23
de Septiembre - MIÉRCOLES -
XXVª
– Semana del Tiempo Ordinario
Evangelio:
Lc. 9, 1-6
En
aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad
sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego
los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos,
diciéndoles:
“No
llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni
dinero, tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa
donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien
no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los
pies, para probar su culpa. Ellos se pusieron en camino y fueron
de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas
partes".
1. Según
este evangelio, sin duda alguna, lo que más preocupaba a Jesús era
el sufrimiento humano. Por eso, lo primero que destaca en este
relato es que Jesús toma verdaderamente en serio el sufrimiento de
los atormentados por malos espíritus y el dolor de los enfermos.
La misión de los apóstoles, que es el anuncio primero de la misión
de la Iglesia, es ir a los que padecen y remediar su padecimiento.
Para eso, y solo para eso, es para lo que Jesús dio a su iglesia
“potestad” y “autoridad". No es un poder doctrinal.
Ni potestad sagrada. Ni autoridad sagrada. No. Nada de eso.
Jesús era más laico que nosotros. Y vio, en la condición laica
y en la actividad laica, el medio capital para realizar su proyecto.
2. Para
realizar esta misión y, por lo tanto, para ser efectivos en la tarea
de aliviar el sufrimiento humano, Jesús manda a los apóstoles con
lo puesto, sin comida y sin dinero encima, y además sin repuesto
alguno. ¿Por que este radicalismo? Seguramente en ello influyó la
llamada fuente Q (Ch.Tuckett). Pero no se trata aquí de estudiar
esa cuestión. Lo que interesa es el mensaje que nos deja el
Evangelio, a saber: la civilización nació en Oriente Próximo
durante el III Milenio (a., C.) y nació al parecer la tecnología.
Con ello desapareció el “hombre -no- ecónómico", que
vivía en contacto directo y en armonía con la naturaleza, y
entonces aparecieron las desigualdades económicas y el poder de unos
hombres sobre otros.
Así
dio sus primeros pasos la apasionante y terrible historia del dinero
y de la economía, que ha resuelto muchos problemas, pero ha creado
otros casi siempre ligados al sufrimiento de los pobres. Jesús no
está en contra del progreso económico. No puede estarlo. Pero
Jesús no quiere que sus apóstoles se sirvan del dinero para “hacer
apostolado”. La misión que quiere Jesús se hace con humanidad,
bondad, respeto, tolerancia y cariño. Con eso es con lo que
quiere Jesús que se anuncie el Reino.
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