jueves, 20 de mayo de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 22 DE MAYO – SÁBADO – 7ª - SEMANA DE PASCUA – B – Santa Rita de Casia

 



 

22 DE MAYO – SÁBADO –

7ª - SEMANA DE PASCUA – B –

Santa Rita de Casia

 

    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):

 

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.

Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo:

«Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

                                                                                       

Palabra de Dios

 

                                                   

Salmo: 10,4.5.7

 

R/. Los buenos verán tu rostro, Señor

El Señor está en su templo santo,

el Señor tiene su trono en el cielo;

sus ojos están observando,

sus pupilas examinan a los hombres. R/.

El Señor examina a inocentes y culpables,

y al que ama la violencia él lo odia.

Porque el Señor es justo y ama la justicia:

los buenos verán su rostro. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):

 

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado:

«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»

Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?»

Jesús le contesta:

«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»

Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino:

«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»

Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

 

Palabra del Señor

 

1.  Seguramente, este relato, relativo a la posible supervivencia del discípulo

amado hasta la venida del Señor, tenga su explicación en la ardiente e inminente expectativa de la parusía o vuelta definitiva de Cristo a la tierra, que

estuvo muy presente entre los cristianos en los últimos tiempos del s. I (R. E.

Brown).

Sea lo que sea de esta cuestión, la insistencia de Jesús se centra de nuevo

en el "seguimiento" fiel de Pedro. Sin duda alguna, el interés de Jesús se centró

en eso como herencia última y capital que él quería para sus discípulos. El "liderazgo del seguimiento" -ningún otro liderazgo- fue lo que Jesús quiso.

Es penoso constatar que, en la teología cristiana, ha resultado ser mucho más

determinante la "fe" que el "seguimiento" de Jesús.

 

2.  La insistencia final del redactor de este evangelio se explica, seguramente,

porque sin duda había discípulos que no terminaban de aceptar un evangelio que supo unir la espiritualidad más honda con un relato que, en su conjunto, tenía que resultar revolucionario. No solo para los gnósticos, con los que muestra su desacuerdo más profundo, sino además contra los hombres religiosos que entendían la religiosidad de otra manera.

El IV evangelio no acepta la religión del Templo y de los sacerdotes, de las leyes y los rituales. Es la religión que une, a un tiempo, el espíritu laico con la mística más libre y más fuerte.

 

3.  Y esta forma de entender y de vivir la religión, cuando se vive a fondo, resulta inaceptable para muchas personas. Porque son muchos los que no quieren libertad, sino seguridad.  La seguridad que proporciona el misterio, la ley, el ritual. Pero eso tiene el grave inconveniente de que, mediante ese

modelo de religión, lo que se consigue es perpetuar el sistema establecido, con sus injusticias y desigualdades, que se anteponen a la memoria viva de Jesús, el Señor.

 

Santa Rita de Casia

 


 

Resplandeció en la Umbría del siglo XV. Casada con un hombre violento, soportó pacientemente sus crueldades logrando reconciliarlo con Dios. Después, privada de marido e hijos, ingresó como religiosa en un monasterio de la Orden de San Agustín. Dando a todos un sublime ejemplo de paciencia y compunción, murió antes del año 1457.

 

 

      Biografía

      Santa Rita nació en 1381 junto a Casia, su segunda patria, en la hermosa Umbría, tierra de Santos: Benito, Escolástica, Francisco, Clara, Angela, Gabriel... Santa Rita pertenece a esa insigne pléyade de mujeres que pasaron por todos los estados: casadas, viudas y religiosas. Por otra parte, pocos santos han gozado de tanta devoción como Santa Rita, Abogada de los imposibles. Su pasión favorita era meditar la Pasión de Jesús.

    Los antiguos biógrafos esmaltan su infancia de prodigios sin cuento. Lo cierto es que fue una niña precoz, inclinada a las cosas de Dios, que sabía leer en las criaturas los mensajes del Creador. Su alma era una cuerda tensa que se deshacía en armonías dedicadas exclusivamente a Jesús.

    Sentía desde niña una fuerte inclinación a la vida religiosa. Pero la Providencia divina dispuso que pasara por todos los estados, para santificarlos y extender la luz de su ejemplo y el aroma de su virtud. Fue un modelo extraordinario de esposa, de madre, de viuda y de monja.

    Por conveniencias familiares se casa con Pablo Fernando, de su aldea natal. Fue un verdadero martirio, pues Pablo era caprichoso y violento. Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar. Su bondad y paciencia logra la conversión de su esposo. Nacen dos gemelos que les llenan de alegría. A la paz sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida. Rita perdona y eso mismo inculca a sus hijos. Y sucede ahora una escena incomprensible desde un punto de vista natural. Al ver que no puede conseguir que abandonen la idea de venganza, pide al Señor se los lleve, por evitar un nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica.

    Vienen ahora años difíciles. Su soledad, sus lágrimas, sus oraciones. Intenta ahora cumplir el deseo de su infancia; ser religiosa. Tres veces desea entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada.

      Por fin, con un prodigio que parece arrancado de las Florecillas, se le aparecen San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino y en volandas es introducida en el monasterio. Es admitida, hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí pasa 40 años, sólo para Dios.

    Recorrió con ahínco el camino de la perfección, las tres vías de la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva. Ascetismo exigente, humildad, pobreza, caridad, ayunos, cilicio, vigilias. Las religiosas refieren una hermosa Florecilla. La Priora le manda regar un sarmiento seco. Rita cumple la orden rigurosamente durante varios meses y el sarmiento reverdece. Y cuentan los testigos que aún vive la parra milagrosa.

    Jesús no ahorra a las almas escogidas la prueba del amor por el dolor. Rita, como Francisco de Asís, se ve sellada con uno de los estigmas de la Pasión: una espina muy dolorosa en la frente. Hay solicitaciones del demonio y de la carne, que ella calmaba aplicando una candela encendida en la mano o en el pie. Pruebas purificadoras, miradas desconfiadas, sonrisas burlonas. Rita mira al Crucifijo y en aquella escuela aprende su lección.

    La hora de su muerte nos la relatan también llena de deliciosos prodigios. En el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo sigue incorrupto .

    Cuando Rita murió, la llaga de su frente resplandecía en su rostro como una estrella en un rosal. Era el año 1457. Así premiaba Jesús con dulces consuelos el calvario de su apasionada amante. Leon XIII la canonizó el 1900.

    Santa Rita de Casia es patrona de las amas de casa.



Oración a Santa Rita de Casia

    Tú que has conocido tantas dificultades. Tú qué sabes lo que cuesta tener paciencia. Tú, la Santa de lo imposible. ¡Dame la fortaleza de saber esperar!

    Tú que has aceptado los desprecios y las críticas y hasta la violencia en tu propio hogar. Tú que has visto ridiculizada tu ternura maternal. ¡Dime cómo aún se puede amar!

    Tú que tanto has amado a Dios. Tú que tanta piedad has tenido por el Señor, que has sufrido en tu cuerpo sus llagas de crucificado. ¡Enséñame a saber mirar y comprender la cruz!

    Te pido por todos los que no se atreven a esperar más, por todos aquellos que no creen en el milagro. ¡Ayúdanos a encontrar al Resucitado!

                               

 

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