8 DE MARZO - MIÉRCOLES –
1ª SEMANA DE CUARESMA
SAN JUAN DE DIOS, religioso
Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se
puso a decirles:
"Esta generación
es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el
signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo
será el Hijo del Hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación,
la reina de/Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde
los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno
que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esta
generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque
ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más
que Jonás".
1. Lo primero,
que se ha de tener en cuenta al leer este evangelio, es el termino clave que explica
todo lo demás: la palabra "generación" (geneá), que se repite cinco
veces en este texto. Además, se califica como "generación perversa".
Una palabra dura y condenatoria.
El origen de este rechazo está en la llamada fuente Q,
que dirige su polémica contra Israel al que califica como la última generación
antes del fin de este mundo (V. Hasler).
Se trata de un tema que ya estaba presente en la
literatura más pesimista del judaísmo llamado apocalíptico, en el que se habla
de una "generación apóstata" (Hen 93, 8) o de una "última
generación" (1Qp-Hab 2, 6s).
2. Esta idea,
tan pesimista, se recoge en algunos textos de los evangelios: en Mt 11, 16 y Lc
7, 31, la parábola de los niños que representan al pueblo que no escucha a
Jesús; y en Mt 23, 36 hay un lamento sobre la sabiduría menospreciada por esta
generación. Un tema que ya está presente en la literatura sapiencial judía
(Prov 1, 24 ss; Bar 3, 12 s; Hen 93, 8; 94,5; 4 Esd 5, 9 s). No es de extrañar
que Mt 12, 39 habla de "generación malvada" y Mt 16, 4 de "generación
adúltera".
3. No parece
probable que Jesús utilizase este lenguaje para dirigirse al pueblo humilde de
Galilea. Más bien, cabe pensar que en el cristianismo primitivo hubo una corriente
influyente motivada por el antisemitismo, cosa
que
ha causado enormes sufrimientos a los judíos dispersos por el mundo. Y en nada
ha beneficiado al cristianismo.
Y es que, cuando las religiones, en lugar de unir a
los humanos, lo que hacen es crear resentimientos y divisiones, alejan a la
gente de Dios y no hacen sino dañar a la condición humana, que tanto necesita
unión y concordia.
El mejor propósito, que deberíamos sacar de este relato
evangélico, es desterrar de nuestro lenguaje, de nuestras ideas y de nuestras
creencias, cualquier forma de pensamiento que nos enfrente o nos aleje en
nuestras relaciones con los demás, sean
quien sean.
SAN JUAN DE DIOS, religioso
San Juan de Dios Fundador de la
Comunidad de Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios -Año 1550 -
Nació y murió un 8 de marzo. Nace en Portugal en 1495 y
muere en Granada, España, en 1550 a los 55 años de edad.
De familia pobre pero muy piadosa. Su madre murió cuando él era
todavía joven. Su padre murió como religioso en un convento.
En su juventud fue pastor, muy apreciado por el dueño de la finca
donde trabajaba. Le propusieron que se casara con la hija del patrón y así
quedaría como heredero de aquellas posesiones, pero él dispuso permanecer libre
de compromisos económicos y caseros pues deseaba dedicarse a labores más
espirituales.
Estuvo de soldado bajo las órdenes del genio de la guerra, Carlos V
en batallas muy famosas. La vida militar lo hizo fuerte, resistente y sufrido.
La Stma. Virgen lo salvó de ser ahorcado, pues una vez lo pusieron
en la guerra a cuidar un gran depósito y por no haber estado lo suficientemente
alerta, los enemigos se llevaron todo. Su coronel dispuso mandarlo ahorcar,
pero Juan se encomendó con toda fe a la Madre de Dios y logró que le perdonaran
la vida. Y dejó la milicia, porque para eso no era muy adaptado.
Salido del ejército, quiso hacer un poco de apostolado y se dedicó a
hacer de vendedor ambulante de estampas y libros religiosos.
Cuando iba llegando a la ciudad de Granada vio a un niñito muy pobre
y muy necesitado y se ofreció bondadosamente a ayudarlo. Aquel
"pobrecito" era la representación de Jesús Niño, el cual le dijo:
"Granada será tu cruz", y desapareció.
Estando Juan en Granada de vendedor ambulante de libros religiosos,
de pronto llegó a predicar una misión el famosos Padre San Luis de Ávila. Juan
asistió a uno de sus elocuentes sermones, y en pleno sermón, cuando el
predicador hablaba contra la vida de pecado, nuestro hombre se arrodillo y
empezó a gritar: "Misericordia Señor, que soy un pecador", y salió
gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.
Se confesó con San Juan de Ávila y se propuso una penitencia muy
especial: hacerse el loco para que la gente lo humillara y lo hiciera sufrir
muchísimo.
Repartió entre los pobres todo lo que tenía en su pequeña librería,
empezó a deambular por las calles de la ciudad pidiendo misericordia a Dios por
todos sus pecados.
La gente lo creyó loco y empezaron a atacarlo a pedradas y golpes.
Al fin lo llevaron al manicomio y los encargados le dieron fuertes
palizas, pues ese era el medio que tenían en aquel tiempo para calmar a los
locos: azotarlos fuertemente. Pero ellos notaban que Juan no se disgustaba por
los azotes que le daban, sino que lo ofrecía todo a Dios. Pero al mismo tiempo
corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal que
tenían de tratar a los pobres enfermos.
Aquella estadía de Juan en ese manicomio, que era un verdadero
infierno, fue verdaderamente providencial, porque se dio cuenta del gran error
que es pretender curar las enfermedades mentales con métodos de tortura. Y
cuando quede libre fundará un hospital, y allí, aunque él sabe poco de
medicina, demostrará que él es mucho mejor que los médicos, sobre todo en lo
relativo a las enfermedades mentales, y enseñará con su ejemplo que a ciertos enfermos
hay que curarles primero el alma si se quiere obtener después la curación de su
cuerpo. Sus religiosos atienden enfermos mentales en todos los continentes y
con grandes y maravillosos resultados, empleando siempre los métodos de la
bondad y de la comprensión, en vez del rigor de la tortura.
Cuando San Juan de Ávila volvió a la ciudad y supo que a su
convertido lo tenían en un manicomio, fue y logró sacarlo y le aconsejó que ya
no hiciera más la penitencia de hacerse el loco para ser martirizado por las
gentes. Ahora se dedicará a una verdadera "locura de amor": gastar
toda su vida y sus energías a ayudar a los enfermos más miserables por amor a
Cristo Jesús, a quien ellos representan.
Juan alquila una casa vieja y allí empieza a recibir a cualquier enfermo,
mendigo, loco, anciano, huérfano y desamparado que le pida su ayuda. Durante
todo el día atiende a cada uno con el más exquisito cariño, haciendo de
enfermero, cocinero, barrendero, mandadero, padre, amigo y hermano de todos.
Por la noche se va por la calle pidiendo limosnas para sus pobres.
Pronto se hizo popular en toda Granada el grito de Juan en las noches
por las calles. Él iba con unos morrales y unas ollas gritando: ¡Haced el bien
hermanos, para vuestro bien! Las gentes salían a la puerta de sus casas y le
regalaban cuanto les había sobrado de la comida del día. Al volver cerca de
medianoche se dedicaba a hacer aseo en el hospital, y a la madrugada se echaba
a dormir un rato debajo de una escalera. Un verdadero héroe de la caridad.
El señor obispo, admirado por la gran obra de caridad que Juan
estaba haciendo, le añadió dos palabras a su nombre de pila, y empezó a
llamarlo "Juan de Dios", y así lo llamó toda la gente en adelante.
Luego, como este hombre cambiaba frecuentemente su vestido bueno por los
harapos de los pobres que encontraba en las calles, el prelado le dio una
túnica negra como uniforme; así se vistió hasta su muerte, y así han vestido
sus religiosos por varios siglos.
Un día su hospital se incendió y Juan de Dios entró varias veces por
entre las llamas a sacar a los enfermos y aunque pasaba por en medio de enormes
llamaradas no sufría quemaduras, y logró salvarles la vida a todos aquellos
pobres.
Otro día el río bajaba enormemente crecido y arrastraba muchos
troncos y palos. Juan necesitaba abundante leña para el invierno, porque en
Granada hace mucho frío y a los ancianos les gustaba calentarse alrededor de la
hoguera. Entonces se fue al río a sacar troncos, pero uno de sus compañeros,
muy joven, se adentró imprudentemente entre las violentas aguas y se lo llevó
la corriente. El santo se lanzó al agua a tratar de salvarle la vida, y como el
río bajaba supremamente frío, esto le hizo daño para su enfermedad de artritis
y empezó a sufrir espantosos dolores.
Después de tantísimos trabajos, ayunos y trasnochadas por hacer el
bien, y resfriados por ayudar a sus enfermos, la salud de Juan de Dios se
debilitó totalmente. El hacía todo lo posible porque nadie se diera cuenta de
los espantosos dolores que lo atormentaban día y noche, pero al fin ya no fue
capaz de simular más. Sobre todo, la artritis le tenía sus piernas retorcidas y
le causaba dolores indecibles. Entonces una venerable señora de la ciudad
obtuvo del señor obispo autorización para llevarlo a su casa y cuidarlo un
poco. El santo se fue ante el Santísimo Sacramento del altar y por largo tiempo
rezó con todo el fervor antes de despedirse de su amado hospital. Le confió la
dirección de su obra a Antonio Martín, un hombre a quien él había convertido y
había logrado que se hiciera religioso, y colaborador suyo, junto con otro
hombre a quien Antonio odiaba; y después de amigarlos, logró el santo que le
ayudaran en su obra en favor de los pobres, como dos buenos amigos.
Al llegar él la casa de la rica señora, exclamó Juan: "OH, estas
comodidades son demasiado lujo para mí que soy tan miserable pecador".
Allí trataron de curarlo de su dolorosa enfermedad, pero ya era demasiado
tarde.
El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se
arrodilló en el suelo y exclamó: "Jesús, Jesús, en tus manos me
encomiendo", y quedó muerto, así de rodillas. Había trabajado
incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos
problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de
las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande
santo de la ciudad se creía el más indigno pecador. El que había sido apedreado
como loco, fue acompañado al cementerio por el obispo, las autoridades y todo
el pueblo, como un santo.
Después de muerto obtuvo de Dios muchos milagros en favor de sus
devotos y el Papa lo declaró santo en 1690. Es Patrono de los que trabajan en
hospitales y de los que propagan libros religiosos.
San Juan de Dios: alcánzanos de Dios un gran amor hacia los enfermos
y los pobres.
NOTA: Los religiosos Hospitalarios de San
Juan de Dios son 1,500 y tienen 216 casas en el mundo para el servicio de los
enfermos. Los primeros beatos de Colombia pertenecieron a esta santa Comunidad.
Todo lo que hicisteis con cada uno de estos mis hermanos enfermos,
conmigo lo hicisteis (Jesucristo Mt. 25,40).
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