jueves, 16 de marzo de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 DE MARZO -VIERNES – 2ª - SEMANA DE CUARESMA – A SAN PATRICIO, OBISPO




17 DE MARZO -VIERNES –
2ª - SEMANA DE CUARESMA – A
SAN PATRICIO, OBISPO

Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46
    En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
"Escuchad esta parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose:
"Tendrán respeto a mi hijo".
Pero los labradores, al ver a su hijo se dijeron:
"Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia".
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron:
"Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos".
Y Jesús les dice:
"¿No habéis leído nunca en la Escritura?:
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente".
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los Cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Los sumos sacerdotes y los ancianos, al oír sus palabras, comprendieron que hablaba de ellos. Y aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente que lo tenía por profeta.

1. Estamos ante una parábola que, no solo da mucho que pensar, sino que además da miedo. La cuestión que aquí se plantea se puede formular con la siguiente pregunta: los labradores homicidas, que quedan excluidos de la viña del Señor,
- ¿son solamente los dirigentes religiosos de Israel del tiempo de Jesús?
- ¿O son también los dirigentes de la Iglesia que no producen los frutos evangélicos que se esperan de ellos?
La polémica, en torno a esta pregunta terrible, ha sido típica de la exégesis y la teología protestante. Pero también se ha planteado en algunos ambientes católicos (cf. Ulrich Luz).
- ¿Qué pensar de este asunto tan duro y desagradable?

2. Contamos con un dato que no admite discusión. Se trata del asesinato de los profetas, un tema que aparece y reaparece con frecuencia en el Antiguo Testamento (1 Re 19, 10. 14; Jer 7, 25 s; Neh 9, 26; 2 Cron 24, 19-22; 36, 19; Jub
1, 12; Vita Proph., passim; incluso en el N. T.: Q 11,49-51; 13, 34 s; Mt 23, 34-39; 1 Tes 2, 15).
Los "hombres de Dios", como el hijo del dueño de la viña, pagaron con su vida la autenticidad de su misión. Los religiosos, sacerdotes y obispos asesinados por su fidelidad al Evangelio o simplemente a su humanidad sin fisuras, son el modelo que ya anunció Jesús en esta historia cruel y ejemplar.

3. ¿Qué pensar en este momento sobre todo este patético asunto?
No tenemos -ni podemos tener - una respuesta segura, firme e irrefutable. Por eso, lo más honesto será aplicarse cada cual a sí mismo la enseñanza de esta parábola. Lo cual quiere decir que todos tenemos que preguntarnos si estamos trabajando y produciendo los frutos que el Señor espera de su viña.
Y aquí -seamos honrados- tenemos motivos para preguntarnos:  
¿Qué tengo yo que ver en la esterilidad de esta Iglesia, que cada día se va quedando más sola y merece menos credibilidad por parte de una cultura y una sociedad cada día más injusta y más cruel con los más débiles de este mundo? 
Esta pregunta no se puede aplicar a todo el mundo, lo que sería injusto y falso. Pero tan
cierto como eso es que todos tenemos que afrontarla. Porque la gravedad del momento lo está pidiendo a gritos.

SAN PATRICIO, OBISPO

"Yo era como una piedra en una profunda mina; y aquel que es poderoso vino, y en su misericordia, me levantó y me puso sobre una pared." -San Patricio

Nació alrededor del año 387, en Escocia y
murió en Irlanda alrededor del 461. No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército romano; su madre era familiar de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo Occidente. Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas.
Trató de huir varias veces sin éxito. La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que él mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia. En un lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad.
Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarcó en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda.
A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo -ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente.
Hacia el año 444 se fundó la Iglesia Catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes. Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como divina; el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente entre el santo y le colmaba de gratitud. Es positivamente cierto que, en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a "toda Irlanda" al cristianismo.




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