jueves, 9 de marzo de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 DE MARZO - VIERNES – 1ª SEMANA DE CUARESMA Stª Mª Eugenia Milleret, virgen




10 DE MARZO - VIERNES –
1ª SEMANA DE CUARESMA
Stª Mª Eugenia Milleret, virgen

Evangelio según san Mateo 5, 20-26
    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Si no sois mejores que los letrados y fariseos no entraréis en el Reino de los Cielos.
Habéis oído que se dijo:
No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Procura arreglarte con el que te pone pleito, enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al  juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último cuarto".

1.  En nuestras relaciones con los demás, la convicción y la actitud básica -la primera de todas- tiene que ser siempre el respeto a los derechos, a la dignidad y a la vida de todo ser humano. En esto reside el primer deber que Dios impone en cuanto se refiere a las relaciones de unos con otros (Ex 20, 13).
Jesús pone este deber como el primero de todos (Mt 19, 18 par).
Porque, para Jesús, el respeto a la vida -y a la dignidad de la vida- está antes que el cumplimiento de los deberes religiosos (Mc 3,4 par).
De acuerdo con nuestras creencias religiosas, solo Dios puede disponer de la vida de los humanos. De ahí, la gravedad de leyes, admitidas por la Iglesia durante siglos, como por ejemplo la ley que permite o impone la pena de muerte. Ningún poder humano   tiene derecho a matar otros seres humanos. 
Luchar por la abolición de la pena de
muerte es un deber sagrado de los creyentes en Jesucristo.

2.  Pero Jesús va más lejos. Porque prohíbe hacer daño con la lengua median-
te el insulto o la maledicencia. Mucha gente no mata, pero destroza a otros con su lengua:  ofendiendo, faltando al respeto, calumniando, insultando...
Hay muchas maneras de destruir a una persona. Se puede hacer mediante la violencia física. Pero, a veces, es más destructiva la violencia del trato mutuo, de las humillaciones y los desprecios.
Desprecios en la vida pública, familiar,
laboral, académica... Es una lista interminable de posibles agresiones a los
derechos y a la dignidad de los seres humanos.

3.  Todo esto es tan grave, que Jesús llega hasta el fondo del problema. Y
afirma que quien sabe que alguien tiene quejas contra él, esa persona no debe ni acercarse al altar.
Las religiones antiguas decían que la impureza sexual impedía el acceso a lo sagrado.
Ajuicio de Jesús, lo que más impurifica
al hombre es dar motivo para que alguien tenga quejas justificadas contra él.
Si tomásemos en serio esta palabra de Jesús,
¿quién puede acercarse al altar de Dios?
Nuestros conflictos nos ensucian, nos impurifican y nos hacen indignos del acceso a lo santo.
Es un dolor ver personas, familias, vecinos..., que se odian y, sin embargo, se acercan a comulgar juntos y salen de la Iglesia con sentimientos de paz en sus conciencias.

Stª Mª Eugenia Milleret, virgen


   Santa María Eugenia de Jesús es fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Asunción para la educación cristiana de niñas y adolescentes
   Santa María Eugenia de Jesús (Anna Milleret de Brou) nació en Metz (Francia) el 25 de agosto 1817 en una familia de origen italiano.     
   Después de la muerte de su madre en 1832 Anna experimentó un período de fuerte apatía, la cual tuvo una especial sacudida por medio de la predicación del Padre Lacordaire, durante la Cuaresma de 1836. Impulsado por religiosas, Anna-Maria cumplió con el deseo del abad Teodoro Combalot, quien había querido fundar, desde mucho, una comunidad de monjas para la educación de las hijas de la burguesía liberal.    
    Después de un período de "aprendizaje" y el estudio de la teología, el 30 de abril 1839 nació en París, la nueva congregación "Instituto de la Asunción de María." En 1844, Anna Milleret de Brou, toma el nombre María Eugenia de Jesús y asumió la conducción de esta Obra hasta su muerte el 10 de marzo de 1898.

    Biografía de Santa María Eugenia de Jesús
   Anna Milleret de Brou, nació en Metz (Francia) el 25 de agosto 1817, creció en una familia de origen italiano, y en un clima determinante por la actitud radical del Padre, quien era un liberal que despreciaba la religión.
Por el contrario, su madre era profundamente religiosa, y se las ingenió para educar a su hija de acuerdo a los principios cristianos.
   Anna pasó su adolescencia en el Colegio de Metz, donde recibía educación católica, tenía una iluminación especial en el día de su primera comunión que anunciaba su vocación; lamentablemente a 13 años sufrió una grave enfermedad y la obligó a interrumpir sus estudios
   En 1930, durante el periodo de la revolución contra el rey Carlos X (que llevará al trono de Francia a Philippe de Orleans), el papá de Anna perdió su propiedad, y dos años más tarde en 1832, cuando tenía 15 años, su madre murió, víctima del cólera.
   Las desgracias sufridas, las limitaciones financieras, la escasa asistencia a las prácticas religiosas de la familia en la que se fue a vivir, se la llevaron total de apatía y frialdad, no sólo iba a carecer de la falta de piedad y sentido religioso, sino también sufriría en su alma una profunda insatisfacción.
     La verdadera conversión del corazón

   Una predicación en la Cuaresma de 1836, realizada por el Padre Lacordaire, sacudió su alma. Tan profunda fue la predicación de este Padre que Anna rompió con su apatía, y la empujó para cumplir votos con el abad Teodoro Combalot, con la dirección espiritual del Padre que le predicó este mensaje que le tocó su corazón.
   El Abad Teodoro, tenía en mente desde hace algún tiempo, fundar una comunidad de religiosas dedicadas a la educación de las niñas de la buena sociedad, por lo que estaba buscando un alma sensible e inteligente que le ayudará a cumplir esa meta.
   El Padre Teodoro, vio en Anna Milleret una fuerte vocación, y la invitó a que asistiera a una especie de noviciado que dictaban las monjas benedictinas en París, y que luego se dirigiera a las monjas de la Visitación en la Dauphine, donde podría perfeccionarse en el estudio de la teología dogmática y moral, la pedagogía y en las Sagradas Escrituras.
   Luego de esto el Padre Combalot convence a Anna para que asuma este proyecto, y ella lo acepta como un designio divino del Creador y se deja guiar por el Abad Teodoro.
   El 30 de abril 1839, nace la nueva congregación "Instituto de la Asunción de María" dedicada a la educación de las jóvenes de la aristocracia y la burguesía liberal que estaban siendo educadas de manera hostil contra la religión, y así, a sus 22 años, María Eugenia se convierte en Fundadora de esta congregación
   En la Navidad de 1844 las primeras hermanas hicieron sus votos y Anna Milleret tomó el nombre de María Eugenia de Jesús.
   Años más tarde la comunidad contará con 16 hermanas de cuatro nacionalidades. María Eugenia quería para sus hijas una completa "acción contemplativa", el rezo del Oficio Divino como la devoción principal, porque es la oración oficial de la Iglesia, y el centro de su espiritualidad sería centrada en Jesús Eucaristía.
   El Instituto finalmente fue aprobado por la Santa Sede el 11 de abril de 1888, la madre fundadora gobernó hasta su muerte.
   En sus últimos años de su vida, María Eugenia de Jesús experimentará poco a poco el debilitamiento físico, vivido en la humildad y en el silencio, en una vida totalmente centrada en Jesucristo.
   Su muerte ocurrió el 10 de marzo 1898 en Auteuil (París)
   María Eugenia de Jesús fue beatificada el 09 de febrero 1975 por el Papa Pablo VI y finalmente canonizada por Benedicto XVI 03 de junio 2007





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