19 DE MAYO – MIERCOLES –
7ª - SEMANA DE PASCUA – B –
SAN CELESTINO
– V
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (20,28-38):
En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:
«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su
propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos
feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros
deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta:
acordaos que, durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar
con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de
Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte
en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien
sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros.
Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los
necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en
dar que en recibir.”»
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron
a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que
había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.
Palabra de Dios
Salmo: 67,29-30.33-35a.35b. 36c
R/. Reyes de la tierra, cantad a Dios
Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R/.
Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor,
que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios.» R/.
Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder, sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R/.
Lectura del santo evangelio según
san Juan (17,11b-19):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean
uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que
me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición,
para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo
para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y
el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son
del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra
es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y
por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
Palabra del Señor
1. Jesús está pronunciando su oración final de
despedida. Y en ella pide para sus discípulos cuatro cosas:
1) Que se mantengan unidos.
2) Que tengan alegría, es decir, que sean felices.
3) Que jamás cedan al mal en el mundo.
4) Que se santifiquen en la verdad.
Por tanto, para Jesús, lo más importante en la vida es que vivamos unidos,
que seamos felices, que nunca le hagamos mal a nadie, que seamos veraces
siempre.
Es notable que, en esta oración final, Jesús no menciona nada que tenga que ver con "lo religioso",
"lo sagrado", "lo trascendente".
Ni la teología, ni los cristianos, hemos asimilado lo que el gran teólogo
que fue K. Rahner denominó el existencial sobrenatural: todo
"lo humano", que vivimos en nuestra existencia, nos lleva a Dios y
nos une a Dios.
2. Ser piadoso, ser devoto, ser observante de ciertos rituales o
costumbres, todo eso, es relativamente fácil. Lo difícil en la vida es la
honradez transparente, la bondad sin fisuras, la honestidad, el respeto, la
tolerancia, todo eso que hace a una persona buena de verdad.
Eso es lo que, ante todo, quería Jesús para los suyos.
3. En definitiva, Jesús presenta aquí un ideal de vida que no
está al alcance de lo que da de sí la condición humana. Esta
ejemplaridad es el signo de la presencia del Evangelio en el mundo. El signo,
por tanto, de que lo de Jesús es verdad. Y que el Evangelio es la fuerza que
puede transformar este mundo tan roto y causante de tanto
sufrimiento.
SAN CELESTINO – V
Santo monje, eremítico. Llamado a ser papa medio de crisis eclesial.
Papa #192.
Nacido en Isernia, Italia (1221)
Pontificado: Elegido, 5 Julio 1294, ordenado obispo de Roma, 29 agosto,
Renuncia el 13 Diciembre, 1294.
Muere en Ferentino, 19 Mayo 1296.
Único Papa que ha abdicado. Ultimo Papa que lleva ese nombre.
Pedro de Murrone nació en Molina, Nápoles, en 1215, en una familia de
labradores. Su madre era muy piadosa y de ella aprendió las oraciones y el
buscar siempre la voluntad de Dios. Muy joven profesa como benedictino, y
buscando el ideal del eremitismo, se retira a unas cuevas en Murrone y en
Majella. Allí vive con algunos discípulos largos años, hasta que la necesidad
jurídica, le hace fundar una orden nueva en 1264, con la aprobación del Papa
Urbano IV: los "ermitaños de San Damián", llamados "celestinos".
Seguían la regla benedictina con gran severidad. En 1274, se dirigió al
concilio de Lyon, muy severo con las nuevas órdenes monásticas, a defender su
obra y logró que el Beato Gregorio X (10 de enero) le confirmara su orden.
La orden se extendió lo suficiente para que a su muerte contara con más de
600 monjes y más de 30 monasterios, ya sea fundando nuevos, o reformando
algunos poco fervientes. Con los años fue languideciendo y finalmente fue
absorbida por la orden benedictina. También fundó una congregación piadosa para
los seglares, en la que se comprometían a rezar un Padrenuestro a visitar a un
pobre o enfermo todos los días. Era muy austero y penitente, en una ocasión
vivió en su celda durante trece meses seguidos sin salir. Todos los miércoles y
viernes los dedicaba enteros a ayunar y orar. Pero no le dejaban en paz, era
visitado por clérigos o fieles en busca de apoyo y consejos.
