sábado, 22 de mayo de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 DE MAYO – LUNES – 8ª – SEMANA DEL T. O. – B Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia María Auxiliadora

 

 


 

24 DE MAYO – LUNES –

8ª – SEMANA DEL T. O. – B

Bienaventurada Virgen María,

Madre de la Iglesia

María Auxiliadora

 

    Lectura del libro del Génesis 3,9-15. 20

 

   Después de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:

«¿Dónde estás?»

    Él contestó:

    «Oí un ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».

    El Señor Dios replicó:

    «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?»

    Adán respondió:

    «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».

    El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?»

    La mujer respondió:

    «La serpiente me sedujo y comí».

    El Señor Dios dijo a la serpiente:

    «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

    Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

 

Palabra de Dios.

 

    O bien:

    Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles1,12-14

 

   Después de que Jesús fue levantado al cielo, los apóstoles volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro, y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.

    Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

 

Palabra de Dios.

 

     Salmo 86: Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios.

 

   Él la ha cimentado sobre el monte santo;

y el Señor prefiere las puertas de Sion

a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/

 

    «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;

filisteos, tirios y etíopes han nacido allí». R/

 

   Se dirá de Sion: «Uno por uno,

todos han nacido en ella;

el Altísimo en persona la ha fundado». R/

 

    El Señor escribirá en el registro de los pueblos:

«Este ha nacido allí». R/

 

   Y cantarán mientras danzan:

«Todas mis fuentes están en ti». R/

 

    Lectura del santo Evangelio según san Juan19,25-34

 

    Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.

    Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:

    «Mujer, ahí tienes a tu hijo».   Luego, dijo al discípulo:

    «Ahí tienes a tu madre».

    Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

    Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

    «Tengo sed».

    Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.

    Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

    «Está cumplido».

    E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

    Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.

    Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

 

Palabra del Señor.

 

     El papa Francisco, a través de un Decreto de la Con­gregación para el Culto Divino, ha establecido que la memoria de la «Virgen María, Madre de la Iglesia» se celebre cada año el lunes siguiente a Pentecostés. Según señala el Decreto, «el Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año». «Esta celebración –continúa– nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos».

 

Homilia del papa Francisco:

 

1.          Me gustaría mirar a María como imagen y modelo de la Iglesia. Y lo hago recuperando una expresión del Concilio Vaticano II. Dice la constitución Lumen gentium: “Como enseñaba san Ambrosio, la Madre de Dios es una figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y de la perfecta unión con Cristo” (n. 63).

 

2.          MARÍA VIVIÓ LA FE EN LA SENCILLEZ DE LAS MILES DE OCUPACIONES Y PREOCUPACIONES COTIDIANAS DE CADA MADRE

Partamos desde el primer aspecto, María como modelo de fe. ¿En qué sentido María es un modelo para la fe de la Iglesia? Pensemos en quién fue la Virgen María: una joven judía, que esperaba con todo el corazón la redención de su pueblo. Pero en aquel corazón de joven hija de Israel, había un secreto que ella misma aún no lo sabía: en el designio del amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el mensajero de Dios la llama “llena de gracia” y le revela este proyecto. María responde “sí”, y desde ese momento la fe de María recibe una nueva luz: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que se hizo carne en ella y en quien que se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, en ella realmente está reunido todo el camino, la vía de aquel pueblo que esperaba la redención, y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios.

 

3.          ¿Cómo ha vivido María esta fe? La vivió en la sencillez de las miles de ocupaciones y preocupaciones cotidianas de cada madre, en cómo ofrecer los alimentos, la ropa, la atención en el hogar… Esta misma existencia normal de la Virgen fue el terreno donde se desarrolla una relación singular y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El “sí” de María, ya perfecto al principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se ha extendido abrazando a cada uno de nosotros, nuestra vida, para guiarnos a su Hijo. María siempre ha vivido inmersa en el misterio del Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios.

 

4.          Podemos hacernos una pregunta: ¿nos dejamos iluminar por la fe de María, que es Madre nuestra? ¿O la creemos lejana, muy diferente a nosotros? En tiempos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la vemos a ella como un modelo de confianza en Dios, que quiere siempre y solamente nuestro bien? Pensemos en ello, ¡tal vez nos hará bien reencontrar a María como modelo y figura de la Iglesia por esta fe que ella tenía!

