13 DE MARZO
- LUNES
2ª SEMANA
DE CUARESMA
Santos Rodrigo y Salomón, mártires
Evangelio
según san Lucas 6, 36-38
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados;
no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se
os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La
medida que uséis, la usarán con vosotros".
1. Cuando
los evangelios destacan cómo tiene que ser la conducta de los discípulos, Lucas
se fija en la "misericordia", mientras que Mateo (5, 48) habla de la
"perfección".
En realidad, así lo que los evangelios vienen a
decir es que la perfección consiste en la misericordia.
Es perfecto y cabal el que es bueno de verdad y
hasta el fondo de su ser. Jesús establece aquí cuál debe ser la actitud básica
del creyente en la vida respecto a los demás. Se trata de la actitud que se
define como "compasión" o "misericordia".
Esta actitud se propone mediante el adjetivo griego
"oiktírmon", un término antiguo que aparece ya en el griego clásico,
por ejemplo en Homero, para indicar al hombre que "tiene compasión" el
que "compadece a alguien".
En definitiva, lo que Lucas viene a decir es que,
de 35 dos atributos principales de Dios, la santidad y la compasión, Lucas
escoge
a compasión como cualidad que nos hace
semejantes a Dios (F. Bovon).
2. Aquí es
importante advertir que "tener compasión" no es lo mismo que “tener
lástima".
La com-pasión es participar de la misma pasión,
que puede ser pasión de dolor o, por el contrario, pasión de alegría. En un
sentido muy distinto, el que tiene lástima de otro es porque el otro es un
desgraciado. Saber de personas que sienten lo que yo siento es fuente de
alegría.
Saber de gente que me tiene por un desgraciado que
da lástima, eso es terrible, es humillante en extremo.
Lo que Jesús nos pide es que tengamos un corazón
sensible a la sensibilidad de los demás: a sus alegrías y a sus penas, a sus
éxitos y a sus fracasos.
3. Lo más
importante, cuando hablamos de este tema, está en caer en la cuenta de que la
misericordia tiene que ser el principio determinante y rector de la ética.
Porque una ética sin misericordia puede (y suele) terminar siendo una
dictadura.
Todos los dictadores y hasta los tíranos, por lo
general, han invocado principios éticos (la justicia, la libertad, el amor a la
patria, la defensa de las clases trabajadoras...) Para justificar su
autoritarismo, sus tiranías y los atropellos que han cometido para someter a los
pueblos, a la gente, a los débiles e indefensos.
En la vida diaria hay personas que no paran de
apelar a motivaciones éticas, pero de sobra sabemos que son personas
insoportables.
Solo cuando la misericordia rige nuestra vida,
podemos contagiar felicidad y bondad.
Santos Rodrigo y Salomón, mártires
San Rodrigo fue martirizado durante la
persecución del emir Mohamed I, hijo de Abderramán
II.
Había nacido junto a la ciudad de Egabro, llamada posteriormente
Cabra, y cursó sus estudios eclesiásticos en Egabro, donde fue ordenado
sacerdote.
Rodrigo tenía dos hermanos, uno musulmán y otro mal cristiano, que
prácticamente había abandonado su fe. Una noche, los dos hermanos tuvieron un altercado
y se acaloraron tanto, que llegaron a las manos; Rodrigo se apresuró a
separarlos y al punto, ellos se volvieron contra él y lo golpearon hasta
dejarlo sin sentido. El mahometano lo puso sobre una camilla e hizo que lo
llevaran por las calles, en tanto que él caminaba a su lado, proclamando a
voces que Rodrigo había apostatado y que deseaba que se le reconociera
públicamente como un mahometano antes de morir. En cuanto se presentó la
oportunidad, Rodrigo logró huir. Poco después, su hermano el mahometano se lo
encontró en las calles de Córdoba y acto seguido se precipitó sobre él, lleno
de odio, y lo llevó a rastras ante el "kadi", acusándole de haber
vuelto a la fe cristiana después de haberse declarado él mismo mahometano. Pese
a las negativas de Rodrigo, el "kadi" no le creyó, y mandó que le
encerraran en un siniestro calabozo. Por la misma causa estaba en la cárcel un
cristiano mozárabe, de nombre Salomón. Los dos se alentaban mutuamente durante
su largo y tedioso encierro, con el cual el "kadi" esperaba acabar
con su constancia. A las promesas con las que el "kadi" quiere
atraerlos, Rodrigo responde: «Haz propuestas, así, a quienes buscan antes
conveniencias de esta tierra que felicidad eterna; nosotros sólo vivimos en
Jesucristo; y morir por Él es la mejor ganancia». Finalmente, el
"kadi" los condenó a morir decapitados.
Una contestación similar, consignada por San
Eulogio, encuentran en San Rodrigo las amenazas del cadí: «No intentes luchar
con nuestra alma, y superar nuestro espíritu, firme en la confesión; a más
furor en el tormento, más feliz gloria nos deparas».
Y el 13 de marzo del año 857, los
santos Rodrigo y Salomón aprestan sus cuellos a la cimitarra con tanta firmeza
como alegría.
San Eulogio, que vio los cadáveres de Rodrigo y Salomón expuestos en
la orilla del río, notó que los guardias arrojaban a la corriente los guijarros
teñidos con la sangre de los mártires para que la gente no los recogiera y los
conservara como reliquias.
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