jueves, 10 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 11 de Septiembre -VIERNES- XXIIIª – Semana del Tiempo Ordinario





11 de Septiembre -VIERNES-
XXIIIª – Semana del Tiempo Ordinario

Lc 6, 39-42

En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso
puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su Maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano”.

1. A Jesús no le preocupa solamente el cambio del corazón de cada persona. Además de eso, le preocupan las relaciones humanas. Porque en las relaciones de unos con otros es donde se verifica si, efectivamente, el corazón de una persona es bueno. Cuando el corazón es bueno, contagia bondad. Y esto es importante, porque la bondad, como la felicidad, no “se
impone” mediante órdenes y mandatos, “se contagia”. Convivir con una persona de buen corazón es el mayor regalo que nos puede hacer la vida.

2. La maldad de corazón ciega a la persona. Y un corazón ciego no contagia sino ceguera y desorientación. Todos los que en la vida tienen la misión de “guiar” (padres, educadores, dirigentes sociales, sacerdotes...) son los más directamente responsables de tanta desorientación que a diario precipita a tantas personas en la oscuridad, la desesperanza, la desorientación.

3. Pero más allá de todo lo dicho, lo más fuerte en la vida es la constante tendencia a ver defectos, fallos, errores y maldades en los demás. Ahora bien, el que hace eso, al fijarse en los defectos del otro, es atacado en su persona misma. “Esta actitud del “tú” es la de un hombre alienado, la de
un “hipócrita", no en el sentido moderno de falsedad consciente, sino en el sentido bíblico, antiguo, de ceguera inconsciente sobre sí mismo. Por eso se puede decir que quienes van así por la vida, son personas que llevan una viga en sus ojos, una viga que les ciega. Y lo peor de todo es que, siendo ciegos, van detectando pequeñas motas en los ojos de los demás. Vamos como ciegos por la vida, sin darnos cuenta de lo que nos pasa.



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