23 DE MARZO -
JUEVES
3ª - SEMANA DE CUARESMA
SAN TORIBIO DE
MOGROVIEJO, obispo
Evangelio según
san Lucas 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús
estaba echando un demonio, que era mudo, y apenas salió el demonio habló el
mudo.
La multitud se quedó admirada, pero
algunos de ellos dijeron:
"Si echa los demonios es por arte
de Belcebú, el príncipe de los demonios'.
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían
un signo del cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:
"Todo reino en guerra civil va a la
ruina
y se derrumba casa tras
casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino?
Vosotros decís que yo echo los demonios
con el poder de Belcebú; y vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan?
Por eso, ellos mismos serán vuestros
jueces.
Pero si yo echo los demonios con el dedo
de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado
guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta
y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.
El que no está conmigo, está contra mí;
el que no recoge conmigo, desparrama".
1. El demonio
mudo significa, ante todo, lo más obvio: dificultad o incluso ausencia de comunicación. El que no habla, no se comunica. Pero, además
de eso, al tratarse de un demonio, estamos hablando de una incomunicación que
tiene
su origen y su causa en la fuerza del mal.
Si un constitutivo esencial de los seres humanos es la
"alteridad", es decir, la relación con los otros, resulta evidente
que la incomunicación es un ataque directo y mortal a la condición humana.
El aislamiento, la falta de transparencia, la
insinceridad, todo eso aleja a la persona, crea distancias insalvables, divide
y rompe la vida y la convivencia social.
2. El demonio
mudo es también cobardía, miedo, quizá complicidad. Se trata, en este caso, de quienes se callan
lo que tendrían que decir, pero se lo callan. Quizá para no complicarse la
vida, para ahorrarse problemas, para no dar la cara cuando hay que darla y por
quien hay que darla.
Este "demonio mudo" es, con frecuencia, mucho
más peligroso. Porque es el responsable que
perpetúa
situaciones con las que habría que cortar en seco. Los abusos sexuales que se
cometen con niños, las injusticias que se les causan a los inmigrantes. la
violencia contra las mujeres, las muchas formas de robar que tienen los potentados
(en política, en economía, en la administración pública...), todas esas cosas
son posibles porque el "demonio mudo" les pone una mordaza a los cobardes
y a los cómplices canallas.
3. El demonio
mudo está también presente y operante en todos los que hablan", pero no se
"comunican". Esto es lo que hacen los "funcionarios" (de la
religión, de la política, de la publicidad...).
Nunca lo hacen los "profetas". Los sermones
de los clérigos y los mítines de los políticos son buenos ejemplos de los que
hablan sin comunicar nada.
Resulta especialmente preocupante el escaso poder de
comunicación que el clero tiene con la sociedad actual.
Y en este caso, hay que hacer todavía una observación
importante. No es lo mismo comunicación que información.
Con frecuencia, se informa de muchas cosas, para
evitar la comunicación entre las personas.
Nunca hubo tanta información como ahora. Y jamás hubo menos
comunicación que ahora.
La gente se siente aislada, sola, abandonada. Las
nuevas tecnologías de la información (los "móviles"...) nos sacian de
información, pero la comunicación entre las personas es cada día más escasa.
SAN TORIBIO DE
MOGROVEJO, obispo
Nació en Mayorga (León, España) en 1538.
Estudió Derecho en las universidades de Coimbra y Salamanca. Fue propuesto por
el rey Felipe II al Papa Gregorio XIII para el arzobispado de Lima como sucesor
de fray Jerónimo de Loaysa.
Fue ordenado sacerdote y obispo. Llegó a
Paita en marzo de 1581 e hizo por tierra el fatigoso camino hasta su sede.
Ingresó en Lima el12 de mayo de aquel año. Convocó y presidió el III Concilio
Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en
el que se trataban asuntos relativos a la evangelización de los indios. De esa
histórica asamblea salieron luminosas normas de pastoral, así como textos de
catecismo en castellano, quechua y aymara (los primeros libros impresos en
Sudamérica).
Santo Toribio visitó innumerables poblados de
su amplísimo territorio, uno de los más extensos y difíciles del mundo. A las
visitas pastorales dedicó 17 de sus 25 años de obispo. Recorrió la hostil
topografía peruana, desde Chachapoyas y Moyobamba hasta Nazca. Resumió sus
itinerarios al escribir: “Mas de 5,200 leguas, muchas veces a pie, por caminos
muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y careciendo algunas
veces de cama y comida”. La caridad de Cristo lo impulsaba a administrar los
sacramentos ya instruir a los fieles, a aliviarlos y ayudarlos.
Celebró hasta 13 sínodos. Fundó el Seminario
de Lima (1590) y lo puso bajo la advocación de su patrono, Santo Toribio de
Astorga.
Agobiado por los trabajos y la austeridad de
sus penitencias, murió en Saña el 23 de marzo de 1606, Jueves Santo. Fue un
infatigable misionero, gran organizador de la Iglesia sudamericana y denominado
protector de los indígenas.
Beatificado por Inocencio XI en 1679.
Canonizado por Benedicto XIII en 1726. En 1983 Juan Pablo II lo proclamó
Patrono del Episcopado latinoamericano.
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