18 DE MAYO – MARTES –
7ª - SEMANA DE PASCUA – B –
SAN JUAN –
I
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (20,17-27):
En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la
Iglesia de Éfeso.
Cuando se presentaron, les dijo:
«Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que
por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las
penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis
que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en
privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en
nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No
sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad,
me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida;
lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el
Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por
aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver.
Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he
reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios.»
Palabra de Dios
Salmo: 67,10-11.20-21
R/. Reyes de la tierra, cantad a
Dios
Derramaste en tu heredad,
oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para los pobres. R/.
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas,
es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Juan (17,1-11a):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te
glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida
eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti,
único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la
tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame
cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo
existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo.
Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han
conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado
las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido
verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste,
y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido
glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo,
mientras yo voy a ti.»
Palabra del Señor
1. Cuando ya la pasión, el fracaso y la muerte, eran un
peligro inminente, Jesús
habla de glorificación. Para Jesús, la "gloria" es el
"fracaso". Morir crucificado era en los tiempos del Imperio romano,
una cosa tan humillante y vergonzosa, que los cristianos tardaron, por lo
menos, doscientos años para empezar a representar en público a su Dios como a
un miserable crucificado. La imagen más antigua de un
crucificado, que se conserva, es la imagen de un hombre en una cruz, pero con
cabeza de burro. Esto se descubrió, en 1856, en los sótanos del Palatino de
Roma. Era una burla contra los cristianos (J. D. Crossan, J. L.
Reed).
2. Jesús habla de tal forma que, en su oración, queda
patente que el hecho de conocer a Dios y de conocer a
Jesús son dos formas de conocimiento que nos llevan a una misma e idéntica
realidad última, que es Dios en sí mismo.
- ¿Qué significa esto, en última instancia?
3. Significa que a Dios (lo conocemos) en Jesús, un ser
humano. La grandeza, la genialidad de "lo humano" está en que es la imagen visible de
Dios invisible (Col 1, 15).
Es, además, la "Palabra" que se hace "carne" (Jn 1,
14). Es el ser humano en el que vemos, oímos y tocamos a Dios (Jn 14, 7 s).
Por todo esto, porque el Inaccesible se nos hizo tan humano y tan cercano,
en Jesús, por eso la oración final de Jesús tiene este estilo y este trasfondo
triunfal.
Verdaderamente, nuestra humanidad es lo más genial y profundo que Dios nos
ha dado.
SAN JUAN – I
(año 526)
Nació en Toscana, y fue elegido papa en el año 523. Enviado como legado de
Teodorico a Justino, emperador de Constantinopla, fue detenido a su vuelta y
encarcelado. Su gestión no había sido del agrado del monarca. Murió en Rávena
en el año 526.
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia
gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió
que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de
los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana
ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es
algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó
entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el
emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero
Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió
la gente de esa gran ciudad.
Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con
velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy
solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino,
aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de
estos herejes ocupara puestos públicos.
Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a
Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles
los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con
el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y
Símaco.
Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande
remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía
hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.
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