:
Flor
del Carmelo Viña floridal esplendor del cielo; Virgen fecunda y singular; oh
Madre dulce de varón no conocida; a los carmelitas, proteja tu nombre, estrella
del mar.
Una
de sus mayores preocupaciones era la difusión de los carmelitas en Inglaterra y
toda Europa; por ello funda diversos conventos en las principales ciudades
universitarias como por ejemplo Oxford (Inglaterra), Cambridge (Inglaterra),
Boloña (Italia) y París (Francia).
A él
se le aparece el 16 de julio de 1251 la Virgen (en ese entonces Superior de la
Orden del Carmen) y le entrega un escapulario mientras le dice: "Toma este
hábito, el que muera con él no padecerá el fuego eterno". Llevar el
escapulario constituye una promesa de morir en gracia y salir del purgatorio lo
antes posible (a más tardar el sábado siguiente a la muerte). No es un amuleto
o protector mágico sino es un compromiso a vivir en forma mariana o sea
imitando las virtudes de la Santísima Virgen. Esta devoción se divulgó
rápidamente.
Muere
en Burdeos (Francia) el 16 de mayo de 1265, haciendo una visita pastoral. Es
enterrado allí. En el año 1951 es trasladado a Aylesford.
Aunque
es venerado por los Carmelitas desde por lo menos 1564 nunca ha sido
oficialmente canonizado, aunque el Vaticano aprueba que los carmelitas celebren
esta fiesta.
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