En 1284, cansado, abandonó el gobierno de la Orden, para volver a la
soledad, pero poco le duró la cosa. En 1294, luego de la muerte de Nicolás IV,
la iglesia quedó sin Pastor más de dos años, por causas políticas, peleas e
intereses económicos. Negociaciones e influencias del rey de Nápoles, Carlos
II, sobrino de San Luis de Francia (25 de agosto), hicieron que se eligiera a
aquel monje santo, alejado de Roma y la corrupción, y que vivía en una cueva:
Pedro de Murrone. Ya le conocía el rey, pues le había visitado en Sulmona y
concedido privilegios para la orden. Hay que decir que el mismo Pedro Murrone
se metió, como se suele decir "en camisa de once varas", pues había
escrito una carta a los cardenales, amenazándoles de un castigo terrible de
parte de Dios si en cuatro meses, el Colegio no había elegido al Papa. Así las
cosas y con el visto bueno de Carlos II, se le eligió papa. No porque pensaran
que no sería manipulable, sino porque sabían que era pacífico y lo podrían
manipular ellos, los cardenales y el rey: sería un papa de trancisión hasta que
se pudiera elegir uno con temple y condujera a la iglesia con corrección y
firmeza. Además, se quitaban de enmedio a los Orsini y los Colonna, familias
que tenían a los cardenales divididos, para elegir a un papa de propia
conveniencia.
Le llevaron casi a la fuerza a Nápoles, donde dice la tradición que entró
sobre un borrico, como Jesús, cuyas riendas sostenían Carlos II y su hijo. Allí
fue coronado, el 29 de agosto de 1294 y estableció su corte papal. Siguió
alejado de todo lujo y boato, ahora del pontificio, y su habitación fue una
celda que mandó a construir. No se quitó su hábito pobre y penitente, que usaba
debajo de todos sus ricos ornamentos.Pero poco duró la cosa, pues fue un
desastre. Hombre bueno, pero inútil para gobernar la Iglesia: No sabía
retórica, ni tenía conocimientos jurídicos, ni experiencia diplomática o política.
Legisló por buenismo, sin tener idea de lo que hacía. Se buscó problemas de
todo tipo, con romanos y franceses, con el rey de Nápoles y con el de Francia.
Intentó reformar la iglesia, haciendo que numerosos monasterios adoptaran su
regla, y vendiendo propiedades eclesiásticas.
En fin, que el papado le quedaba grande,así que pensó en la abdicación, cosa
que vieron los cardenales con los ojos al cielo. El cardenal Gaetani le
proporcionó los argumentos por los que un papa podía abdicar del solio pontificio.
Así, el 13 de diciembre de 1294, a los cinco meses, reunió a la corte
pontificia y anunció su abdicación. A los 9 días, fue elegido ¡el cardenal
Gaetani!, el mismo que le había allanado la abdicación, que tomó el nombre de
Bonifacio VIII. El nuevo papa suprimió lo poco que había hecho Celestino que,
entre otras cosas de dudosa transparencia, había nombrado arzobispo de Lyon al
hijo del rey de Nápoles, el conocido San Luis de Tolosa (19 de agosto), que
tenía solo 21 años y ni siquiera era sacerdote. Bonifacio VIII lo dejó en la
dignidad arzobispal, sin sede, con la condición de que se ordenase presbítero.
Sabía Bonifacio que Celestino tenía admiradores, discípulos y que su orden
era poderosa. Así que, por miedo a otro cisma y otro papa rodando por ahí,
mandó apresarlo y llevarlo a Roma. Celestino se se escondió en los Abruzzos e
intentó huir a Grecia, pero su nave zozobró, fue capturado y encerrado en
Fumone. Nueve meses después falleció, a los 81 años, el 19 de mayo de 1296. La
leyenda dirá que fue envenenado por Bonifacio VIII, pero solo es eso, leyenda.
Clemente V lo canonizó en 1313. Su cuerpo incorrupto reposa en la iglesia que
los benedictinos "celestinos" tienen en Ferentino, L´Aquila, y que
pueden verse en este vídeo.
Fuente:-"Vidas de los Santos". Tomo V. Alban Butler. REV.
S. BARING-GOULD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario