11
de Septiembre -VIERNES-
XXIIIª
– Semana del Tiempo Ordinario
Lc
6, 39-42
En
aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación:
"¿Acaso
puede
un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su
aprendizaje, será como su Maestro. ¿Por qué te fijas en la mota
que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en
el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame
que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas
en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y
entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano”.
1. A
Jesús no le preocupa solamente el cambio del corazón de cada
persona. Además de eso, le preocupan las relaciones humanas.
Porque en las relaciones de unos con otros es donde se verifica si,
efectivamente, el corazón de una persona es bueno. Cuando el
corazón es bueno, contagia bondad. Y esto es importante, porque
la bondad, como la felicidad, no “se
impone”
mediante órdenes y mandatos, “se contagia”. Convivir con una
persona de buen corazón es el mayor regalo que nos puede hacer la
vida.
2. La
maldad de corazón ciega a la persona. Y un corazón ciego no
contagia sino ceguera y desorientación. Todos los que en la vida
tienen la misión de “guiar” (padres, educadores, dirigentes
sociales, sacerdotes...) son los más directamente responsables de
tanta desorientación que a diario precipita a tantas personas en la
oscuridad, la desesperanza, la desorientación.
3. Pero
más allá de todo lo dicho, lo más fuerte en la vida es la
constante tendencia a ver defectos, fallos, errores y maldades en los
demás. Ahora bien, el que hace eso, al fijarse en los defectos
del otro, es atacado en su persona misma. “Esta actitud del “tú”
es la de un hombre alienado, la de
un
“hipócrita", no en el sentido moderno de falsedad consciente,
sino en el sentido bíblico, antiguo, de ceguera inconsciente sobre
sí mismo. Por eso se puede decir que quienes van así por la
vida, son personas que llevan una viga en sus ojos, una viga que les
ciega. Y lo peor de todo es que, siendo ciegos, van detectando
pequeñas motas en los ojos de los demás. Vamos como ciegos por la
vida, sin darnos cuenta de lo que nos pasa.
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