jueves, 24 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 25 de Septiembre - VIERNES - XXVª – Semana del Tiempo Ordinario





25 de Septiembre - VIERNES -
XXVª – Semana del Tiempo Ordinario

Evangelio: Lc 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?”.
Ellos contestaron: ‘Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos pro fetas". Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decis que soy yo?". Pedro tomó la palabra y dijo: “El Mesías de Dios".
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: ‘El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día".

1. En los tres evangelios sinópticos se dice que cuando Pedro, en nombre de los discípulos, confesó que Jesús era el Mesías (Mt 16, 16; Mc 8, 29; Lc 9, 20) e incluso el Hijo de Dios (Mt 16, 16), la respuesta de Jesús, despues de aceptar que efectivamente era así (Mt 16, 17), fue una prohibición y anuncio. Jesús les prohibió terminantemente decir a nadie que él era el Mesías (Mt 16, 20; Mc 8, 30; Lc 21, 22).
Y les anunció que le esperaba un final de fracaso, sufrimiento y muerte (Mt 16, 21; Mc 8, 31; Lc 9, 22).

2. Dos cosas quedan claras:
1) Jesús no quería popularidad en un pais en el que se esperaba la llegada de un Mesías que era deseado como un militar, guerrero y victorioso (O. Cullmann, V. Taylor, J. Schmid), lo que se refuerza con el anuncio que Jesús hace a continuación (J. Gnilka).
2) Jesús asumió conscientemente una forma de vida que le llevó a lo que se anuncia aquí: el rechazo y la condena a muerte de los dirigentes oficiales de la religión.
3. Estos hechos han sido leídos, interpretados y vividos de forma que han hecho del cristianismo, para la mentalidad de mucha gente, una religión que tiene su centro en el fracaso y no en el éxito, en el sufrimiento y no en la felicidad, en la muerte y no en la vida, la vida que vivimos en este mundo. Así, la humanidad de Jesús, y la humanización del Evangelio han ser leídas e interpretadas como divinidad de Cristo, y como divinización del cristiano, han dado paso y han justificado una teología y una espiritualidad que le dicen a la gente que, para lograr esa divinización y sus premios eternos, lo que hay que hacer en esta vida es mortificarse, someterse, callar y aguantar con paciencia.
Porque la felicidad no está en esta vida, sino en la otra. Ahora bien, cuando hacemos eso, no se nos pasa por la cabeza que lo que Jesús hizo, y por lo que se jugó la vida, fue aliviar los sufrimientos de esta vida, dignificar a los pobres y excluidos de este mundo. Porque en el centro de las preocupaciones de Jesús siempre estuvo humanizar este mundo y hacer más soportable esta vida. Solo así es posible alcanzar lo que la fe nos dice que es la eternidad.



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