7 DE MAYO -VIERNES–
5ª - SEMANA DE PASCUA – B –
San Juan de Beverley
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (15,22-31):
EN aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia
acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y
Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabá, y a Silas, miembros eminentes
entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de
Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado
de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus
palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad,
elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres
que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos,
pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos
decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las
indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre,
de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de
todo esto. Saludos».
Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la
comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas
palabras alentadoras.
Palabra de Dios
Salmo: 56,8-9.10-12
R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R/.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Juan (15,12-17):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a
vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a
conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os
he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando:
que os améis unos a otros».
Palabra del Señor
1. Jesús insiste, una vez más, en
el "mandamiento nuevo", que ya había dado el mismo Jesús en la Cena, justamente en el momento y sitio de la
Eucaristía.
Esta insistencia, por otra parte, es la prueba más clara de la importancia
central que Jesús le concede a este asunto. Jesús no habló nunca de
temas que han cobrado una importancia enorme en la Iglesia: la
obediencia al Papa y a los obispos, la liturgia y la observancia de los
rituales y ceremonias, la ortodoxia en las creencias y doctrina teológicas, la
honestidad en las buenas costumbres.
Jesús no mencionó nunca estas cosas. Y es evidente que todo eso es
importante. Pero raramente se dice y se insiste en que lo central y
lo determinante, en la vida, es que nos amemos.
El amor es el centro de la vida cristiana y de la existencia en la fe.
2. Es fácil, es incluso necesario, amar a quien nos quiere o
simplemente a quien nos cae bien y con quien
sintonizamos espontáneamente. Lo duro, lo
difícil, es amar al "otro sin más". Es decir, querer al que me
resulta indiferente y no digamos si me es desagradable, insoportable. Por no
hablar de los casos límite en que se trata de amar al que me odia y me ha hecho
mucho daño.
En estos casos nos preguntamos:
- ¿qué es amar a los demás?
- ¿Puedo yo querer al que sé que no me quiere?
- ¿Puedo tener amor al que sé que me tiene odio y habla mal de mí o me
desprecia?
Este es el problema.
3. No es fácil saber si esto tiene solución. Una solución que
nos tranquilice en la conciencia.
Por lo menos, hay algunas cosas que, en cualquier caso, se deberían tener
muy claras. Y además nos pueden ayudar:
1) Nunca odiar a nadie ni desearle mal a nadie. Y, menos aún, hacer daño de
la manera que sea. Eso, por lo menos.
2) Amar no es necesariamente tener sentimientos de sintonía, simpatía, complacencia
en la otra persona y con la otra persona.
3) Amar es respetar.
4) Amar es tolerar, en los demás, cosas que a mí me desagradan.
5) Amar es ser transparente, es decir, proceder siempre con claridad, sin
ocultar cosas que el otro debe saber.
6) Amar es ayudar, si es que eso está a mi alcance, aunque la ayuda pueda
ser costosa y quizá desagradable.
7) Amar es actuar de forma que el otro pueda estar seguro de que
yo nunca le haré daño, de la forma que sea.
En definitiva, amar es ser buena persona siempre. Y comportarse como tal,
sin hacer daño jamás a nadie.
San Juan de Beverley
En Berveley, en Northumbria, san
Juan, obispo de Hexham, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo
pastoral a la oración en soledad y, después de haber renunciado a su cargo,
transcurrió los últimos años de su vida en el monasterio que él mismo había
fundado.
Vida de San Juan de
Beverley
San Juan de Bevérley, obispo de York, 1721. Puede ser
considerado como un precursor del benedictino Pedro Ponce de León, inventor del
método de hacer hablar a los sordomudos. También él fue monje, después de haber
estudiado letras divinas y humanas en el monasterio de Whitby, gobernado por
una monja princesa, Santa Hilda. Gobernó primero la diócesis de Hexam, de donde
pasó a la de York. Cuenta de él su biógrafo que llegó a hacer hablar a un
sordomudo, enseñándole la vocalización paciente e ingeniosamente. Murió en 721.
Monje de Whitby, Inglaterra, y después obispo de York;
en su afán de caridad, llega para sanar a un sordomudo, a descubrir un modo de
paciente vocalización. Aunque muerto el año 721, ha sido considerado por ello
como un precursor del sabio benedictino Ponce de León.
Fuente: mercaba.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario