10 DE MARZO - VIERNES –
1ª SEMANA DE CUARESMA
Stª Mª Eugenia Milleret, virgen
Evangelio según san Mateo 5, 20-26 
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: 
"Si no sois mejores que los letrados y fariseos
no entraréis en el Reino de los Cielos. 
Habéis oído que se dijo: 
No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os
digo: todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno llama a
su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo
llama "renegado", merece la condena del fuego. 
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja
allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda. 
Procura arreglarte con el que te pone pleito,
enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al  juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último
cuarto". 
1.  En nuestras relaciones con
los demás, la convicción y la actitud básica -la primera de todas- tiene que
ser siempre el respeto a los derechos, a la dignidad y a la vida de todo ser
humano. En esto reside el primer deber que Dios impone en cuanto se refiere a
las relaciones de unos con otros (Ex 20, 13). 
Jesús pone este deber como el primero de todos (Mt 19,
18 par). 
Porque, para Jesús, el
respeto a la vida -y a la dignidad de la vida- está antes que el cumplimiento
de los deberes religiosos (Mc 3,4 par). 
De acuerdo con nuestras
creencias religiosas, solo Dios puede disponer de la vida de los humanos. De
ahí, la gravedad de leyes, admitidas por la Iglesia durante siglos, como por
ejemplo la ley que permite o impone la pena de muerte. Ningún poder humano   tiene derecho a matar otros seres
humanos.  
Luchar por la abolición de
la pena de 
muerte es un deber sagrado de los creyentes en
Jesucristo. 
2.  Pero Jesús va más lejos. Porque
prohíbe hacer daño con la lengua median- 
te el insulto o la maledicencia. Mucha gente no mata,
pero destroza a otros con su lengua: 
ofendiendo, faltando al respeto, calumniando, insultando... 
Hay muchas maneras de
destruir a una persona. Se puede hacer mediante la violencia física. Pero, a
veces, es más destructiva la violencia del trato mutuo, de las humillaciones y
los desprecios. 
Desprecios en la vida
pública, familiar, 
laboral, académica... Es una lista interminable de
posibles agresiones a los 
derechos y a la dignidad de los seres humanos. 
3.  Todo esto es tan grave, que
Jesús llega hasta el fondo del problema. Y 
afirma que quien sabe que alguien tiene quejas contra
él, esa persona no debe ni acercarse al altar. 
Las religiones antiguas
decían que la impureza sexual impedía el acceso a lo sagrado. 
Ajuicio de Jesús, lo que más
impurifica 
al hombre es dar motivo para que alguien tenga quejas
justificadas contra él. 
Si tomásemos en serio esta
palabra de Jesús, 
¿quién puede acercarse al
altar de Dios? 
Nuestros conflictos nos
ensucian, nos impurifican y nos hacen indignos del acceso a lo santo. 
Es un dolor ver personas,
familias, vecinos..., que se odian y, sin embargo, se acercan a comulgar juntos
y salen de la Iglesia con sentimientos de paz en sus conciencias.
Stª Mª Eugenia Milleret, virgen
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   Santa María Eugenia de Jesús es fundadora de la Congregación de las
  Hermanas de la Asunción para la educación cristiana de niñas y adolescentes 
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   Santa María Eugenia de Jesús (Anna Milleret de Brou) nació en Metz
  (Francia) el 25 de agosto 1817 en una familia de origen italiano.      
   Después de la muerte de su madre en 1832 Anna experimentó un
  período de fuerte apatía, la cual tuvo una especial sacudida por medio de la
  predicación del Padre Lacordaire, durante la Cuaresma de 1836. Impulsado por
  religiosas, Anna-Maria cumplió con el deseo del abad Teodoro Combalot, quien
  había querido fundar, desde mucho, una comunidad de monjas para la educación
  de las hijas de la burguesía liberal.     
   
  Después de un período de "aprendizaje" y el estudio de la
  teología, el 30 de abril 1839 nació en París, la nueva congregación
  "Instituto de la Asunción de María." En 1844, Anna Milleret de
  Brou, toma el nombre María Eugenia de Jesús y asumió la conducción de esta
  Obra hasta su muerte el 10 de marzo de 1898. 
    Biografía de Santa María Eugenia de Jesús 
   Anna Milleret de Brou, nació en Metz (Francia) el 25 de agosto
  1817, creció en una familia de origen italiano, y en un clima determinante
  por la actitud radical del Padre, quien era un liberal que despreciaba la
  religión. 
Por el contrario, su madre era
  profundamente religiosa, y se las ingenió para educar a su hija de acuerdo a
  los principios cristianos. 
   Anna pasó su adolescencia en el Colegio de Metz, donde recibía
  educación católica, tenía una iluminación especial en el día de su primera
  comunión que anunciaba su vocación; lamentablemente a 13 años sufrió una
  grave enfermedad y la obligó a interrumpir sus estudios 
   En 1930, durante el periodo de la revolución contra el rey Carlos
  X (que llevará al trono de Francia a Philippe de Orleans), el papá
  de Anna perdió su propiedad, y dos años más tarde en 1832, cuando tenía 15
  años, su madre murió, víctima del cólera. 
   Las desgracias sufridas, las limitaciones financieras, la escasa
  asistencia a las prácticas religiosas de la familia en la que se fue a vivir,
  se la llevaron total de apatía y frialdad, no sólo iba a carecer de la falta
  de piedad y sentido religioso, sino también sufriría en su alma una profunda
  insatisfacción. 
     La verdadera conversión del corazón 
   Una predicación en la Cuaresma de 1836, realizada por el Padre
  Lacordaire, sacudió su alma. Tan profunda fue la predicación de este Padre
  que Anna rompió con su apatía, y la empujó para cumplir votos con el abad
  Teodoro Combalot, con la dirección espiritual del Padre que le predicó este
  mensaje que le tocó su corazón. 
   El Abad Teodoro, tenía en mente desde hace algún tiempo, fundar una
  comunidad de religiosas dedicadas a la educación de las niñas de la buena
  sociedad, por lo que estaba buscando un alma sensible e inteligente que le
  ayudará a cumplir esa meta. 
   El Padre Teodoro, vio en Anna Milleret una fuerte vocación, y la
  invitó a que asistiera a una especie de noviciado que dictaban las monjas
  benedictinas en París, y que luego se dirigiera a las monjas de la Visitación
  en la Dauphine, donde podría perfeccionarse en el estudio de la teología dogmática
  y moral, la pedagogía y en las Sagradas Escrituras. 
   Luego de esto el Padre Combalot convence a Anna para que asuma este
  proyecto, y ella lo acepta como un designio divino del Creador y se deja
  guiar por el Abad Teodoro. 
   El 30 de abril 1839, nace la nueva congregación "Instituto de
  la Asunción de María" dedicada a la educación de las jóvenes de la
  aristocracia y la burguesía liberal que estaban siendo educadas de manera
  hostil contra la religión, y así, a sus 22 años, María Eugenia se convierte en
  Fundadora de esta congregación 
   En la Navidad de 1844 las primeras hermanas hicieron sus votos y
  Anna Milleret tomó el nombre de María Eugenia de Jesús. 
   Años más tarde la comunidad contará con 16 hermanas de cuatro
  nacionalidades. María Eugenia quería para sus hijas una completa "acción
  contemplativa", el rezo del Oficio Divino como la devoción principal,
  porque es la oración oficial de la Iglesia, y el centro de su espiritualidad
  sería centrada en Jesús Eucaristía. 
   El Instituto finalmente fue aprobado por la Santa Sede el 11 de
  abril de 1888, la madre fundadora gobernó hasta su muerte. 
   En sus últimos años de su vida, María Eugenia de Jesús
  experimentará poco a poco el debilitamiento físico, vivido en la humildad y
  en el silencio, en una vida totalmente centrada en Jesucristo. 
   Su muerte ocurrió el 10 de marzo 1898 en Auteuil (París) 
   María Eugenia de Jesús fue beatificada el 09 de febrero 1975 por el
  Papa Pablo VI y finalmente canonizada por Benedicto XVI 03 de junio 2007 
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