miércoles, 30 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 1 de Octubre - JUEVES – XXVIª - Semana del Tiempo Ordinario




1 de Octubre  - JUEVES –
XXVIª  - Semana del Tiempo Ordinario

Lc 10,1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él.     Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.     ¡Poneos en camino!   Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.    No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias;  y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.    Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz;  sino, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.     No andéis cambiando de casa.     Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros.     De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”.    Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma
que para ese pueblo”.

1.  Jesús, estando en Galilea, ya había elegido y enviado a los Doce en misión para anunciar el Reino (Lc 9, 1-6).
Ahora, una vez emprendido el camino a Jerusalén, Lucas menciona un segundo envío (esta vez más numeroso) de discípulos que han de ir de pueblo en pueblo anunciando el mensaje del Reino.
El número de setenta y dos corresponde —ya fueran setenta o setenta y dos—  al número de las naciones fijado por el pensamiento judío (F. Bovon).
Pero lo importante de este relato está en
que, de acuerdo con lo que aquí se dice, es evidente que Jesús consideró que con los apóstoles nada más no había bastante.
Ni los Doce eran suficientes para extender el mensaje del Reino a todas las naciones de la tierra.     La visión de Jesús era más amplia que la visión de la Iglesia, que, con el paso de los siglos, ha ido concentrando más y más la autoridad y el poder misional, hasta centrarlo en un solo hombre, el obispo de Roma, el Papa.

2.  Por estos materiales, que aparecen en los sinópticos, está claro que el cristianismo nació, sociológicamente, como un movimiento de “carismáticos itinerantes”.     Lo que es tanto como decir que nació como un movimiento de “automarginados” (G. Theissen).
De hecho, Jesús fue un carismático.
 Teniendo en cuenta que el carisma se entiende como el don de ejercer autoridad, sin basarse en instituciones y funciones previas.    Jesús, al igual que los discípulos que escogió, no tuvieron ni estudios, ni títulos, ni formación previa, ni pertenecieron a ninguna institución que les diera autoridad o credibilidad ante la sociedad en que vivieron.

3.  ¿Cómo se explica que aquel movimiento de personas incultas y sin titulación alguna llegaran a ejercer una influencia tan fuerte?    Jesús y sus  seguidores adoptaron conscientemente una forma de “conducta desviada”.
Y lo hicieron dentro de la integridad y la coherencia que exigía el mensaje que anunciaban.     Eso precisamente fue una fuerza de cambio  de valores.   
La comunidad de personas resultó ser el sustitutivo del templo.    El templo (naos) de los cristianos, en el N. T., es la comunidad de personas (1 Cor 3, 16. 17; 6, 19; 2 Cor 6, 16; Ef 2,21).
La comunidad es la casa de Dios (1 Tim 3, 15).     Con ello la religión cambió radicalmente: las relaciones humanas, en las que el centro era el amor mutuo, sustituyeron a los rituales sagrados, en los que el centro era la observancia.
El centro del cristianismo no es la Religión, es la Bondad.


martes, 29 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 30 de Septiembre - MIÉRCOLES – XXVIª - Semana del Tiempo Ordinario



30 de Septiembre  - MIÉRCOLES –
XXVIª  - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 9,57-62

    En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: “Te seguiré a donde vayas”.    Jesús le respondió: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.    A otro le dijo: “Sígueme”.    Él respondió: “Déjame primero ira enterrar a mi padre”.
 Le contestó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de Dios”.     Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia”.     Jesús le contestó: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

1.   Una vez que Jesús ha tomado la decisión de ir a Jerusalén, lo primero que hace Lucas es dejar bien claro que ser discípulo de Jesús es una cosa extremadamente seria.
Porque pone al descubierto que, si se asume el seguimiento de Jesús, pueden entrar en conflicto diversas lealtades (J. A.
Fitzmyer), quizá las más serias lealtades de la vida.

2.   Se trata concretamente de tres lealtades fundamentales:
     1) Renuncio al estatus:  estar dispuesto a perder seguridades, instalaciones y dignidades, para verse, si es preciso, peor que las alimañas del campo.

     2) Renuncia a las convicciones religiosas tradicionales: eso es lo que significa la renuncia a enterrar al propio padre, ya que, para los piadosos judíos de entonces, el último servicio a los muertos era considerado como la cima de todas las buenas obras de la Ley (M. Hengel).
     3) Renuncia a ataduras que impiden el servicio incondicional al Reino: es la libertad ante los vínculos de sangre que más condicionaban a la gente en el modelo de familia patriarcal.

3.   ¿Qué hay detrás de estas exigencias tan radicales?     La radical humanidad de Jesús hecha pasión dominante y determinante en la vida de una persona.    
No por motivaciones emocionales o afectivas, sino por la comunión en un mismo proyecto: el proyecto del Reino, que es el proyecto por la vida, por la seguridad y dignidad de la vida, por la felicidad de la vida para todos por igual.      Y, sobre todo, el proyecto de vivir de tal manera que nada ni nadie me impida contagiar la bondad que nos hace felices y hace felices a los que conviven con nosotros.      Cuando eso pasa, de ser una “ideología” a ser una “convicción” que genera unos hábitos de vida, he ahí lo que es el seguimiento, que, con Jesús, hace el camino hacia Jerusalén.





lunes, 28 de septiembre de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 29 de Septiembre – MARTES – SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL.



29 de Septiembre – MARTES –
SANTOS  ARCÁNGELES  MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL.
Primera lectura: Daniel 7, 9-10. 13-14

    Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó;  su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima;  su trono, llamas de fuego;  sus ruedas, llamaradas.     Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él.     Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.     Comenzó la sesión y se abrieron los libros.   Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.     Le dieron poder real y dominio;  todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.
Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Salmo 137, 1-8

   R// Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

•  Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario.   R//

•  Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.  R//

•  Que te den gracias, Señor,
los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R//
Evangelio: Juan 1, 47-51

   En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”.    Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?”. Jesús le responde:  “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas
debajo de la higuera, te vi”.   Natanael respondió:  “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Jesús le contestó: “¿Por haberte dicho
que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores”.    Y le añadió: “Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre”.

1.  Natanael es un hombre transparente, que no engaña; un hombre coherente, piadoso.    Jesús lo conoce y le promete que verá cosas más grandes.
¿Y nosotros?   ¿Cómo somos?   ¿Creemos en Él sólo por los signos extraordinarios?   ¿Vemos los milagros que día a día nos regala?    Tengamos muy presente que poder creer, con sinceridad y coherencia de vida es el milagro más grande que Dios nos hace cada día, abriéndonos el cielo, y que ni nos animamos a tener un encuentro personal con Cristo, si dejamos que Dios habite en nosotros, también veremos cosas nuevas, cosas mas grandes.

2.  Los santos  Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, son signos de la presencia y el amor de Dios, la Escritura nos presenta a los tres Arcángeles como protectores del pueblo de Dios, y embajadores suyos en la tierra.
En la vida de Santa Teresa de Jesús leemos: “Encomendábame a San Miguel Ángel, con quien por esto tomé nuevamente devoción” (V, 27,1).

3.  En el día en el que celebramos a los ángeles Miguel, Gabriel y Rafael, nos acordamos de todas aquellas personas que nos han ayudado —como si fueran ángeles— en momentos de nuestra vida. Esas personas que nos han acercado a Dios.     Aquellos amigos o familiares
que han estado a nuestro lado en situaciones delicadas.     Quienes, en una circunstancia concreta, nos han acompañado.     Los ángeles, además de en la Biblia, están en nuestras vidas, a
nuestro lado, en donde menos lo imaginamos.    Pero lo mejor, lo más maravilloso de todo, es que también nosotros, con nuestra vida, con
nuestro testimonio, con nuestra ayuda, podemos ser ángeles para los demás.



domingo, 27 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 28 de Septiembre - LUNES – XXVIª - Semana del Tiempo Ordinario




28 de Septiembre  - LUNES –
XXVIª  - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 9,46-50

    En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.     Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: “El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí y el que me acoge a mi, acoge al que me ha enviado.
El más pequeño de vosotros es el más importante”.     Juan tomó la palabra y dijo: “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir”.     Jesús le respondió: “No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro”.

1.  Una vez más, el Evangelio le recuerda a la Iglesia el interés y hasta la preocupación casi obsesiva, que tenían los discípulos, por saber quien es el más importante.  
Lo más razonable es pensar que el problema no estaba en que aquellos hombres fueran especialmente orgullos o
ambiciosos.    No.   Aquellos hombres eran como somos todos los humanos.    
La apetencia por ser importantes es más fuerte que la apetencia por ser ricos.
Está demostrado que a uno, que le suben el sueldo, suele ser más feliz solo en el caso de que no se lo suban igualmente a sus  compañeros o vecinos.     Si gana más que los demás, se sentirá más feliz.   Si a todos se lo suben igual, no por eso es más feliz (Richard Layard). Y no olvidemos que se trata de una apetencia que nos dura mientras vivamos, aunque seamos creyentes, religiosos, sacerdotes...
Por otra si Jesús se opuso siempre de forma tajante a esta apetencia, es que en ella vio el mayor peligro para los humanos y para su comunidad de seguidores. 
¿Por qué?

2.  No es, ante todo, cuestión de humildad. El problema está en que, como es lógico, el que quiere ser el primero, por eso mismo quiere estar por encima de los demás, quiere ser más que los demás.    Y para lograr eso, lo más seguro es que se va a enfrentar a otros, los va a humillar o los
querrá dominar.    Todo el que sube, divide.    Como todo el que baja, une. Y no hay argumento o motivo que justifique o haga santas estas apetencias.

3.  Pero hay algo más grave.     Lo peor que hace, el que quiere ser el más importante, es que pretende ponerse por encima de Cristo y hasta por encima de Dios.    Es lo que afirma Jesús cuando presenta al niño y dice que en el niño está él y está Dios. Como lo está en el que acoge o escucha a
cualquiera de los discípulos (Mt 10,40; Mc 9,37; Mt 18,5; Lc 10, 16; 9,48; Jn 13,20). Dios se ha fundido con Jesús.     Y Dios en Jesús se ha fundido con el ser humano.
Por tanto, querer ser el más importante, en última instancia, es pretender (sin darse cuenta de ello) estar por encima de Dios.
 Ni Dios puede humanizarse más.    Ni el hombre puede endiosarse más.


viernes, 25 de septiembre de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 27 de Septiembre - DOMINGO - XXVIª - Semana del Tiempo Ordinario





27 de Septiembre - DOMINGO -
XXVIª - Semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura Números 11, 25-29

En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista no habían acudido a la tienda.
Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento”. Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: “Señor mío, Moisés, prohíbeselo”. Moisés
le respondió: “¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!”.

Salmo 18, 8. 10. 12-13. 14

R// Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R//

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son
verdaderos
y enteramente justos. R//

Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R//

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R//

Segunda lectura Santiago 5, 1-6

Ahora, vosotros los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados.
Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego.
¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final!
El jornal defraudado a los obreros que
han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza.
Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.

Evangelio Marcos 9, 38-43. 47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”. Jesús respondió: “No se lo
impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a nuestro favor. Y además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de
molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente, como “El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:

  1. Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Juan le dijo:
Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.
Pero Jesús dijo:
No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

Juan se presenta muy arrogante ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que echaba demonios en su nombre.
Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.»

¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo? Si relacionamos el evangelios con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús.
El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.
Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación.
Dos veces justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.

Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con nosotros».
No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.
El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».

  1. Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

  1. Dos trampas (dos escándalos) en el camino

En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristiana es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

a) Poner trampas a los pequeños

Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Estas palabras resultan enigmáticas, no queda claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos?
La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje.
Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena.
El gran peligro del escándalo no es sólo las revistas pornográfica, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles.
Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello.
Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo.
Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.

b) Ponerme trampas a mí mismo

Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo.
Jesús piensa en tendencias que surgen del interior de cada uno de nosotros y que debemos controlar con cuidado.
Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo.
Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.
En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

En pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos:
¿excluimos a quienes no van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro?

¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada?

¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia?

¿Me voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?


Párate un momento: Evangelio del día 26 de Septiembre - SÁBADO - XXVª - Semana del Tiempo Ordinario





26 de Septiembre - SÁBADO -
XXVª - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc. 9, 43b – 45

En aquel tiempo, entre la admiración general, por lo que hacia, Jesús dijo a sus discípulos: “Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto”.

1. El evangelio de Lucas recoge, en el texto que acabamos de leer, el segundo anuncio de la pasión que Jesús hizo a sus discípulos. Es un evangelio duro y exigente. Porque está construido en forma de contraste.
El contraste entre la "admiración” de la gente que elogiaba a Jesús por lo que hacía; y el “rechazo” de los que, precisamente por lo que hacia querían matarlo. La conducta de Jesús no pasó desapercibida, ni resulto indiferente.
Todo lo contrario Jesús provocó, al mismo tiempo, la máxíma admiración y el máximo rechazo. En la vida no se puede pretender contentar a todos, ni estar bien con todo el mundo. Es decir, la pretendida "neutralidad”, que algunos quieren, es sencillamente imposible. El silencio y la pasividad de los “neutrales” (ingenuos o cobardes) es tomar postura a favor del que tiene más poder. 
 Tenía razón Martín Luther King cuando dijo: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, los deshonestos, de los sin ética.
Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.

2. Lo que más destaca este evangelio es la incomprensión y el miedo de los discípulos.    Ellos se habían hecho ilusiones falsas con el Mesías que los había llamado y escogido.   Y también se habían montado fantasías de éxitos e importancias con el asunto del Reino. La petición de los Zebedeos y el enfrentamiento que aquello provocó (Mt 20, 20-28 Mc 10,35-46; cf. Lc 22, 25-26) son indicadores elocuentes. Ciertamente, las aspiraciones de los discípulos no coincidían con el proyecto de Jesús. Es alg que nos ocurre a todos. El lenguaje de Jesús nos resulta oscuro, no captamos su sentido y, sobre todo, nos da miedo. Nunca lo decimos, pero nos da miedo. Nos da miedo pensar que de nosotros se diga lo que se dijo de Jesús. Nos da más miedo que la religión nos rechace como rechazó a Jesús. Nos produce aún más miedo perder el cargo, vernos metidos en líos, que se nos tenga por sospechosos o indeseables. Nos cuesta reconocerlo, pero los miedos de aquellos hombres son nuestros miedos, los miedos de todos.


3. Los deseos que ocultamos; y el miedo que nos sella la boca para ciertos asuntos y en determinados temas, esos deseos y ese miedo, son tan feos y tan impresentables, que los disfrazamos como sea y de lo que sea. El disfraz más frecuente es el que nos proporcionan las motivaciones religiosas. Y así, por “fidelidad a mi vocación” o a “lo que dijo el Papa", ocultamos cosas que jamás se deberían ocultar. Es el “disfraz de los prudentes”. Los que hacen posible que la sociedad canalla se perpetúe.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 25 de Septiembre - VIERNES - XXVª – Semana del Tiempo Ordinario





25 de Septiembre - VIERNES -
XXVª – Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?”.
Ellos contestaron: ‘Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos pro fetas". Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decis que soy yo?". Pedro tomó la palabra y dijo: “El Mesías de Dios".
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: ‘El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día".

1. En los tres evangelios sinópticos se dice que cuando Pedro, en nombre de los discípulos, confesó que Jesús era el Mesías (Mt 16, 16; Mc 8, 29; Lc 9, 20) e incluso el Hijo de Dios (Mt 16, 16), la respuesta de Jesús, despues de aceptar que efectivamente era así (Mt 16, 17), fue una prohibición y anuncio. Jesús les prohibió terminantemente decir a nadie que él era el Mesías (Mt 16, 20; Mc 8, 30; Lc 21, 22).
Y les anunció que le esperaba un final de fracaso, sufrimiento y muerte (Mt 16, 21; Mc 8, 31; Lc 9, 22).

2. Dos cosas quedan claras:
1) Jesús no quería popularidad en un pais en el que se esperaba la llegada de un Mesías que era deseado como un militar, guerrero y victorioso (O. Cullmann, V. Taylor, J. Schmid), lo que se refuerza con el anuncio que Jesús hace a continuación (J. Gnilka).
2) Jesús asumió conscientemente una forma de vida que le llevó a lo que se anuncia aquí: el rechazo y la condena a muerte de los dirigentes oficiales de la religión.
3. Estos hechos han sido leídos, interpretados y vividos de forma que han hecho del cristianismo, para la mentalidad de mucha gente, una religión que tiene su centro en el fracaso y no en el éxito, en el sufrimiento y no en la felicidad, en la muerte y no en la vida, la vida que vivimos en este mundo. Así, la humanidad de Jesús, y la humanización del Evangelio han ser leídas e interpretadas como divinidad de Cristo, y como divinización del cristiano, han dado paso y han justificado una teología y una espiritualidad que le dicen a la gente que, para lograr esa divinización y sus premios eternos, lo que hay que hacer en esta vida es mortificarse, someterse, callar y aguantar con paciencia.
Porque la felicidad no está en esta vida, sino en la otra. Ahora bien, cuando hacemos eso, no se nos pasa por la cabeza que lo que Jesús hizo, y por lo que se jugó la vida, fue aliviar los sufrimientos de esta vida, dignificar a los pobres y excluidos de este mundo. Porque en el centro de las preocupaciones de Jesús siempre estuvo humanizar este mundo y hacer más soportable esta vida. Solo así es posible alcanzar lo que la fe nos dice que es la eternidad.



miércoles, 23 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 24 de Septiembre - JUEVES - XXVª - Semana del Tiempo Ordinario




24 de Septiembre - JUEVES -
XXVª - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 9,7-9

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de loque pasaba y no sabia a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: “A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?". Y tenía ganas de verlo.

1. Estamos acostumbrados a pensar y hablar mal de Herodes el Grande y de su hijo, Herodes Antipas. Y es verdad que ambos, sobre todo el padre, tuvieron asuntos muy negros y repugnantes en su historia. Pero no es frecuente que caigamos en la cuenta de que el Herodes, que mandaba en Galilea cuando Jesús predicaba y curaba enfermos, fue un hombre del que también tenemos que aprender. Herodes se preguntaba, y preguntaba. Ahora bien, el que pregunta es que no sabe y lo reconoce. El que pregunta, además, espera que otro le enseñe, y quiere que se le enseñe lo que él no alcanza a saber. Todo esto es importante en este momento. ¿Alguien ha visto una tertulia de políticos que, ante las cámaras de televisión, den muestras de no saber y, sobretodo, digan que quieren aprender? ¿Por qué los hombres del poder son tan autosuficientes? ¿No se dan cuenta del ridículo que hacen al presentarse así?

2. El comportamiento, tan profundamente humano de Jesús curando males y aliviando penas, suscita la curiosidad de todos, incluso de hombre como Herodes.
Es verdad que, poco después, este político andaba buscando a Jesús para matarlo (Lc 13, 31). Cuando Jesús se enteró de eso, se limitó a decir: “Id a decirle a ese zorro: yo, hoy y maña seguire curando y echando demonios’ (Lc 13, 32). Los “hombres del poder" suelen ser “hombres de la mentira”.

3. La amenaza del poder no desvió a Jesús ni un ápice de su lucha contra el sufrimiento. Y cuando llegó la hora de la verdad, y Jesús se vió atado de pies y manos ante el tribunal de Herodes, que le hizo muchas preguntas, Jesús “no le contestó palabra’ (Lc 23, 9). Lo que le importaba a Jesús era el dolor de enfermos y pobres. Para eso nunca necesitó privilegios del poder. Por eso, ni le asustaron sus amenazas, ni le sedujeron sus promesas. De esto, tendrían que aprender mucho nuestros obispos. Y todos los que buscamos o nos recreamos en el favor de los que tienen poder y mando.



martes, 22 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 23 de Septiembre - MIÉRCOLES - XXVª – Semana del Tiempo Ordinario






23 de Septiembre - MIÉRCOLES -
XXVª – Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc. 9, 1-6

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes".

1. Según este evangelio, sin duda alguna, lo que más preocupaba a Jesús era el sufrimiento humano. Por eso, lo primero que destaca en este relato es que Jesús toma verdaderamente en serio el sufrimiento de los atormentados por malos espíritus y el dolor de los enfermos. La misión de los apóstoles, que es el anuncio primero de la misión de la Iglesia, es ir a los que padecen y remediar su padecimiento. Para eso, y solo para eso, es para lo que Jesús dio a su iglesia “potestad” y “autoridad". No es un poder doctrinal. Ni potestad sagrada. Ni autoridad sagrada. No. Nada de eso. Jesús era más laico que nosotros. Y vio, en la condición laica y en la actividad laica, el medio capital para realizar su proyecto.

2. Para realizar esta misión y, por lo tanto, para ser efectivos en la tarea de aliviar el sufrimiento humano, Jesús manda a los apóstoles con lo puesto, sin comida y sin dinero encima, y además sin repuesto alguno. ¿Por que este radicalismo? Seguramente en ello influyó la llamada fuente Q (Ch.Tuckett). Pero no se trata aquí de estudiar esa cuestión. Lo que interesa es el mensaje que nos deja el Evangelio, a saber: la civilización nació en Oriente Próximo durante el III Milenio (a., C.) y nació al parecer la tecnología. Con ello desapareció el “hombre -no- ecónómico", que vivía en contacto directo y en armonía con la naturaleza, y entonces aparecieron las desigualdades económicas y el poder de unos hombres sobre otros.
Así dio sus primeros pasos la apasionante y terrible historia del dinero y de la economía, que ha resuelto muchos problemas, pero ha creado otros casi siempre ligados al sufrimiento de los pobres. Jesús no está en contra del progreso económico. No puede estarlo. Pero Jesús no quiere que sus apóstoles se sirvan del dinero para “hacer apostolado”. La misión que quiere Jesús se hace con humanidad, bondad, respeto, tolerancia y cariño. Con eso es con lo que quiere Jesús que se anuncie el Reino.



lunes, 21 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 22 de Septiembre - MARTES - XXVª - Semana del Tiempo Ordinario




22 de Septiembre - MARTES -
XXVª - Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: " Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
Él les contesto: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra”.

1. Es evidente que Jesús, cuando dejó su pueblo y se fue a ser bautizado por Juan y luego a predicar la venida del Reino de Dios, abandono su familia, su casa, su trabajo y todo lo que podía darle cierta seguridad y estabilidad en la vida.
Esto tuvo, entre otras, una consecuencia
fuerte: para Jesús fue (desde entonces) más determinante la relación humanitaria que la relación de parentesco.
Porque la relación comunitaria es elegida libremente, mientras que la relación de familia nos es dada sin pedirnos permiso.

2. Como es lógico, desde el momento en que Jesús se alejó de su casa y su familia, y después reunió en torno a sí un grupo de discípulos que le acompañaron y compartieron su forma de vivir, sus criterios sobre la familia tuvieron que evolucionar. El grupo familiar tuvo que pasar a un segundo plano y el grupo comunitario pasó a ocupar el centro de su proyecto y de sus preocupaciones. Pero nadie puede demostrar que Jesús fundó o estableció un modelo de familia para siempre. Se sabe, con seguridad, que, durante el primer milenio, los cristianos se adaptaron a las leyes, usos y costumbres de la mayoría de la sociedad del Imperio.

3. La familia es necesaria para la socialización de los individuos que vienen a este mundo. El ser humano, cuando nace, no está acabado. La configuración de su cuerpo y de su psique crece y se configura en el aprendizaje e integración de la vida afectiva, emocional, cultural, valorativa que le contagian sus padres y educadores.
Así el individuo se integra en la sociedad y en la cultura. Pero ocurre que, a través de la estructura familiar, se perpetúa el modelo de sociedad, con sus valores y sus contravalores. Así las cosas, lo que las creencias cristianas pueden y deben aportar no es perpetuar el modelo de sociedad (y de familia) establecido, sino

humanizar la convivencia social, de forma que no se impongan los valores basados en el poder, el dinero y la desigualdad, sino en el respeto, la tolerancia, la solidaridad y, sobretodo, el amor.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Párate un momento: Lecturas del día 21 de Septiembre - LUNES - SAN MATEO APÓSTOL Y EVANGELISTA



21 de Septiembre - LUNES -
SAN MATEO APÓSTOL Y EVANGELISTA

Primera lectura Efesios 4, 1-7. 11-13

Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Salmo 18, 2-3.4-5

R// A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus
manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R//

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R//

Evangelio: Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?”.
Jesús lo oyó y dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que
no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores”.

1. Los evangelios no ocultan, ni disimulan, ni maquillan los defectos y las limitaciones que tuvieron los apóstoles que Jesús escogió. En este caso, se nos presenta al propio Jesús llamando a un despreciable publicano. Y además se nos dice que Jesús era amigo de esta clase de individuos, comía con ellos (Lc 15, 1-2) y convivía con personas de tan baja reputación ante la opinión pública.
Este hecho —sobradamente atestiguado en la tradición primitiva de la Iglesia— nos dice que aquella Iglesia no temió dar a conocer sus defectos, sus orígenes poco edificantes, sus pecados y los pecadores que la configuraron. La actual obsesión por la buena imagen no estaba allí presente.
Ni aquella mala imagen fue obstáculo para la difusión del Evangelio y la credibilidad de la Iglesia.

2. Como es bien sabido, Jesús instituyó la eucaristía en una cena. Los teólogos dicen que la última cena fue la culminación de las comidas de Jesús que se cuentan en los evangelios. No se puede entender la ultima comida si se desliga de las demás. Ahora bien, en las comidas de Jesús hay una cosa sorprendente: Jesús jamás excluyó a nadie de su mesa. Es más, admitió a toda clase de gentes, de forma que, si algo se decía de Él, es que acogía a los pecadores y comía con ellos. Cosa que, como es lógico, no entendían los hombres más religiosos de entonces, y además era algo que resultaba escandaloso.

3. La respuesta de Jesús lo explica y lo cambia todo. El médico es Jesús.
Una comparación llamativa, ya que, como se sabe, en aquel tiempo los médicos eran vistos como gente sospechosa o de mala fama (K. Seybold U. Müller; cf. U. Luz). Los enfermos son los pecadores.
Los sanos son los justos, los religiosos, los observantes. La medicina que aplica el médico es la mesa compartida. Por eso en la mesa de Jesús no se sientan los que se ven y son vistos como justos, sino los que se ven y son vistos como pecadores.
La eucaristía no es el premio de los sanos y justos, sino la medicina de los enfermos y pecadores. Jesús explica por qué este cambio asombroso: porque lo que él quiere es misericordia (bondad para los pecadores), no sacrificios (rituales para los justos) (Os 6,6).
Se discute si Jesús “prefería” la bondad a los rituales. O más bien lo que quería decir Jesús es que “rechazaba” los ritos porque lo importante para él era la bondad. En todo caso, es seguro que Jesús entendía la religión como ética de la bondad, no como observancia de rituales y ceremonias. Y da la impresión de que, en la mente de Jesús, estaba firme la idea de que la bondad hasta el fondo es incompatible con la mentalidad ritualista. En este punto, tenemos que examinar nuestras ideas y nuestras preferencias.