jueves, 3 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 4 de Septiembre - Viernes - XXIIª – Semana del Tiempo Ordinario





4 de Septiembre - Viernes -
XXIIª – Semana del Tiempo Ordinario

Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los letrados: “Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio los tuyos, a comer y a beber". Jesús les contestó:
!Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven y entonces ayunarán”. Y añadió esta comparación:
Nadie recorto una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque revientan los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “Está bueno el añejo”.

1. Este relato plantea, con ejemplos casi provocativos, dos formas distintas de entender y vivir la espiritualidad. Se trata de dos caminos contrapuestos:
1) El camino de la mortificación y la piedad; 2) El camino del gozo y la felicidad. Posiblemente, Lucas exagera cuando, al ayuno, añade la oración (que no se encuentra en Mc 2, 18-22; Mt 9, 14-17). Y también cuando caracteriza a los seguidores de Jesús como si fueran comilones y bebedores. En todo caso, y aunque la exageración de Lucas sea posible, es evidente que los tres sinópticos destacan la misma contraposición de dos religiosidades. La de la privación y el sacrificio y la del gozo y el disfrute.

2. Si algo hay claro, en este relato, es que Jesús no formó a sus discípulos en la espiritualidad de la privación y el sacrificio. Jesús vio que es más importante en la vida la felicidad y el disfrute compartido. La importancia que la comensalía, la mesa compartida, tuvo en la vida de Jesús, refuerza esta idea. Es más, como ya se sabe, con los ejemplos del remiendo y los odres de vino, Jesús afirma que, en este asunto capital, no caben medias tintas o fórmulas de compromiso.
Y otra cosa: la advertencia de que “llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán", es seguramente una añadidura de comunidades primitivas que seguían practicando el ayuno. El “novio”, que es Jesús, no se ha ausentado de su Iglesia.

3. Al proceder de esta manera, es evidente que Jesús se dio cuenta de que la espiritualidad de la “propia privación” es más fácil y soportable que la espiritualidad de “compartir la felicidad". Porque, si es que hablamos en serio de “compartir", lo primero que deberíamos tener presente es que se trata de que todos tengamos los mismos derechos y la misma dignidad. Lo que el Evangelio propone es que luchemos por una sociedad igualitaria, en la que los derechos fundamentales sean los mismos para todos. Y que sean “derechos garantizados”. Es decir, que en Europa tengamos los mismos derechos que tienen los ciudadanos de África o de Asia. ¿Estamos dispuestos a afrontar este proyecto con todas sus consecuencias?



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