 

5.          Llegamos al segundo aspecto: María, modelo de caridad. ¿De qué modo María es para la Iglesia ejemplo viviente del amor? Pensemos en su disponibilidad hacia su prima Isabel. Visitándola, la Virgen María no solo le llevó ayuda material, también eso, pero le llevó a Jesús, quien ya vivía en su vientre. Llevar a Jesús en dicha casa significaba llevar la alegría, la alegría plena. Isabel y Zacarías estaban contentos por el embarazo que parecía imposible a su edad, pero es la joven María la que les lleva el gozo pleno, aquel que viene de Jesús y del Espíritu Santo, y que se expresa en la caridad gratuita, en el compartir, en el ayudarse, en el comprenderse.

 

6.          Nuestra Señora quiere traernos a todos el gran regalo que es Jesús; y con Él nos trae su amor, su paz, su alegría. Así, la Iglesia es como María, la Iglesia no es un negocio, no es un organismo humanitario, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia tiene que llevar a todos hacia Cristo y su evangelio; no se ofrece a sí misma –así sea pequeña, grande, fuerte o débil- la Iglesia lleva a Jesús y debe ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: ¡este el centro de la Iglesia, llevar a Jesús! Si hipotéticamente, alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, ¡esta sería una Iglesia muerta! La Iglesia debe llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús, la caridad de Jesús.

 

7.          Hemos hablado de María, de Jesús. ¿Qué pasa con nosotros? ¿Con nosotros que somos la Iglesia? ¿Cuál es el amor que llevamos a los demás? Es el amor de Jesús que comparte, que perdona, que acompaña, ¿o es un amor aguado, como se alarga al vino que parece agua? ¿Es un amor fuerte, o débil, al punto que busca las simpatías, que quiere una contrapartida, un amor interesado?

 

8.          MARÍA REZABA, TRABAJABA, IBA A LA SINAGOGA… PERO CADA ACCIÓN SE REALIZABA SIEMPRE EN PERFECTA UNIÓN CON JESÚS

Otra pregunta: ¿a Jesús le gusta el amor interesado? No, no le gusta, porque el amor debe ser gratuito, como el suyo. ¿Cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades? ¿Nos tratamos unos a otros como hermanos y hermanas? ¿O nos juzgamos, hablamos mal de los demás, cuidamos cada uno nuestro “patio trasero”? O nos cuidamos unos a otros? ¡Estas son preguntas de la caridad!

 

9.          Y un último punto brevemente: María, modelo de unión con Cristo. La vida de la Virgen fue la vida de una mujer de su pueblo: María rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga… Pero cada acción se realizaba siempre en perfecta unión con Jesús. Esta unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une al Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Madre ha abrazado el dolor del Hijo y ha aceptado con Él la voluntad del Padre, en aquella obediencia que da fruto, que trae la verdadera victoria sobre el mal y sobre la muerte.

 

10.    Es hermosa esta realidad que María nos enseña: estar siempre unidos a Jesús. Podemos preguntarnos: ¿Nos acordamos de Jesús sólo cuando algo está mal y tenemos una necesidad? ¿O tenemos una relación constante, una profunda amistad, incluso cuando se trata de seguirlo en el camino de la cruz?

 

11.    Pidamos al Señor que nos dé su gracia, su fuerza, para que en nuestra vida y en la vida de cada comunidad eclesial se refleje el modelo de María, Madre de la Iglesia

 

María Auxiliadora

 


María, Auxilio de los Cristianos, mediadora de la humanidad. Como Madre del Redentor, por fuerza y mérito de la corredención, Ella es la ayuda de la humanidad necesitada de redención; lo es también de cada individuo, porque es la Madre espiritual de todos. Patrona de todos los cristianos, en especial de los salesianos. Defensora de Europa durante las invasiones musulmanas.

 

Vida de María Auxiliadora

 

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Éfeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora.-En griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo".

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).

En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan"

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo".

San Juan Damasceno, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

 

Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los fríos campos de Rusia, helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida.

El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.

La Santísima Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.

"Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que esta devoción ha llegado a ser una de las más populares.

San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros".

 

 

   Oración a María Auxiliadora

 

  Himno Salve, del mar Estrella, Salve, Madre sagrada De Dios y siempre virgen, Puerta del cielo santa. Tomando de Gabriel El «Ave», Virgen alma, Mudando el nombre de Eva, Paces divina trata.

La vista restituye, Las cadenas desata, Todos los males quita, Todos los bienes causa. Muéstrate, madre, y llegue Por ti nuestra esperanza A quien, por darnos vida, Nació de tus entrañas.

 

Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, Libres de culpa, infunde Virtud humilde y casta. Vida nos presta pura, Camino firme allana, Que quien a Jesús llega Eterno gozo alcanza. Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; Una a los tres demos, Y siempre eternas gracias. Amén

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

 

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