22 DE MAYO – SÁBADO –
7ª - SEMANA DE PASCUA – B –
Santa Rita de Casia
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (28,16-20.30-31):
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una
casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron,
les dijo:
«Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las
tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me
interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que
mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al
César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo
he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo
encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa,
recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando
lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios
Salmo: 10,4.5.7
R/. Los buenos verán tu rostro, Señor
El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el
cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los
hombres. R/.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo
odia.
Porque el Señor es justo y ama la
justicia:
los buenos verán su rostro. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (21,20-25):
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien
Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le
había preguntado:
«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo
no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?»
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y
nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que
los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Palabra del Señor
1. Seguramente, este relato, relativo a la posible supervivencia
del discípulo
amado hasta la venida del Señor,
tenga su explicación en la ardiente e inminente expectativa de la parusía o
vuelta definitiva de Cristo a la tierra, que
estuvo muy presente entre los
cristianos en los últimos tiempos del s. I (R. E.
Brown).
Sea lo que sea de esta cuestión, la insistencia de Jesús se centra de nuevo
en el "seguimiento" fiel
de Pedro. Sin duda alguna, el interés de Jesús se centró
en eso como herencia última y
capital que él quería para sus discípulos. El "liderazgo del
seguimiento" -ningún otro liderazgo- fue lo que Jesús quiso.
Es penoso constatar que, en la teología cristiana, ha resultado ser mucho
más
determinante la "fe" que
el "seguimiento" de Jesús.
2. La insistencia final del redactor de este evangelio se
explica, seguramente,
porque sin duda había discípulos
que no terminaban de aceptar un evangelio que supo unir la espiritualidad más
honda con un relato que, en su conjunto, tenía que resultar revolucionario. No
solo para los gnósticos, con los que muestra su desacuerdo más profundo, sino
además contra los hombres religiosos que entendían la religiosidad de otra
manera.
El IV evangelio no acepta la religión del Templo y de los sacerdotes, de
las leyes y los rituales. Es la religión que une, a un tiempo, el espíritu
laico con la mística más libre y más fuerte.
3. Y esta forma de entender y de vivir la religión, cuando se
vive a fondo, resulta inaceptable para muchas personas. Porque son muchos los
que no quieren libertad, sino seguridad. La seguridad que
proporciona el misterio, la ley, el ritual. Pero eso tiene el grave
inconveniente de que, mediante ese
modelo de religión, lo que se
consigue es perpetuar el sistema establecido, con sus injusticias y
desigualdades, que se anteponen a la memoria viva de Jesús, el Señor.
Santa Rita de Casia
Resplandeció en la Umbría del siglo XV. Casada con un hombre
violento, soportó pacientemente sus crueldades logrando reconciliarlo con Dios.
Después, privada de marido e hijos, ingresó como religiosa en un monasterio de
la Orden de San Agustín. Dando a todos un sublime ejemplo de paciencia y
compunción, murió antes del año 1457.
Biografía
Santa Rita
nació en 1381 junto a Casia, su segunda patria, en la hermosa Umbría, tierra de
Santos: Benito, Escolástica, Francisco, Clara, Angela, Gabriel... Santa Rita
pertenece a esa insigne pléyade de mujeres que pasaron por todos los estados:
casadas, viudas y religiosas. Por otra parte, pocos santos han gozado de tanta
devoción como Santa Rita, Abogada de los imposibles. Su pasión favorita era
meditar la Pasión de Jesús.
Los antiguos biógrafos esmaltan su infancia de prodigios sin
cuento. Lo cierto es que fue una niña precoz, inclinada a las cosas de Dios,
que sabía leer en las criaturas los mensajes del Creador. Su alma era una
cuerda tensa que se deshacía en armonías dedicadas exclusivamente a Jesús.
Sentía desde niña una fuerte inclinación a la vida religiosa. Pero
la Providencia divina dispuso que pasara por todos los estados, para
santificarlos y extender la luz de su ejemplo y el aroma de su virtud. Fue un
modelo extraordinario de esposa, de madre, de viuda y de monja.
Por conveniencias familiares se casa con Pablo Fernando, de su
aldea natal. Fue un verdadero martirio, pues Pablo era caprichoso y violento.
Rita acepta su papel: callar, sufrir, rezar. Su bondad y paciencia logra la
conversión de su esposo. Nacen dos gemelos que les llenan de alegría. A la paz
sigue la tragedia. Su esposo cae asesinado, como secuela de su antigua vida.
Rita perdona y eso mismo inculca a sus hijos. Y sucede ahora una escena
incomprensible desde un punto de vista natural. Al ver que no puede conseguir
que abandonen la idea de venganza, pide al Señor se los lleve, por evitar un
nuevo crimen, y el Señor atiende su súplica.
Vienen ahora años difíciles. Su soledad, sus lágrimas, sus
oraciones. Intenta ahora cumplir el deseo de su infancia; ser religiosa. Tres
veces desea entrar en las Agustinas de Casia, y las tres veces es rechazada.
Por fin, con
un prodigio que parece arrancado de las Florecillas, se le aparecen San Juan
Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino y en volandas es introducida
en el monasterio. Es admitida, hace la profesión ese mismo año de 1417, y allí
pasa 40 años, sólo para Dios.
Recorrió con ahínco el camino de la perfección, las tres vías de
la vida espiritual, purgativa, iluminativa y unitiva. Ascetismo exigente,
humildad, pobreza, caridad, ayunos, cilicio, vigilias. Las religiosas refieren
una hermosa Florecilla. La Priora le manda regar un sarmiento seco. Rita cumple
la orden rigurosamente durante varios meses y el sarmiento reverdece. Y cuentan
los testigos que aún vive la parra milagrosa.
Jesús no ahorra a las almas escogidas la prueba del amor por el
dolor. Rita, como Francisco de Asís, se ve sellada con uno de los estigmas de
la Pasión: una espina muy dolorosa en la frente. Hay solicitaciones del demonio
y de la carne, que ella calmaba aplicando una candela encendida en la mano o en
el pie. Pruebas purificadoras, miradas desconfiadas, sonrisas burlonas. Rita
mira al Crucifijo y en aquella escuela aprende su lección.
La hora de su muerte nos la relatan también llena de deliciosos
prodigios. En el jardín del convento nacen una rosa y dos higos en pleno
invierno para satisfacer sus antojos de enferma. Al morir, la celda se ilumina
y las campanas tañen solas a gloria. Su cuerpo sigue incorrupto .
Cuando Rita murió, la llaga de su frente resplandecía en su rostro
como una estrella en un rosal. Era el año 1457. Así premiaba Jesús con dulces
consuelos el calvario de su apasionada amante. Leon XIII la canonizó el 1900.
Santa Rita de Casia es patrona de las amas de casa.
Oración a Santa Rita de Casia
Tú que has conocido tantas dificultades. Tú qué sabes lo que
cuesta tener paciencia. Tú, la Santa de lo imposible. ¡Dame la fortaleza de
saber esperar!
Tú que has aceptado los desprecios y las críticas y hasta la
violencia en tu propio hogar. Tú que has visto ridiculizada tu ternura
maternal. ¡Dime cómo aún se puede amar!
Tú que tanto has amado a Dios. Tú que tanta piedad has tenido por
el Señor, que has sufrido en tu cuerpo sus llagas de crucificado. ¡Enséñame a
saber mirar y comprender la cruz!
Te pido por todos los que no se atreven a esperar más, por todos
aquellos que no creen en el milagro. ¡Ayúdanos a encontrar al Resucitado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario