15
de Septiembre -MARTES-
Ntra.
Sra, La Virgen de los DOLORES
Primera
lectura: 1 Timoteo 3, 1-13
Querido hermano: Esta muy
bien dicho que quien aspira a ser obispo no es poco lo que desea,
porque el obispo tiene que ser irreprochable, fiel a su mujer,
sensato, equilibrado, bien educado, hospitalario,
hábil
para enseñar, no dado al vino ni amigo de reyertas, comprensivo, no
agresivo ni interesado. Tiene que gobernar bien su propia casa y
hacerse obedecer de sus hijos con dignidad. Uno que no sabe
gobernar su casa ¿cómo va a cuidar de una asamblea de Dios? Que
no sea recién convertido, por si se le sube a la cabeza y lo
condenan como al diablo.
Se
requiere, además, que tenga buena fama entre los de fuera, para
evitar el descrédito y que lo atrape el diablo. También los
diáconos tienen que ser respetables hombres de palabra, no
aficionados a beber mucho ni a negocios sucios, conservando la fe
revelada con una conciencia limpia. También estos tienen que ser
probados primero, y cuando se vea que son irreprensibles, que
empiecen su servicio. Las mujeres lo mismo, sean respetables, no
chismosas, sensatas y de fiar en todo. Los diáconos sean fieles a
su mujer y gobiernen bien sus casas y sus hijos, porque los que se
hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán mucha
libertad para exponer la fe cristiana.
Salmo
100, 1-2ab. 2cd-3ab. 5. 6
R//
- Andaré con rectitud de corazón.
Voy
a cantar la bondad y la justicia,
para
ti es mi música, Señor;
voy
a explicar el camino perfecto:
¿cuándo
vendrás a mí? R//
Andaré con rectitud de
corazón
dentro
de mi casa;
no
pondré mis ojos en intenciones viles;
aborrezco
al que obra mal. R//
Al
que en secreto difama a su prójimo
lo
haré callar; ojos engreídos,
corazones
arrogantes,
no
los soportaré. R//
Pongo mis ojos en los que son
leales,
ellos vivirán conmigo;
el
que sigue un camino perfecto
ese
me servirá. R//
Evangelio: Juan
19, 25-27
En
aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y
María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al
discípulo que tanto querías dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes
a tu hijo”.
Luego,
dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella
hora, el discípulo la recibió en su casa.
1.
Si
ayer celebrábamos la fiesta de la Exaltación de la Cruz donde
Jesús, en obediencia al Padre y como mayor gesto de amor entrega su
vida por nosotros, hoy miramos a su madre en su advocación de Ntra.
Sra. De los Dolores. No sé si existe un dolor más grande que el de
ver morir a un hijo. Probablemente es la experiencia más dramática
de encajar. La Madre de Dios ha sido y siempre será un modelo de fe
para todos aquellos que seguimos al Hijo. Lo es porque en ella vemos
las actitudes esenciales del seguimiento de Jesús: la confianza, la
espera, la valentía, el decir sí, la disponibilidad incondicional,
etc. Por eso la llamamos "maestra" y la veneramos y nos
encomendamos a ella como máxima y principal intercesora. Si el
Cristianismo fuera una ideología no necesitaríamos una madre, pero
como el Cristianismo es el encuentro con una persona, Jesucristo,
quien mejor que su madre para llevarnos a Él.
2.
Desde
el origen de su misión María ya recibe el aviso del arcángel
Gabriel de que no será nada fácil: ...una
espada te atravesará el alma. Lo
que Dios le pide a través de su mensajero no es fácil, ella no se
siente digna ni del todo preparada, pero acepta, se fía de
Dios:...hágase.
Estoy
convencido que al pie de la cruz María se acordó del
aviso de Gabriel, pero aún sufriendo el dolor ella sabía que el mal
no tenía la última palabra; en medio de sus lágrimas su esperanza
no había desaparecido.
3.
Hoy
miramos a María. Deberíamos mirarla más porque de ella tenemos
mucho que aprender. En la cruz Jesús nos da lo último que le
quedaba antes de entregar su vida, nos regaló en Juan a su madre,
nos lo dio todo: ...le
dijo al discípulo, ahí tienes a tu madre. A
ella acudimos, a ella le rogamos que interceda por nosotros para
aprender en el camino de la fe, para aprender a esperar en medio de
los dolores de la vida, para saber que el mal nunca tiene la última
palabra, para saber estar con dignidad al pie de la cruz, al pie de
las adversidades de la vida, para saber esperar contra todo
pronóstico, para no perder la luz del amor que guía nuestra vida en
medio de las tormentas.
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