miércoles, 9 de septiembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 10 de Septiembre -JUEVES- XXIIIª - Semana del Tiempo Ordinario




10 de Septiembre -JUEVES-
XXIIIª - Semana del Tiempo Ordinario

Lc 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis solo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis la usarán
con vosotros".

1. La primera convicción de Jesús, que queda patente en este discurso, es que el mundo no se transforma (se hace más humano y más habitable) cambiando estructuras políticas y económicas. Eso es importante, es fundamental incluso. Pero no es lo decisivo. El mundo se transforma cambiando a las personas. Por eso Jesús, en este discurso, que es central en el Evangelio, no dice ni palabra de luchas políticas o económicas. Estamos cansados de ver cambios políticos y económicos en los que siempre ocurre lo mismo: los que están arriba viven bien y los que están abajo siguen en la miseria.

1. Jesús vio que lo decisivo en la vida es la humanización de los seres humanos. Decimos que “es humano” odiar, injuriar, humillar, robar, pensar mal para acertar. Todo eso “es inhumano”. Porque lo humano químicamente puro no existe. Lo humano siempre está mezclado con lo inhumano. Por eso Jesús propone, como modelo de humanidad, el amor que vence al odio, la mansedumbre que vence a la injuria, la aceptación de la ofensa que vence a la humillación, la renuncia a lo propio que vence al robo, el juicio bueno que vence al mal pensado. Estamos, pues, ante el “escándalo” de la renuncia a los propios derechos humanos, para que los derechos humanos alcancen a todos y lleguen a ser universales.


3. ¿Qué quiere decir todo esto? Solo la bondad es digna de fe. Porque la bondad es lo más propio, lo más original y lo más específico del ser humano. Por eso se explica que únicamente lo verdaderamente humano es lo que nos hace felices. De forma que solo donde hay humanidad hay paz, respeto, tolerancia, amistad, gozo y disfrute de la vida para todos. De ahí que la consecuencia es patente: el Evangelio, antes que un libro de religioso o de espiritualidad, es un gran tratado de humanidad. Lo que ocurre es que la “humanidad para todos”, solo se alcanza mediante la “auto-estigmatización”. Es exactamente lo que hizo Jesús: aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado” (GeaTheissen).

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