7
de Septiembre – LUNES -
23ª
– Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio:
Lc 6, 6-11
Un
sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un
hombre que
tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos
estaban al
acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de que
acusarlo.
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del
brazo paralítico:
“Levántate y ponte ahí en medio". Él se levantó y se
quedo de pie.
Jesús les dijo: “Os voy a hacer una pregunta: ¿qué está
permitido en sábado,
hacer el
bien o el mal,
salvar a uno o dejarlo morir?”. Y echando
en torno una mirada a todos, le dijo al
hombre: “Extiende el brazo". Él
lo hizo, y su brazo quedó restablecido.
Ellos se
pusieron furiosos y discutian qué
había que hacer con Jesús.
1. Hay
estudiosos de los evangelios que consideran “razonable que los
fariseos se opusieran a esta acción (la curación) cuando la vida no
estaba en peligro” (Geza Vermes). En cualquier caso, parece
razonable decir que las transgresiones del sábado, que se cuentan en
los evangelios, no son importantes (R. Pesch). Este caso del manco es
muy claro en ese sentido.
2. Pero
es que el problema serio, que se plantea en estos relatos, no esta en
saber si Jesús transgredió o no la Ley de Moisés y sus
interpretaciones oficiales. El problema está en saber qué era
importante para Jesús y que cosas no tenían importancia para él.
Es importante tener esto en cuenta. Por más que las cosas, que se
relaten, sean cosas de poca importancia. En la vida diaria, lo que
nos hace felices o desgraciados, son muchas veces cosas
(aparentemente) de poca importancia.
3. Planteado
así el problema, lo que está claro es que para Jesús era más
importante la felicidad de los seres humanos que la observancia de
los rituales religiosos. Como también está claro que para los
observantes fariseos era más importante el fiel cumplimiento de las
normas religiosas que la salud y el bienestar de las personas. Por
eso Jesús desplazó el centro de la religión. Jesús descolocó
a la gente religiosa. Porque hizo que el centro de la acción
religiosa pasara del ritual (fielmente observado) a la conducta
honradamente vivida.
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