jueves, 2 de marzo de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 DE MARZO - VIERNES DESPUÉS DE CENIZA Santos Emeterio y Celedonio de Calahorra, mártires




     3 DE MARZO   -  VIERNES 
    DESPUÉS    DE   CENIZA
 Santos Emeterio y Celedonio de Calahorra, mártires

Evangelio según san Mateo 9, 14-15
         En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús preguntándole:
        "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?"
Jesús les dijo:
“¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos?
Llegará el día en que se lleven al novio y entonces ayunarán".

1. Los tres evangelios sinópticos establecen, con claridad y fuerza, la contraposición entre Jesús y Juan Bautista. Juan fue un asceta del desierto, mientras que Jesús vivió entre la gente y con la gente. El proyecto de vida de los ascetas del desierto fue siempre la propia santificación. Mientras que el proyecto de
vida de Jesús fue, en todo momento,  la felicidad de los demás.
Por esto, mientras que Juan Bautista centró su predicación en la condena del pecado y de los pecadores, Jesús centró su predicación y su actividad en tres cosas capitales:
a) La salud de las personas (curaciones de enfermos).
b) La comida compartida con toda clase de ciudadanos, especialmente los pobres y los pecadores.
c) Las mejores relaciones interpersonales incluso con enemigos, extranjeros y excluidos.

2.  El ayuno es privación, castigo del propio cuerpo, aproximación a la muerte. El problema que esto plantea es que, si eso se hace para agradar a Dios o para buscar a Dios, tal cosa nos vendría a decir que creemos en un Dios que, no solo tolera, sino que incluso busca y quiere y hasta se complace en el dolor y la muerte de los seres humanos. Por tanto, el Evangelio no da pie, ni sirve como fundamento, para utilizar a Dios y la voluntad de Dios, como justificante de una vida sacrificada, humillada y dura, que solo sirve para tranquilizar la propia conciencia, sin resolver los problemas más serios que plantea la vida.
3.  La frase final, que de alguna manera pretende justificar la práctica del ayuno, proviene seguramente de grupos o pequeñas comunidades de cristianos que se empeñaban   en mantener el ayuno como práctica de la Iglesia. Pero no pasa de eso.
Si la Iglesia quiere ser fiel a lo que fue la vida y las enseñanzas de Jesús, se tendrían que abandonar definitivamente prácticas y tradiciones, como la del ayuno, que no se  puede explicar o justificar desde el Evangelio.

Santos Emeterio y Celedonio de Calahorra, mártires
Vida de San Emeterio y san Celedonio de Calahorra
En verso recogió por escrito los relatos de su muerte el poeta hispano Prudencio.
Calahorra está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado "Actas de Tréveris" del siglo VII.
En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.
No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio. Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II. Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.
El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar. Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.
Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos. Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.



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